En España, un hombre que fue picado por una garrapata terminó hospitalizado y fue diagnosticado con fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC), una enfermedad que puede matar hasta al 40% de las personas que la contraen.

El paciente fue ingresado primero en un hospital local en la ciudad española de León y luego fue trasladado a otro hospital en un avión militar, por la gravedad del cuadro. “Tiene una picadura de garrapata y se mantiene estable, a pesar de la gravedad clínica que implica esta patología”, informaron las autoridades sanitarias de Castilla y León en un comunicado.

Qué es la fiebre hemorrágica de Crimea Congo

La enfermedad se detectó por primera vez en Crimea en 1944. Tiene una tasa de mortalidad de entre el 10 y el 40 por ciento, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esta infección está causada por un virus, cuyo mecanismo de transmisión principal es la picadura de la garrapata del género "Hyalomma", y aunque también puede transmitirse de persona a persona por contacto con sangre o fluidos de la persona enferma, lo más habitual es la transferencia animal-persona. Si el personal sanitario no está bien protegido, puede también contagiarse.

España detectó su primer caso de FHCC en 2011. Años después, en 2016, un hombre español murió tras ser diagnosticado con la enfermedad luego de la picadura de una garrapata.

La prevención, el diagnóstico temprano y aislar al paciente en entornos de atención médica son las únicas formas de evitar la propagación del virus, indican la OMS y el ECDC.

Signos y síntomas de la FHCC

La duración del periodo de incubación depende del modo de contagio del virus. Después de la picadura de garrapata, la fase de incubación es generalmente de uno a tres días, con un máximo de nueve días. El periodo de incubación tras el contacto con sangre o tejidos infectados es normalmente de cinco o seis días, con un máximo documentado de 13 días.

Los síntomas comienzan de forma súbita en forma de fiebre, mialgia (dolor muscular), mareo, dolor y rigidez de cuello, lumbago, cefalea, irritación de los ojos y fotofobia (hipersensibilidad a la luz). Puede haber náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y dolor de garganta al principio, seguidos de bruscos cambios de humor y confusión. Al cabo de dos a cuatro días, la agitación puede dar paso a somnolencia, depresión y debilidad, y puede aparecer dolor abdominal en el cuadrante superior derecho, con hepatomegalia (agrandamiento anormal del hígado) detectable.

Otros signos clínicos posibles son taquicardia (aumento del ritmo cardiaco), adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos), y erupción petequial (erupción por hemorragia cutánea) en mucosas internas, por ejemplo en la boca y la garganta, y en la piel. Las petequias pueden dar paso a erupciones más grandes llamadas equimosis, así como a otros fenómenos hemorrágicos.

Normalmente hay signos de hepatitis, y los pacientes muy graves pueden sufrir un rápido deterioro renal, o insuficiencia hepática o pulmonar repentina después del quinto día de enfermedad.

Entre los pacientes que se recuperan, la mejoría comienza generalmente al noveno o décimo día tras la aparición de la enfermedad.