Envuelta por conveniencia en un halo de misterio que deja total libertad al imaginario de tramas con espías, micrófonos ocultos, violencia solapada (a veces a la vista) pero violencia, gobiernos, políticos, jueces, fiscales, operaciones encubiertas, uniformes militares o sérpicos, y películas o series, series, muchas series, la DEA, la Drug Enforcement Agency, la agencia antidrogas que despliega EE.UU. en el mundo es mucho más. La DEA es uno de tantos modos de intervención del país del Norte, con la tarea explícita de combatir el narcotráfico mediante métodos menos explícitos.

Julián Maradeo es de General Madariaga, licenciado en periodismo en la UNLP, escribió para diversos medios entre los que se cuenta Página/12, Crisis, Tiempo Argentino. Y es autor de siete libros en seis años, entre 2015 y 2022, algunos en coautoría, otros propios. Libros que avanzan sobre la pedofilia en la Iglesia; la biografía del Tano Angelici; la corrupción en el PRO; el lobby como poder; las fake news. Todos temas livianos, como quien diría. El último, La DEA en la Argentina (de Editorial Planeta) va más allá. La diferencia: a mirada de lego, los otros temas son complejísimos pero tangibles. La DEA, no.

Maradeo tiende un puente hacia la tangibilidad. A riesgo de spoilear, basta decir que la DEA en la Argentina aporta la información dura de la política contra la droga y la injerencia de la agencia estadounidense en los círculos de poder y de los tres poderes, con nombres propios y reales, pero en un tono de relato narrativizado, que permite incorporar información compleja sin transformarse en una pesada monografía sobre las actividades de la DEA en el país. Por el libro circulan nombres de agentes (varios de ellos aparecen entrevistados en on), jueces y exjueces, fiscales y exfiscales, uniformados y exuniformados de las fuerzas de seguridad, nacionales y provinciales, ministros, gobernadores, incluso en el plano nacional --una pena que no cuente con un índice de nombres--. Desde el primer paso documentado de la DEA en el país, en 1976, a dos meses del golpe, con el secuestro del narcotraficante François Chiappe para “extraditarlo” para ser juzgado en EE.UU. hasta la ruptura de relaciones, el momento más tenso de la DEA en Argentina, en 2012, durante el gobierno de CFK. Los modos de la agencia para vincularse en el país fueron pintados con las características rocambolescas locales: durante 30 años, René Tenembaum trabajó para la agencia, mientras rebotaba contra la lona y las cuerdas de Titanes en el Ring como el “campeón israelí”; o la escuelita perdida en un paraje jujeño que periódicamente recibe donaciones de la DEA, y lleva el nombre de Quique Camarena, un agente encubierto de la agencia torturado y masacrado por un cartel mexicano. También los modos de cooptación de jueces, fiscales, jefes de fuerzas de seguridad, ministros, gobernadores, Patricia Bullrich, Bobinas Blancas, Marcelo D’Alessio, el Triple Crimen, la Triple Frontera, Pérez Corradi, la actualidad.

Tal vez, la mejor síntesis sea la que plantea el autor en la introducción cuando dice que “este no es un libro sobre drogas ni una enumeración de procedimientos, sino una investigación sobre cómo una poderosa agencia con base en Estados Unidos y tentáculos en todo el mundo fue penetrando diferentes capas de la estructura judicial, policial y política local, hasta controlarla”.

--¿Qué quiere la DEA en Argentina? ¿Su objetivo es la guerra contra las drogas o la guerra contra las drogas es una proyección intervencionista de Estados Unidos en el país?

--El año que viene la “guerra contra las drogas” cumple 50 años. Y no hay país alguno, y menos en Estados Unidos, donde la DEA pueda demostrar que a partir de esa política se pueda resolver nada, incluso hoy tienen una epidemia de opioides terrible... A la DEA no le interesa la problemática local. Eso te lo dicen los agentes de la DEA. Abel Reynoso (argentino, hijo de un peronista exiliado que siguió a Perón a Panamá, dejó Lanús a los 12 años y se formó en la policía de Los Angeles) me contaba, “los argentinos no entienden que a la DEA no le interesa la problemática local. A la DEA le interesa todo aquello que pase en Argentina, Uruguay, el país que sea, y que afecte a Estados Unidos. Por ejemplo, le interesa el PCC (Primer Comando Capital), el cartel brasileño, si ingresa a Misiones porque está usando a Argentina como ruta a Estados Unidos. Entonces, ahí sí le interesa establecer relaciones con un grupo que trabaje en el NEA. Un grupo que maneje información de primera mano y un juez que te habilite a hacer una entrega (un cargamento) vigilada.

--Rosario, por decir un lugar que aparece rápidamente en esa cuenta, Los Monos, la violencia ligada a las redes de narcos. ¿Tiene algo que ver ahí? ¿Le interesa, promueve ese tráfico, le sirve para justificar su presencia?

--No, Los Monos, en Rosario, no son un cartel. No tiene capacidad para salir del territorio. No hay ningún especialista en la Procunar, en el Ministerio de Seguridad, que diga que Los Monos están en proceso de evolución a cartel. A la DEA ahí lo que le interesa es el puerto, le interesa la hidrovía, no lo que hacen Los Monos. La lógica de la DEA es “jugar el juego de que me interesa la problemática local para poder empezar a insertarme”.

--¿Por qué la hidrovía?

--Puede comunicar con Paraguay, donde la DEA tiene permitido trabajar en territorio. Acá, en Argentina, no puede trabajar en territorio. Por eso, lo que hace es contratar argentinos que trabajen en territorio. La DEA contrata dos tipos de argentinos, uno es empleado de la embajada y tenemos una casta ahí. El primero fue René Abraham Tenembaum, década de ’70.

--¿El de Titanes en el Ring?

--El mismo. Fue el primer argentino al que contrata la embajada para ser una especie de pinche de los agentes de la DEA en Argentina, chofer, y en simultáneo era protagonista de Titanes en el Ring, era el “campeón israelí”. Hay un montón de versiones de viejos agentes de la DEA sobre Titanes en el Ring que hacía giras por Latinoamérica, y mientras, Tenembaum aprovechaba y hacía un doble trabajo. Treinta años estuvo. Pero, como tenía un carácter muy volcánico, en el 97 contratan a otro, de otras características: Guillermo González, de la Bonaerense, discípulo de Naldi (excomisario de la Bonaerense e informante de la DEA según señala el libro. Maradeo se detiene, busca, y muestra una imagen en su celular, una captura de una foto). Es Gonzalito, es la única foto que hay de él.

--¿Sigue en actividad?

--Ahora es el rey. La diferencia es que él tenía la agenda de Naldi. Tenembaum no tenía recorrido policial, era actor. Y (González) tenía muy buena relación con Jaime Stiuso. Lentamente, le va copando los espacios a Tenembaum y lo desplaza. El tercero en discordia era Carlos Savignon Belgrano (operación Langostinos, en la época dorada del menemismo, primer informante célebre en el país, utilizado en el lobby para incorporar la figura del arrepentido que permitiera proteger a los informantes de quedar procesados). CSB fue totalmente desplazado, ahora está en Homeland Security.

--¿Es una ironía, Homeland, la serie?

--No, no. Se llama igual. Es también una agencia, se ocupa de cyberdelitos. Entrás a la página de la embajada y te encontrás todos los jefes y aparece Savignon.

--Decía que había dos tipos de argentinos que participan con la DEA.

--Sí, los contratados en la embajada están en blanco, tienen aportes. Y después está el otro tipo, los integrantes de las fuerzas federales de seguridad que cuando pasan a retiro la DEA los va cooptando. Los contrata en negro como investigadores y les pide que empiecen a recorrer el territorio en busca de información que le interesa a la DEA. No son informantes, son investigadores. (Después, Maradeo aclara que los informantes venden información y los investigadores hacen lo que hacían pero para la DEA).

--Pero la DEA, en un caso hipotético, se presenta y ¿qué diría respecto a una banda que está en funcionamiento en una zona determinada? ¿”Te vengo a ayudar”?

--No, dicen “te puedo aportar información” y generan el vínculo. Hace poco el gobernador de Santa Fe, (Omar) Perotti, creó una unidad de elite y anunció públicamente que va a ser formada por la DEA. ¿Qué es lo que seguramente le ofreció la DEA? “Yo te los puedo formar militarmente”. Por eso la DEA los lleva a Bogotá. Para militarizarlos. Acá no puede patrocinar lo que Estados Unidos fogonea desde el 87 y nunca lo lograron, que es la intervención del Ejército en cuestiones de narcotráfico. Conferencia de ejércitos americanos, en 1987, en Mar del Plata; Estados Unidos propone que en la lucha contra el narcotráfico intervenga el ejército. Todos los ejércitos, excepto el de Chile, de Pinochet, dicen “no”. En 2018, un decreto de Macri abre la puerta para eso. El decreto de Macri lo deroga Alberto Fernández, ni bien asume. Patricia Bullrich el otro día dice que “tienen que intervenir las Fuerzas Armadas”. Eso podría ser fogoneado por Estados Unidos y por la DEA. Pero la DEA no tiene la cantidad de agentes en Argentina y no tiene un acuerdo bilateral que le dé marco a una intervención directa con esas características. Pero aparte, no necesita más agentes, porque ya tiene vínculos que sostiene desde hace 40 años. No le interesa la intervención en territorio para arreglar problemáticas locales. Sí las usa como excusa para intervenir y trazar un vínculo. Le interesa el vínculo con jueces, con fiscales, con jefes policiales. Porque necesita que a sus informantes no los procesen durante una entrega controlada (se refiere a la detección de narcos a los que les ofrecen una entrega de droga, que es vigilada con auspicio judicial para lograr la detención). Le interesan los puertos. De lo que pude comprobar, la DEA tiene montadas dos oficinas más allá de la que tiene en la embajada. Las dos, no casualmente, son lugares con puerto. Una es en Zárate-Campana y la otra la abierta en Rosario.

--¿Es a la vista?

--No, es informal, me lo cuentan desde adentro de la DEA. Son locaciones, pagas, posiblemente pagas por argentinos, sostenidas por la DEA para tener a alguien que los visite una vez al mes y que se reúna con el ministro de Seguridad de la provincia, con el jefe de policía, con el de Gendarmería, con el jefe de la unidad de elite, y posiblemente lleguen hasta al gobernador, porque no sería tan extraño, hay fotos de (Juan Manuel) Urtubey (exgobernador de Salta), fotos de (Celso) Jaque (exgobernador de Mendoza y actual embajador argentino en Colombia) en su momento, de ver cómo reciben a la DEA, se sacan una foto y comentan “la DEA está colaborando con nosotros”. Por eso lo llamo paso de comedia, porque el gobernador juega su juego al tratar de publicitar que la agencia antinarcóticos más importante en el mundo está interesada en la problemática local y por otro lado la DEA se presta a ese juego para establecer vínculos con quienes realmente le interesan. A la agencia le interesan los despachantes de aduana. Un ejemplo: cuando se crea la PSA (Policía de Seguridad Aeronáutica), Marcelo Sain se encuentra con que la DEA manejaba información de adentro de quienes ocupaban roles clave en el circuito de los despachantes. No les interesa tener un batallón de agentes en Argentina, porque no es México, no es su frontera. Sí les interesa Colombia como gran productor; sí les interesa mucho más Bolivia, por eso Argentina fue base de operaciones en la década del 70 de cara a Bolivia y Perú, que son productores. Argentina, para ellos, es un país de tránsito.

--En La DEA... señala los mecanismos de cooptación de jueces, fiscales, jefes policiales, los cursos de capacitación...

--Sobre los cursos de capacitación, una anécdota de unos diez días antes de entregar el libro para entender cómo funcionan. Me contactan de Jujuy, y me relatan un viaje al que había invitado la DEA a Buenos Aires a un curso de capacitación a policías de Drogas Peligrosas de todo el país, de una semana, con todo pago y hotel cinco estrellas. Lo hicieron con todos los invitados, una forma de tejer vínculos. Pero además, a todos los que habían ido, tres representantes de Drogas Peligrosas de cada policía del país, les daban a cada uno mil dólares para sus gastos diarios. “Nos vinimos con un ahorro”, me cuenta el contacto, y me dice que de regreso contaron la experiencia en Jujuy y me dice que “hacían cola para anotarse en los cursos de capacitación”. Por ahí es que se mete la DEA.

--En el libro no solamente cita, también entrevista a exagentes, jueces, policías, funcionarios. ¿Fue complicado contactar a los exagentes?

--Todos los relacionados con la década del 70 y del 80 de la DEA en Argentina tenían ganas de hablar. Y a medida que me fui acercando en el tiempo me resultó más difícil contactar. Yo iba publicando en Crisis los avances y entonces me llamaban algunos de los mencionados, enojados, y ahí se creaba el vinculo, que después se podía abrir a charlas. La única persona que me habló en “on” entre los funcionarios de la actualidad fue Valentina Novick (delegada por la exministra de Seguridad Sabina Frederic para mediar con la DEA y ordenar de algún modo las niñas bonitas de la gestión de Patricia Bullrich, los grupos de elite GOC, Grupos Operativos Conjuntos, multitask de varias fuerzas de seguridad. Eran dos, en el NOA y el NEA. Ahora son siete). Novick contó lo que conté en el libro pero además lo hizo en vivo durante la presentación. Pidió la palabra y relató que enviada a Salta, se reunió con el GOC y se dio cuenta de que, por lo que informaban oficialmente, tenían cero efectividad aunque se tratara de grupos de elite, y se encontró con una planilla en la que figuraba una rendición de cuentas que le hacían a la DEA (aunque se trataba de un comando de fuerzas de seguridad oficiales) de los dólares que usaban, en negro, rendición de cuentas que nunca hicieron al Ministerio de Seguridad argentino. Después contó Novick que se reunió con los jefes de origen de los integrantes del GOC, jefes de Gendarmería, de Prefectura... y esos jefes le preguntaron a ella si sabía qué estaban haciendo “sus muchachos”, porque ellos no sabían en qué andaban sus propios efectivos. En sus viajes, Novick relata que los agentes de la DEA en el Norte le decían, “no hace falta que viajes, está todo controlado”.

--¿Cuánto tiempo llevó producir el libro?

--El proceso de investigación, entrevistas, escritura, dos años y medio. Lo que pasa es que muchas fuentes ya las tenía. Si las hubiera encarado recién para el libro posiblemente no se hubieran abierto. Pasó algo raro. El mejor ensayo que había hasta ese momento en Argentina, posiblemente siga siendo el mejor, es el que había realizado Germán Montenegro, como parte del equipo de Marcelo Saín, en un libro que compila tres ensayos, uno de Gabriel Tokatlian, el otro de Saín y el que se aboca a la DEA que es el de Montenegro. En ese ensayo, del que tomo incluso una parte medular que es cómo enfocar el accionar de la DEA y las relaciones que establece, aparece que la DEA empezó a trabajar en Argentina en la década del 80. Entonces fijo mi punto de partida para buscar documentación desde la década del 80, hasta que me topo con el libro de Michael Levin (La Gran Mentira Blanca), que tira todo para atrás, y después me topo con el testimonio de Tenembaum en la causa Pose y ahí cuenta que trabajaba para la DEA desde la década del ’70. Después me encuentro con los cables desclasificados y con testimonios y me doy cuenta que el 1º de julio de 1973 Richard Nixon creó la DEA y ese mismo día, la DEA tenía en Argentina una oficina de estatus regional. Lo que señala Montenegro es correcto, porque el primer acuerdo bilateral es en la década del 80 con Alfonsín, pero ya venía trabajando como base ilegal de operaciones.

*La nota se publicó originalmente el 1 de agosto del 2022