Conurbano cotidiano surgió gracias a La verdad efímera (2018), obra escrita y dirigida por Santiago Gobernori e interpretada por Victoria Baldomir y Sabrina Zelaschi. Con aquel proyecto la dupla de actrices ganó el Premio “S”, un reconocimiento que tiene como premisa crear algo nuevo. Entonces decidieron convocar a Gobernori e incorporar a Nicolás Giménez. “Les dije que sí, siempre y cuando me permitieran hacer lo mismo que en La verdad efímera: tirarnos a la pileta y ver qué pasa”, cuenta el director de la puesta que puede verse los miércoles a las 21 en El Galpón de Guevara (Guevara 326).

Gobernori disfruta mucho la aparición del accidente, esos mundos con reglas propias que no están relacionados con materiales preexistentes como un libro, un hecho histórico o un tema. Director y actores provienen del conurbano. Gobernori se crió en Monte Grande aunque hace tiempo vive en Capital, entonces propuso buscar teatralidad en ese espacio y a partir de las problemáticas de gente común. “Los personajes no son actores ni están relacionados directamente a nuestras vidas, no es un biodrama pero hay algo de la teatralidad del día a día: las dificultades para llegar a fin de mes, estar obligado a compartir una casa por cuestiones económicas, la vocación. Yo quería que la propuesta inicial no fuera tan grandilocuente sino más cercana”.

En Conurbano cotidiano hay una mirada generacional que pone el acento no sólo en los padecimientos sino también en el disfrute. Gobernori tiene 44 años y los actores son más jóvenes, pero el dramaturgo asegura que adoptó el punto de vista de los treintañeros para abordar ciertas cuestiones. “La pandemia me pegó bastante, sentí que me borraron del mapa dos años de mi vida, se murieron amigos. Cierta melancolía me hizo reflexionar sobre la necesidad de disfrutar el día a día. Soy una persona a la que le va muy bien en lo que hace: trabajo de esto hace más de 20 años, tengo una escuela con Matías Feldman (Club de Teatro Defensores de Bravard), trabajo como actor y director, pude viajar a Europa con la compañía de Pensotti. Y aún así no llego ni cerca a comprarme un monoambiente. No tengo familia que me pueda ayudar, no voy a heredar nada. Estas cosas te dejan perplejo, pero la idea no es anestesiarse: uno puede luchar por lo que piensa y, en el proceso, también pasarla bien”.

La esencia del teatro reside –entre otras cosas– en su economía de recursos. Mauricio Kartun suele decir que lo que se ve en teatro es bastante pobre, mientras que aquello que se imagina es sumamente rico y poderoso. Pero para que eso ocurra se necesita creatividad, ingenio y oficio. La primera escena de Conurbano cotidiano ejemplifica todo eso: un biombo, tres actores ocultos y sus manos haciendo la mímica de los parlamentos. “Primero ellos iban a interpretar a los personajes históricos, después pensamos en marionetas, pero en los ensayos lo probaban con las manitos y a mí ya me parecía espectacular –cuenta Gobernori–. Muchas veces me pregunto por qué hago esto cuando es tan fácil actuar en Instagram, donde quizás se genera mucho más en un año que yo en 20 de carrera teatral. Creo que el teatro me sigue fascinando por su capacidad de hacer mucho con poco”.

Zelaschi, Baldomir y Giménez pasaron por Bravard y fueron dirigidos por Gobernori en sus proyectos de graduación de la UNA. Quizás por esos recorridos formativos todos comparten cierta concepción acerca del actor creador: “Nos interesa mucho que el actor imponga su estética y su trazo en lugar de esperar que le digan lo que tiene que hacer. Nos gusta que propongan, que prueben y estén activos. Desde la escuela estimulamos eso”, explica, y destaca el nivel de entrega y las capacidades técnicas del trío en esta pieza. La verdad efímera se fue armando a partir de situaciones que Gobernori proponía y ellas improvisaban (un mes antes del estreno no había texto fijo), mientras que en Conurbano fue al revés: él llevaba situaciones escritas y el elenco las probaba. “Me gusta hacer ese tipo de teatro que se parece a pintar un cuadro e ir corrigiéndolo en el proceso en lugar de quedar sujetos a un texto. Son procedimientos distintos que se van desarmando y rearmando, pero para eso es fundamental el apoyo del elenco”, señala.

–¿Cómo trabajás el humor en tus creaciones?

–Me parece que funciona cuando hay contexto, un marco de contención y una situación en lugar del chiste o la ocurrencia. Como espectador me conmueve mucho cuando me hacen reír con algo medio pavote. Con el humor sentís que tenés al público ahí, que están viendo, participando, opinando, se genera algo medio deportivo. Si escuchás la risa de alguien es porque le está importando lo que ve. Kartun siempre explica que el humor es mucho más difícil de hacer, y creo que con este recurso se pueden decir cosas de manera más directa. Lamentablemente está subestimado, se le da poco valor. Por lo general, las obras de este tipo no reciben premios, no participan de festivales.

Hay una serie de nombres que se pueden mencionar junto al de Gobernori: Matías Feldman, Mariana Chaud, Mariano Pensotti, Lola Arias, las Piel de Lava. Sobre esa constelación de creadores, el director reflexiona: “Todos venimos del teatro independiente. Somos muy amigos, nos conocemos desde el 97, empezamos a hacer nuestras primeras obras y fueron muchos años de pelearla para recién ahora poder tener un espacio. Es como una masa de creadores con los que vamos trabajando, compartiendo estéticas. Yo a veces trabajo como actor, otras los dirijo, y en Bravard hacemos un ciclo que se llama “Sketches solemnes”. Ahí vienen muchos de ellos a hacer sus pavadaitas, es una especie de recreo que nos tomamos de las obras serias para hacer cualquier cosa. Está buenísimo porque son artistas que tienen su lenguaje y tratan de no solemnizar el teatro para que se vuelva algo entretenido de ver”.

* Conurbano cotidiano puede verse los miércoles a las 21 en El Galpón de Guevara (Guevara 326). Las localidades pueden adquirirse por Alternativa Teatral