Desde North Kensington

“Se prendió fuego como un fósforo”, dijo un sobreviviente. Demasiado rápido la Grenfell Tower, de 24 pisos y más de 200 habitantes, se convirtió en un infierno. “Se veían las llamas en cada ventana”, aseguró un testigo que vive a cientos de metros del monoblock y que se despertó en la madrugada de ayer por el sonido de los gritos, que continuaron durante dos horas.

“Todo el tiempo gritaban”, dijo Olga Nassar, de 76 años, todavía con lágrimas en sus ojos al mediodía de ayer, mientras miraba al ennegrecido edificio desde su casa. “Por momentos no se entendía que decían. De a ratos se escuchaba ‘ayuda, ayuda’”, contó. “Había una mujer que gritaba: ‘mi bebé, mi bebé. Necesito salir y salvar a mi bebé’”, aseguró Zara una vecina de la zona. “Pero sólo mirábamos hacia arriba sin poder hacer nada. No había nada que se pudiera hacer.”

Algunos residentes agitaban mantas desde las ventanas para alertar a los bomberos de que estaban allí. Otros trataron de usar linternas o teléfonos celulares con un flash a modo de alerta de S.O.S. “El fuego seguía creciendo y las luces se apagaban”, dijo Victoria Goldsmith, que observaba desde abajo sin poder hacer nada. La desesperación era tal que una persona fue vista tratando de descender por su cuenta de la ventana, con una especie de paracaídas casero. “Una mujer del noveno o décimo piso estaba haciendo gestos de que estaba a punto de arrojar a su bebé y preguntaba si alguien lo podía agarrar”, dijo la señora Lamrani. “Alguien lo hizo, un hombre corrió y se las arregló para atrapar al bebé”.

Teniendo en cuenta la información que se pudo reunir, parece ser que desde adentro, a medida que las llamas y el humo se acercaban cada vez más, las personas se tuvieron que enfrentar a tomar decisiones desesperadas que determinarían si sobrevivirían o no. El consejo que se les dio desde las autoridades fue que se quedasen adentro de sus departamentos. Incluso cuando los bomberos llegaron a la escena, también les aconsejaron lo mismo. Pero se produjo uno de los giros más crueles del destino: la tecnología moderna ayudaba a los atrapados por el fuego a comunicarse con sus seres queridos. Aunque aquellos seres queridos, se sentían inútiles y sin poder hacer nada, y luego de comunicarse con sus familiares no sabían si finalmente habían sobrevivido. Una madre de 30 años envió un video a través de la red social Snapchat que decía mientas lloraba: “Perdónenme por todo. Adiós”. Se encontraba con sus dos hijos pequeños, en el piso 23, cuando el fuego erupcionó.   

Al menos 200 bomberos luchaban contra las llamas, mientras las cenizas se caían sobre las personas y la propiedad. Grandes pedazos de material de poliestireno comenzaron a caer de la Grenfell Tower “como nieve”, según algunos testigos. Se podía escuchar el chirrido de las paredes. Los habitantes de al menos 30 propiedades tuvieron que ser evacuados debido a los escombros que caían. Por la tarde de ayer, el número de muertos confirmados era 12, con 79 heridos en el hospital y 18 personas en estado crítico. “Hace 29 años soy bombero y jamás vi algo de esta escala. Es un fuego enorme, que afectó todos los pisos del edificio, desde el segundo hasta el último. Es un incidente sin precedentes”, aseguró Dany Cotton, el Comisionado la Brigada de Fuego de Londres.

Finalmente, todo lo que quedaba ayer de la Grenfell Tower era su estructura carbonizada. Sin embargo, las preguntas sobre este desastre aún continúan. “No estamos en posición de especular con acusaciones porque el foco está ahora en dar apoyo a los rescatados y a los que se están recuperando”, dijo el vocero de Kensington and Chelsea Council, dueños de las torres.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.