“Cuando empecé, a los 13 o 14, mi sueño era formar una típica, y todo lo que hice desde entonces fue en pos de lo que está pasando con la orquesta: es un flash, sucedió todo muy rápido”. Tanto, que Nehuén Martino ni siquiera cumplió 25 años y no sólo lidera una de las orquestas en ascenso en el 2x4 “del siglo XXI”, sino que además hoy a las 21.30 presentará en el Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 772) su primer disco, La Martino Orquesta Típica, repleto de tangos nuevos.
La Martino Orquesta Típica tiene 15 músicos, incluyendo sus dos cantores, Nicolás Abosky y Nazarena Anahí Cáceres. De los temas cantados, la mayoría de las letras son de Mariano Pini, pero la música es en todas, menos una, del joven muchacho criado en la Patagonia cuyo apellido da nombre a la orquesta por decisión de sus compañeros. En su propuesta, La Martino exhibe un estilo a la vez clásico y contemporáneo, bailable, pero sin sonar de otro siglo. Según explica Nehuén, se debe por un lado a la atención que reciben las melodías, que recuerdan a los tangos de la edad de oro del género, y por otro, a los recursos de hoy en los armónicos.
Además, a diferencia de la generación que lo precedió inmediatamente en el género, a Martino el rock no lo influyó particularmente. Si en orquestas como La Vidú, Violentango, Altertango u otras el rock aparece con más o menos fuerza, para ésta no es referencia. “Mi generación se crió en un momento en el que el rock no tenía la misma trascendencia que hasta los 90”, reflexiona el pianista. “Nos criamos con el tango ya consolidado y cuando le prestamos atención nos pusimos a escuchar para atrás. Si elegí la estética más tradicional es porque me crié en ese palo”.
Martino se declara fanático de la orquesta de Alfredo Gobbi, ése que según Astor Piazzolla era “el padre de todos” y en cuya orquesta, al decir de Ignacio Varchausky, “se encuentran todas las otras orquestas”. Para más, Martino y su línea de bandoneones bebieron de una de las poquísimas fuentes que perduran de ese estilo: el veterano Alberto Garralda. El bandoneonista hoy tiene 91 años y el joven cuenta orgulloso que el viejo músico le pasó a sus compañeros los yeites del marcatto de Gobbi y los trucos de la mano izquierda del bandoneón. “Hay cosas de Gobbi que hizo en los 50 y son muy modernas, incluso hoy, como el uso de lo tritonal”, señala Martino. 
“Antes de contactarlo a Alberto no sabíamos cómo hacer esas cosas porque los discos se escuchan mal, es muy difícil”, comenta Martino. “Un día nos enteramos de un homenaje a Gobbi y que iba a estar este señor; fuimos corriendo, pegamos buena onda, le comenté que estábamos con la orquesta trabajando el estilo de Gobbi y que queríamos que nos cuente cómo trabajaban ellos”. Ahí los músicos jóvenes descubrieron de primera mano eso que contaban los fundadores de la orquesta escuela Emilio Balcarce. “Toda esa gente no sabía cómo explicar lo que hacía, entonces le pedís que toque y ves cómo hace”, dice. “Nosotros somos de conservatorio y todo lo llevamos a la técnica. Ellos, aunque tuvieran conservatorio, lo hacían funcional, por eso lo llevamos a un ensayo de los bandoneones y a partir de ahí la orquesta tuvo un cambio radical”. Para Martino, además de un logro personal y orquestal, el aprendizaje es una victoria a mayor escala: “¿Quiénes sino estos tipos te van a explicar cómo se tocaba tango? Si se mueren, se van a llevar todo a la tumba y vamos a perder todo un patrimonio nacional”. Ahora, asegura, existe la posibilidad de retransmitirlo y conservarlo en la memoria colectiva. “Podemos contarla a otros músicos, va a quedar, fue un traspaso generacional que teníamos que hacer”. Las partituras y composiciones de la orquesta están para descargar libremente en su web.
Más allá de las influencias del tango más tradicional, Martino incorpora mucho de sus estudios de conservatorio, cosa que resalta cuando se le presta atención a la fila de cuerdas. “Es algo que estudié muchísimo –reconoce–,sobre todo la cuerda impresionista que usaban Wagner, Debussy y, en algunas cosas, Mahler”. En el mismo camino, destaca la obra de Julián Plaza: “Se nota que cuando escribía, tenía un conocimiento de eso; la suya es una cuerda que da sensaciones, tiene una búsqueda de colores en el sonido”.
En colores, pero muchos más parcos, llama la atención la tapa del disco, una fotografía de los incendios en la Patagonia, que Martino sufrió en primera persona y a los que dedica al tema “Aflicciones”. “El de 2012 fue el que más recuerdo, porque casi se nos quema la casa”, dice. Pone la piel de gallina escucharlo describir el bosque incendiado: “Todo un bosque es una sola llama gigante, te sentís una hormiga con un calor tremendo, como si fuera un horno y un ruido de soplete amplificado”. El peor incendio, sin embargo, fue el año pasado, con veinte focos intencionales que arrasaron 80 mil hectáreas de bosque centenario y cambiaron el clima de la zona de un día para el otro, bajo la mirada cómplice de las autoridades municipales. El intendente de Lago Puelo, donde se crió Martino, llegó a declarar que no le importaba “ni una ramita del pueblo”. El tema oficia de denuncia de eso y “de cómo vienen quemando la cultura desde los golpes militares a esta parte”.