La vida de Frida Kahlo (1907-1954) será el tema de un musical de Broadway, según ha confirmado su familia, dando su bendición a un proyecto que contará -¡con mucho ritmo!- los periplos de la adorada pintora, siguiendo sus avatares “desde Ciudad de México a París, pasando por Nueva York y de regreso a la legendaria Casa Azul, donde pasó la mayor parte de sus días”. Así lo precisan las mentes detrás de Frida, The Musical, título tentativo para el espectáculo que tendrá composiciones del mexicano Jaime Lozano con letra de la dramaturga estadounidense Neena Beber, y será producido por la argentina Valentina Berger. Partes esenciales de un equipo que promete ofrecer una mirada fresca sobre la autora de obras tan estimadas y reconocibles como Unos cuantos piquetitos, Viva la vida, La columna rota, El autobús, Autorretrato como tehuana, Las dos Fridas; este último, interpretado a la luz de una FK escindida por su ascendencia indígena materna y la europea paterna.

Las dos Fridas

La obra revelará “detalles nunca antes contados”, han dicho ya, lo cual es difícil de creer dados los muchísimos artículos, libros, films sobre una de las pintoras más famosas del mundo. Habrá que esperar hasta el año próximo, cuando la obra empieza a hacer ensayos generales en teatros de Estados Unidos, previo a desembarcar en Broadway en 2024, y constatar si se cumple la promesa. Por lo pronto, se sabe que el guión estará basado en Frida íntima, libro escrito por su sobrina Isolda, y en anécdotas del clan Kahlo.

“En todas las historias que escuché cuando era pequeña, nuestra familia recordaba a la tía Frida como una mujer muy alegre, con una pasión inagotable por la vida, apasionada por la música, las artes y la cultura mexicana”, dice Mara Romeo Kahlo, sobrina nieta de la pintora, al Washington Post, añadiendo que la intención del musical “es honrar a la mujer real que luchó por sus sueños, amó como nadie y se adelantó a su época”. Al parecer, quieren despegar a FK de la imagen de artista sufrida y aportar “una perspectiva más amplia”. De hecho, una de las 10 canciones ya compuestas se llama Wings, y refiere a una cita célebre de Frida, vinculada a las terribles dolencias que a menudo la mantenía postrada: “Pies, ¿para qué los necesito si tengo alas para volar?”.

Frida y Diego Rivera

Así las cosas, no podrán saltearse hitos dolorosos de su historia, inevitables. La poliomielitis a los tiernos 6 años. El gravísimo accidente de tranvía a los 18 que la dejó con un sufrimiento físico crónico y debilitante, que hizo que desistiera de estudiar medicina para dedicarse a la pintura. El volátil, turbulento matrimonio con el muralista Diego Rivera. Las infidelidades (la que más hirió a Frida fue la de Diego con su hermana Cristina). Las ansias de maternar, tan tristemente frustradas a lo largo del tiempo. También está su obra, más de 150 cuadros impresionantes, muchos de ellos autorretratos que demuestran su espíritu creativo e ingobernable y, acorde a la producción del musical, “un don sin igual para transformar el dolor físico y emocional en una belleza incomparable”. En palabras de André Breton, “el arte de FK es como un listón alrededor de una bomba”.

Frida entre fogones

Aunque posiblemente no sirva de inspiración al team detrás de Frida, The Musical, ya que hablamos de escenas de placer y felicidad bien vale recordar un libro precioso, de Guadalupe Rivera, hija de Diego y amiga filial de Kahlo. Las fiestas de Frida y Diego puso el foco en las recetas preferidas de la pareja; también en las coloridas tertulias de la casa de Coyoacán, donde recibieron a un sinfín de personalidades de la cultura y la política; Leonora Carrington, María Félix y Chavela Vargas, entre ellas. “A Frida le encantaba disfrutar de todo”, escribe Guadalupe en el prólogo de este encantador volumen que invita a replicar los deliciosos platillos que FK preparaba: romeritos con tortas de camarón y nopalitos, frijoles negros refritos acompañados de queso y crujientes totopos, etcétera. También conocer al dedillo cómo decoraba la mesa y las salas con vajilla, mantelería, flores…

Naturaleza muerta con pitahayas

“El mundo a su alrededor era poco para transformarlo en una fiesta permanente. Celebraba santos, cumpleaños, bautizos, así como la mayor parte de las fiestas populares, fueran profanas o religiosas, que se cruzaran por su camino. Para ello reunía a sus amistades, a la familia, a sus discípulos y colegas, o salía a confundirse con el pueblo en los mercados, en las ferias tradicionales”, recalca GR en el tomo, cuya primera edición data de mediados de los 90s.

Tironeos por la figura de Frida

Retomando los hilos musicales, un detalle no menor: si el proyecto de Broadway va miel sobre hojuelas es porque cuenta con el beneplácito de la familia de la pintora, como se ha dicho, que viene teniendo sonados problemas con marcas de distinta guisa porque -a su entender- hacen “uso indebido del nombre o la imagen” de Frida. Añitos atrás, se armó flor de toletole con Mattel por una Barbie Kahlo que la parentela no había autorizado; y en estos días pasó algo parecido: le están exigiendo a la firma alemana Puma que retire del mercado una colección de remeras, zapatillas, leggings, gorros, entre otras prendas y accesorios inspirados en FK, bajo amenaza de demanda. No es que Puma se haya mandado a producir sin visto bueno alguno; el meollo viene de una contienda legal de casi una década.

De la colección de Puma

Los pormenores de este culebrón jurídico los relata un reciente artículo del diario El País firmado por la periodista Constanza Lambertucci, que precisa que el primer capítulo data del año 2004 “cuando la única heredera de la pintora, su sobrina Isolda Pinedo, cedió la marca a Frida Kahlo Corporation, una empresa con sede en Panamá en la que la familia tiene un 49 % de participación y un empresario venezolano, el resto”. Al parecer no hubo mayores problemas entre las partes hasta que las descendientes de Isolda, su hija Mara Romeo y su nieta Mara de Anda, “consideraron que el acuerdo que habían firmado se estaba incumpliendo sistemáticamente”. Desde entonces, han intentado recuperar el control absoluto de la marca, subrayando que solo ellas están en condiciones de hacer respetar “el estilo de vida y los valores que Frida Kahlo representa”. Desde Frida Kahlo Corporation, mientras tanto, advierten que la familia cedió todos los derechos sobre el patrimonio marcario de la artista (no así su obra, que gestiona el Banco Nacional de México) y que el acuerdo está “en plena vigencia”. Apenas un pantallazo general, en fin, de una disputa donde las posturas son evidentemente irreconciliables tras años y años de demandas interpuestas y acusaciones cruzadas.

Claro que, mientras sigue el tira y aflore, tanto la empresa como la flia continúan cerrando tratos por montos sustanciosos. Los unos, con la joyería británica Tatty Devine y con el viñedo chileno Viña Carmen, por ejemplo. Las otras, con productoras para rodar una bioserie sobre Frida, montar espectáculos inmersivos o crear, dicho está, el musical de Broadway.

En la Casa Azul, 1940

Un fenómeno imparable

Sobra decir que, aunque en 2 años se cumplan 7 décadas de la muerte de Frida, su imagen se ve por doquier, sigue multiplicándose. Devenida ícono pop desde hace tiempo, el fenómeno persiste y redunda en camisetas, medias, tequilas, esmaltes de uñas, imanes para la heladera, muñequitas, macetas… Sin olvidar los incontables documentales; los numerosos libros (algunos ilustrados, dirigidos a chicuelos y chicuelas que ni siquiera saben leer); las concurridas exposiciones por todas las latitudes; la subasta ocasional de alguno de sus cuadros que marca récords cada vez.

El culto no cesa, la Fridamanía continúa, atractiva la Kahlo como referente feminista, como símbolo de resiliencia, como figura de culto del movimiento queer. Para entender el fenómeno, ofrece la crítica e historiadora del arte Julie Crenn, “hay que remontarse a fines de los 60s, cuando en los albores de la segunda ola, mujeres artistas empiezan a indagar en la historia del arte y reivindican talentos femeninos como el de Kahlo”. Cuya figura reverdece gracias a documentales como Frida Kahlo a Profile (1982), de Elia Hershon y Roberto Guerra. O la inspirada recreación de la vida de la pintora del cineasta mexicano Paul Leduc, Frida, naturaleza viva (1983), con una estupenda Ofelia Medina en el rol de FK.

De ese mismo año, el libro biográfico escrito por la historiadora Hayden Herrera (en el que se basaría la biopic de 2002, Frida, protagonizada por una esmerada Salma Hayek). También de los 80s, el corto documental Frida Kahlo and Tina Modotti, de Laura Mulvey, sobre nuestra pintora y la excepcional fotógrafa, amigas íntimas. Y ya en los 90s, “muchísimas exposiciones destacaron su trabajo y productos derivados comenzaron a tener cierto éxito”, anota Crenn. En el ’91, por cierto, debuta una ópera del compositor Robert Xavier Rodríguez sobre la artista, cuya figura toma más envión en los 2000s con el citado film estelarizado por Hayek, con una exitosa retrospectiva en el Tate Modern, con tropecientos libros sobre ella al cumplirse 50 años de su muerte… Un recuento obviamente sería imposible; el etcétera parece infinito.

Tina Modotti y Frida, 1928

Más allá de las apariencias: muestra en Francia

Días atrás comentaba la prensa francesa que, aunque andan muy bien de público, algunos museos parisinos todavía no han logrado alcanzar los mismos niveles de público que tenían antes de la crisis sanitaria. Entre ellos, el Palais Galliera, museo de la moda, que “confía que Kahlo le ayudará a reconectar con sus visitantes”, en palabras de Le Figaro. Su apuesta fuerte para este año es precisamente Frida Kahlo, au-delà des apparences, muestra que inaugurará el mes que viene y que continuará hasta el próximo marzo, segurísima la curaduría de que asistirán multitudes para observar de cerca los 200 objetos personales de la pintora que se exhiben: sus vestidos de tehuana, sus collares precolombinos, sus prótesis pintadas a mano, medicamentos viejos, epístolas de puño y letras, cosméticos, entre otras pertenencias. Muchas de ellas, aclaran, fueron mandadas a guardar por Rivera en los 50s, tras la muerte de F.K., y recién se volvieron a abrir medio siglo más tarde, en 2004.

Para redondear la propuesta, y porque no deja de ser un museo fashion, el Palais Galliera indagará en la influencia de Frida en la moda contemporánea con una muestra cápsula que repasará diseños inspirados -de una u otra manera- en ella. De modistos/as topísimos/as, dicho sea de paso, como Alexander McQueen, Jean Paul Gaultier, Karl Lagerfeld para Chanel, Riccardo Tisci para Givenchy, Maria Grazia Chiuri para Dior, Rei Kawakubo para Comme des Garçons.    

1937