La presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, finalizó este miércoles su polémica visita a Taiwán en la que reafirmó el compromiso de su país con la autonomía de la isla que China considera parte irrenunciable de su territorio y por lo que reaccionó con ejercicios militares, despliegue de aviones de guerra y nuevas sanciones. "Nunca los abandonaremos", le dijo Pelosi a la presidenta Tsai Ing-wen luego de visitar el Parlamento taiwanés y reunirse con activistas de derechos humanos para finalmente viajar a Corea del Sur en la continuidad de su gira por Asia.

Estados Unidos "no abandonará a Taiwán", una isla que supone un "ejemplo" para el mundo, dijo la representante estadounidense en su encuentro con Tsai, quien a su vez condecoró a la visitante con la Orden de las Nubes Propicias por su "apoyo" al territorio y le agradeció sus "acciones concretas de apoyo en un momento crítico".

"El mundo enfrenta hoy una elección entre la democracia y la autocracia. La determinación de Estados Unidos de preservar la democracia, aquí en Taiwán y alrededor del mundo, se mantiene incontrovertible", manifestó Pelosi a la presidenta.

En una rueda de prensa posterior, Pelosi declaró que Estados Unidos apoya el statu quo actual de Taiwán y transmitió el deseo de su país de que "nada le pase a Taiwán por la fuerza". También elogió a Taiwán por la "construcción de un exitoso sector tecnológico" en el que consideró que hay campo para la colaboración y del cual el Semiconductor Manufacturing International Corporation (SMIC), el mayor fabricante de microchips del mundo, es uno de los principales exponentes.

A las 18:01 hora local el avión de Pelosi abandonaba Taipei, aunque antes la presidenta de la Cámara estadounidense también visitó el Parlamento taiwanés y se reunió en el parque Jingmei con tres destacados activistas. Se trata de Wuer Kaixi, uno de los líderes del movimiento estudiantil que protagonizó las protestas en la plaza de Tiananmen, reprimidas por China en 1989; Lam Wing-kee, el librero arrestado en China por vender libros prohibidos por Beijing en su librería de Hong Kong; y el activista Lee Ming-che, encarcelado por "subversión" en China entre 2017 y 2022.

Propuesta de acercamiento a la OTAN

Mientras tanto el presidente del Comité de Exteriores del Senado de Estados Unidos, el demócrata Bob Menéndez, propuso suministrar más ayuda militar a Taiwán y que su país designe a la isla como Aliado Estratégico No Miembro de la OTAN. Menéndez explicó su propuesta en un artículo en The New York Times tras el polémico viaje a Taiwán de Pelosi.

La iniciativa de Menéndez, impulsada junto al senador republicano Lindsey Graham, busca suministrar 4.500 millones de dólares en asistencia militar para Taiwán dentro de los próximos cuatro años. Además propone reconocer a la isla como aliado militar fuera de la OTAN, lo que estrecharía "los lazos militares y de seguridad" entre Estados Unidos y Taiwán, además de facilitar la participación de Taipei en organismos internacionales, dijo Menéndez.

El Acta de Relaciones de Taiwán de 1979 no garantiza que Estados Unidos vaya a intervenir militarmente si la República Popular China ataca a la isla, pero tampoco lo descarta.

Por su parte los ministros de Exteriores del G7 exigieron este miércoles a China que evite el uso de la fuerza en Taiwán. Las siete economías más desarrolladas del mundo consideraron que "no hay justificación alguna para utilizar la visita como pretexto para llevar a cabo acciones militares agresivas en el estrecho de Taiwán".

Respuesta china a la "farsa"

El profundo malestar de Beijing por la visita de Pelosi se puso nuevamente de manifiesto tanto en palabras como en hechos: la retórica encendida del gobierno chino estuvo un día más acompañada por sanciones comerciales mientras prosigue el amplio despliegue militar en todo el Estrecho de Taiwán. El ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, tachó la visita de "completa farsa" y advirtió que "quien ofenda a China será castigado", mientras la portavoz de ese departamento Hua Chunying advirtió de que las medidas de su país serán "contundentes y efectivas".

Si el martes Beijing prohibía la importación de cientos de productos alimenticios y agrícolas de Taiwán alegando que violaban "regulaciones importantes" sobre registro de empresas, 24 horas después le tocó el turno a los cítricos, los brotes de bambú congelados y dos tipos de pescado procedentes de ese territorio, que fueron vetados por la Administración de Aduanas del gigante asiático. El ministerio de Comercio también proscribió las exportaciones a Taiwán de arena de la China continental.

A los efectivos militares desplegados para maniobras en torno a la isla se les sumaron en la madrugada 21 aviones chinos que entraron en la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) de Taiwán, según denunció el ministerio taiwanés de Defensa. Ese departamento acusó a China de "violar gravemente" sus "derechos y soberanía territorial" con las maniobras militares, que calificó de "bloqueo marítimo y aéreo" e incluyen prácticas con fuego real y el cierre del espacio marítimo y aéreo en las zonas donde se efectúen. Japón también le manifestó a China su preocupación por las maniobras, que a su juicio se sobreponen a su zona de exclusión económica.

Los ejercicios militares tendrán lugar en seis zonas alrededor de la isla, también la parte oriental, evocando la crisis de 1995-1996, la última vez en la que Beijing disparó misiles en el estrecho de Taiwán, que considera su "provincia rebelde", sin descartar una invasión en el futuro. En ese entonces, China realizó una serie de pruebas de lanzamiento de misiles en el estrecho en respuesta por la visita del presidente en esa época de Taiwán, Lee Teng-hui, a Estados Unidos.

Según un mapa facilitado por la agencia estatal Xinhua, una de las áreas en la que se llevarán a cabo las prácticas está a unos 20 kilómetros de la costa de Kaohsiung, la principal ciudad del sur de Taiwán. Estos ejercicios, según el diario Global Times, podrían incluir el disparo de misiles desde embarcaciones del Ejército situadas al este de la isla. Por otro lado, los dos portaaviones de la Armada china, el Lianoning y el Shandong, se encuentran fuera de sus bases desde el domingo y el lunes, respectivamente.

Una visita conflictiva

La sola presencia de Pelosi constituye para China una muestra de respaldo a la independencia de Taiwán, territorio sobre el que Beijing reclama la soberanía al considerarla una provincia rebelde desde que los nacionalistas del Kuomintang se replegaron allí en 1949, tras perder la guerra civil contra los comunistas. En todo momento, la administración de Joe Biden buscó desvincularse de esta visita subrayando que es una decisión personal de Pelosi, la responsable de mayor rango estadounidense que visita Taiwán en un cuarto de siglo.

Por lo pronto, Estados Unidos tiene varios buques de guerra en la zona. Una portavoz de la Flota del Pacífico de Estados Unidos detalló que el país tiene cerca de Taiwán el Grupo de Combate del Portaaviones Ronald Reagan y el barco anfibio USS Tripoli. Sin embargo, matizó que el grupo de combate lleva a cabo "operaciones de rutina en el mar del sur de China y en el mar de Filipinas". Dicho grupo incluye al destructor USS Higgins y los cruceros con misiles guiados USS Antietam y USS Chancellorsville.

Pelosi tiene previsto reunirse el jueves en Seúl con su par surcoreano, Kim Jin-pyo, antes de desplazarse ese mismo día a Japón, en la que será la última parada de su gira asiática.