"El universo no existe y es plano, un piso blando", postuló un día Miguel Tomasín, líder de Reynols. Cuando Roberto Conlazo y Alan Courtis, sus compañeros de banda, le preguntaron quién le había dicho semejante teoría, el baterista no dudó: "Los extraterrestres". La charla siguió así:

-¿Vos creés en los extraterrestres?

Miguel: -No, no existen.

-¿Cómo sabés que no existen?

Miguel: -Porque hablé con ellos.

Con ese diálogo comienza la sección "Introducción a la no-filosofía Tomasín" de Minecxiología, el primer libro de Reynols, publicado recientemente por Dobra Robota. A través de más de 500 páginas, el volumen ofrece un pantallazo entre exhaustivo e insuficiente al universo generado por este trío surgido en 1993 en Buenos Aires. Conlazo ya tocaba con Courtis cuando Tomasín, que tiene síndrome de Down, llegó a la escuela de música del primero y se presentó con la frase "Hola, soy Miguel, un gran baterista famoso".

"La conexión fue inmediata y todo se dio en forma muy vertiginosa: la primera vez que nos juntamos con Miguel en una sala de ensayo pensamos que íbamos a tocar algunos minutos y terminamos tocando más de tres horas", recuerdan Conlazo y Courtis en Minecxiología. En las páginas del libro hay desde recuerdos de la infancia de sus integrantes hasta compendios de términos inventados por Tomasín y de los géneros musicales usados por periodistas de todo el mundo para definir la música de Reynols. Y en medio, la discografía con más de un centenar de trabajos publicados alrededor del Globo, con casi igual número de particularidades en cuanto a contenido, formato o arte de tapa.

Reynols sólo editó un álbum en la Argentina: Gordura vegetal hidrogenada, el primer CD desmaterializado de la historia. Cuando uno lo abría, estaban la caja y el librito, pero el disco ya no. A 25 años de su edición, el particular trabajo tuvo una reedición en vinilo desmaterializado en Noruega, y más tarde en cassette y magazine (¡sin cinta!) en Bélgica. "Hay alguien que se tatuó la tapa del disco sin disco en el brazo... ¡tremendo!", dice Courtis, y la sonrisa le dura cuando Página/12 le plantea las dificultades de mandar un master desmaterializado a los sellos para su publicación.

Reynols ha dado conciertos para plantas (un cuarto de siglo antes de que la pandemia obligara a poner macetas en las butacas de teatros europeos), ha publicado un disco con los cacerolazos de 2001, grabado una "sinfonía de 10 mil pollos" gritando al mismo tiempo, ha girado por medio planeta, se ha cruzado con figuras de la experimentación como Pauline Oliveros, Lee Ranaldo y Damo Suzuki (y también con el rapero Jazzy Mel), ha grabado junto a Acid Mothers Temple, sido la banda estable del programa televisivo del pediatra Mario Socolinsky y hasta se retiró al planeta Minecxio en 2004 para volver como si nada quince años más tarde.

Y ahora Reynols tiene Minecxiología. Pero... "Si el libro fuese 100% Reynols, tranquilamente podrían venir todas las hojas pegadas y que no se pueda abrir", suelta Conlazo antes de la carcajada. Courtis es más "diplomático": "El libro tampoco pretende explicar todo, sólo dar algunas pistas y bajar algo de todo esto, ver un poco la forma de pensar de Miguel. Es una forma de compartirlo desde otro lado. Pero no pretendemos dar nada por cerrado ni por explicado".

Minecxología surgió por la propuesta de Dobra Robota, que ya había publicado la traducción de Courtis de Deep Listening, una práctica para la composición sonora, de Pauline Oliveros. "El libro fue gestado en un 90% en la pandemia", recuerda Conlazo. "Empezó un poco antes, pero ahí fue como anillo al dedo el hecho de estar encerrados, porque estábamos con la libretita anotando recuerdos y después los íbamos tamizando". "Con Gabriela De Mola, responsable de la editorial, hicimos varios zooms que ella transcribió, y a partir de ahí corregimos y agregamos", completa Courtis.

Conlazo y Courtis con Pauline Oliveros en el Lincoln Center.

-¿Y cuál era la motivación de Reynols para publicar el libro?

Alan Courtis: -En principio, que nunca había estado este material todo junto. Tuvimos que ponernos a revisar todo el archivo, ordenar temporalmente.

Roberto Conlazo: -Estuvo bueno hasta para tener nosotros mismos una idea completa de lo que hicimos. Es como tener el mapamundi con los puntitos marcados... Incluso el catálogo: en mi vida había visto el catálogo Reynols completo hasta que salió el libro.

A.C.: -Quedó un montón de material afuera, lo que no está mal, porque están circulando un par de muestras de Reynols. Muchas fotos que escaneamos y no entraron en el libro van para otros proyectos. Hace poco hubo una muestra en seis ciudades de Japón, con fotos, videos y el trabajo de archivo sirvió para que podamos activarla.

R.C.: -No es que teníamos el plan de hacer un libro, pero nos proponían cosas distintas para hacerlo. Una es toda de fotos, otra de entrevista... En este caso, hay anécdotas, biografía en primera persona... Lo que está bueno de este libro es que no tiene un formato típico sino muchas aristas.

A.C.: -No tiene una lectura lineal, podés empezar por cualquier sección: las palabras de Tomasín, las fotos... o de atrás para adelante, también.

Una de las razones que marcaron el regreso de Reynols a la actividad en 2019 fue el trabajo en el boxset Minecxio Emanation 1993–2018,  conformado por seis CDs y un DVD. En ese año, el trío se presentó en dos fechas en el Malba: en la primera, sólo hizo que el público cantara a capella. El resultado es Reynols Plays the Audience, un vinilo ¡de 5 pulgadas! (el tamaño de un CD) publicado en Japón. Y mientras Conlazo y Courtis planean una muestra en Buenos Aires, ya hay fecha para un nuevo show del grupo: será el 9 de septiembre en el Festival Ruido, que se realizará en el Centro Cultural Kirchner. "Siempre nos gustó la idea de tocar una vez por año", bromean los músicos. "Pero nos gusta mucho grabar... Tenemos más material inédito que lo que está editado".

-Pero hace poco estuvieron grabando en un estudio.

A.C.: -Estamos grabando disco nuevo, que no sabemos cómo se va a llamar. Estuvo buenísimo.

R.C.: -Creo que hay material para dos o tres discos, fácil.

A.C.: -Hablábamos con Roberto de que nos hacía acordar un poco a los inicios, es algo bastante rock. Podríamos haberlo grabado en el 90 y algo.

R.C.: -Yo creo que es una especie de cubismo new age romántico garage concreto.

-¿Miguel está tocando la batería?

A.C.: -Sí, aunque no todo el tiempo. No tiene una batería armada en la casa, entonces no está tan en forma baterísticamente, pero sí toca... También toca teclados y guitarras, y está cantando mucho.

R.C.: -Es que Miguel es así, también: de golpe está tocando la batería y te dice "A ver, dame la guitarra" y empieza a tocarla. Además, es tan versátil con la voz que de golpe salta de cantar algo operístico a algo medio romántico, o una cosa medio gregoriana. Creo que lo que siempre mantuvo vivo a Reynols es no saber nunca qué es lo que va a pasar. Eso es algo que nos fascina. Estamos en el estudio, nos miramos, contamos cuatro y empezamos a tocar... ¡y no se puede creer! Es así y funciona, porque hace treinta años que suena, y no sentimos que sea una cosa que se repite o algo así.

A.C.: -Al estar Miguel, le da una dimensión distinta y eso lo mantiene vivo.

Reynols y allegados con el doctor Socolinsky.

-Ustedes tienen experiencia en compartir shows de improvisación, pero incluso en esos casos hay mínimos acuerdos antes de hacer sonar algo.

A.C.: -Acá es contar cuatro y... ¡el abismo!

R.C.: -Nos tiramos en parapente pero a todas las dimensiones. No sabemos si nos va a aparecer un monstruo de 150 mil cabezas tirándonos rayos... Nunca sabemos lo que va a pasar y nos fascina esa adrenalina. Pero hay otra cosa impresionante, que los temas también tienen final. Parece como si estuvieran ensayados desde hace cien años. Nos miramos y Miguel dice "Es muy buenísimo". Y ya está, sabemos que terminó y que es muy buenísimo. Es algo que no puedo explicar.

-¿Ustedes entienden a Reynols?

A.C.: -No, no se puede entender racionalmente. Es un vórtice, tiene una fuerza vital misma... Es como un organismo, una banda que tiene una fuerza vital propia.

R.C.: -Creo que somos mediums de Minecxio. ¿Y qué pasa? ¡Qué sé yo! No podemos creerlo... A la vez, somos extremadamente exigentes con nosotros mismos, entonces podríamos decir "Bueno, ya está, se acabó Reynols, no tocamos nunca más", pero nos pasa lo mismo que cuando tocamos la primera vez, hace treinta años. No se agota. Y nos fascina saber que está pasando algo que es incomprensible. Y verlo a Miguel embalado, cantando con movimientos que podría hacer Elvis o Raphael... En su planeta Minecxio, él dice que es Pavarotti o Sandro o Elvis. Y él lo procesa en su planeta y es algo completamente único: puede llegar a ser más increíble que Elvis o que la gente lo odie, también. Eso es algo que nos enseñó Miguel: ser inmunes a eso. Es esto, tómalo o déjalo, nada de puntos medios. Es como cuando se abre la tranquera en un rodeo: listo, podés intelectualizar todo lo que quieras, pero el que está arriba del caballo es Reynols.

-En el libro sí hay una intención de intelectualizar a Reynols y tornarlo comprensible.

R.C.: -Bueno, eso es lo que no escribimos nosotros (risas)

En Minecxología se reproduce una nota de Marc Masters, autor del libro No Wave, en la que dice que "Reynols no se libera de las barreras sino que más bien las evapora". ¿Un ejemplo? "Para nosotros nunca existió el error", dice Conlazo. "Si mandábamos una foto por fax y salía toda mal, la poníamos en la tapa de un disco".

A.C.: -Es una banda en la que no hay bajo. ¿Tendría que haber? No sé, no hay. No necesitamos, tampoco.

R.C.: -Hay grabaciones con guitarras que no tienen cuerdas. Nunca hubo límites.

A.C.: -Eso es parte de hacer un camino único y no seguir las reglas de nadie.

R.C.: -Si te ponés a pensar, ¿quién corno dijo que tiene que haber dos guitarras, bajo y batería? Está bien, amo a Bo Diddley, a Little Richard y a Jimi Hendrix, son los reyes. Pero, ¿qué había antes de eso? ¿Y antes del antes? Creo que Reynols, de alguna forma, trata de rescatar eso, que ni siquiera nosotros sabemos qué es.

-Pero en Minecxio sí saben.

Ambos: -¡Absolutamente!

Reynols con la Batería Minali.

Instrumentos sin límites

Guitarra de carne picada

En la sección "Instrumentarium" de Minecxología se repasan los instrumentos de confección propia que Reynols usó en grabaciones y giras. Entre ellos está la Beef-Caster, una guitarra cuyo cuerpo es "una bandeja con carne picada envasada, a la que  se le agrega un diapasón y se le conectan los micrófonos". "Su vida útil depende de la mayor o menor velocidad del proceso de descomposición de la carne", se asegura. También hay espacio para la Batería Minali, un instrumento "semiorgánico" que fue intervenido "por el sol, la lluvia, el viento y todos los fenómenos climáticos y atmosféricos posibles. Tiempo de exposición a la intemperie: de cinco a seis meses. Parches flojos, sin tensión, simil papel de calcar petrificado. Palillos comunes reemplazados por un tronco de árbol. Duración: tres golpes. El sonido de esta batería en estado de descomposición puede escucharse en Sonirdo de Mofifero".