Leopoldo es un soñador que pena un modesto trabajo municipal bajo el destrato de su jefe y las burlas de una compañera. Pero Leopoldo sueña. Sueña con Rosaura, de quien lo separa la timidez compartida, y sueña con ser un gran cantor de tangos, porque su pena transcurre a fines de la década del ’40, cuando la música de Buenos Aires está en su esplendor. Leopoldo es el protagonista de Del barrio la mondiola, que estrena el sábado a las 17 en el Caras y Caretas San Telmo (Venezuela 330) con dirección y coreografías de Mecha Fernández, la producción de Becky Garello, las actuaciones de Silvia Geijo, Carlos Ledrag, Jesica Livorsi, y del propio dramaturgo: Jorge Lorenzo. Además, el sainete que proponen Lorenzo y compañía está musicalizado en vivo por Esteban Morgado y Nicolás Perrone, que recorren varios clásicos del tango, como “Garufa”, “Cuesta abajo” y “Nada”.

“Ante los tiempos que vivimos, consideramos que necesitamos un poco de diversión. El sainete, que es costumbrista y popular, con mucho humor, es ideal para disfrutar así”, reflexiona Fernández. Para la directora, lejos de dramatizar el texto, los tangos les permiten encontrarle otra vuelta al humor. “Por otro lado, volver a escuchar versos como ‘cuando tu no estás, la flor no perfuma’, nos lleva a un lugar de romanticismo que nos viene muy bien”, considera.

“La idea de retomar el sainete fue de Jorge Lorenzo. Y si bien originalmente fue un género menor surgido en España, logra instalarse en el Río de la Plata. Nos interesaba porque que juega mucho con el humor, el absurdo, el grotesco y nos parecía que había que traerlo a la cartelera de Buenos Aires para que los porteños revivan las épocas gloriosas del teatro criollo”, explica Garello.

Del barrio la Mondiola tuvo una primera puesta en el Teatro 25 de Mayo (el último lugar donde cantó Carlos Gardel en la Argentina), una experiencia que el equipo de la obra recuerda con cariño. Becky, por caso, destaca cómo los vecinos resistieron la demolición del edificio por parte del gobierno porteño y así preservaron parte de la historia del barrio. Para esta segunda experiencia, ahora en otro clásico de las salas porteñas, Garello conoce a su público. “En general es un público adulto, tanguero y sainetero que se va agradecido porque se rió, se emocionó con una historia de amor y obviamente disfrutó los tangos interpretados por Esteban y Nicolás”, señala. Su compañera de equipo cuenta que “es para toda la familia, pero sobre todo para los adultos mayores, porque queremos que los abuelos cuenten a sus nietos sobre aquellos tiempos, sobre el amor, la picardía, las tardes de radio”.

-¿Cómo lo encaraste desde la dirección?

Mecha Fernández: -El juego fue el primer motor. Me propuse que tenga ritmo, que sea preciso, como mecanismo de relojería, y subrayar un tipo de actuación directa, casi caricaturesca. Eso se transmite en el vestuario, las pelucas, en las maneras de decir. Intenté que el público se divierta, disfrute y salga cantando.

-¿Y el trabajo musical?

Becky Garello: -Mecha además de directora es coreógrafa, y a esa veta musical se incorporaron los maestros Morgado y Perrone, que no sólo hacen música en vivo, sino tango. Entonces era todo redondo: el sainete con su carga de humor, era musical y era tango. Entonces para el público porteño es como volver a vivir la época gloriosa del ‘20 al ‘40. Trabajar con Esteban es un placer desde dos puntos de vista: desde la música, obviamente; pero desde lo personal, de lo que es él como gente, también. Es un grande de la música pero tiene una humildad que nos permite manejarnos de igual a igual y hacer la producción, las horas de ensayo, como si fuese uno más.

M.F.: -Cada ensayo con él fue un gran aprendizaje porque además nos contaba la historia de cada tango, y me acompañó en la dramaturgia armando la música incidental y el tema final.

-Los tangos a veces se perciben como “música de antes”. ¿Cómo los usaron para hablar del presente también?

B.G.: -Creo que a través de los tangos uno puede ver que la Argentina siempre recorrió el mismo camino. Salvo raras excepciones, el camino vuelve a repetirse. Los tangos son como Gardel, cada día suenan mejor, cada día nos parecen más hermosos. Está bueno que venga gente joven a ver la obra porque se encuentra con un género muy nuestro, y que ha contado la historia y la esencia del argentino como pocos otros géneros musicales. Creo que la historia argentina está contada a través de los tangos. Eso lo vemos en la obra, donde van hilando la historia. Es un placer escucharlos esos tangos, escuchar a los actores cantarlos y hacerlos tan bien, en vivo, con recursos que no son de un recital, sino de una obra de teatro.