Si alguna vez existió la sensación de que el formato de los recitales estaba agotado, Ismael Serrano demostró en la noche del viernes, en un Teatro Ópera colmado, que todavía la creatividad tiene tela para cortar al respecto. El cantautor español se encuentra en la Argentina celebrando sus 25 años de trayectoria, y no consiguió mejor manera de recorrer su obra que apelando al cruce de herramientas del teatro, los late night shows televisivos y el musical. Un todo en uno al que hay que añadir además que el espectáculo se apoya asimismo en la promoción de su más reciente álbum, Seremos (2021), al punto de que la gira, que en su escala porteña incluyó otro recital el sábado y uno más domingo, lleva ese nombre. De hecho, “No soy”, tema que inaugura el repertorio de su décimo disco, fue con el que levantó el telón de las dos horas y medias de performance.

Antes de que sus fans siquiera imaginaran lo que estaba por acontecer, un piano a la izquierda del escenario, una silla y una guitarra acústica en el medio, y un chelo en el costado derecho daban la bienvenida al recinto. Sin embargo, como si se tratara de una suerte de guía de lo imprevisible, y por más que pocos le prestaron atención, el programa de mano explicaba la propuesta del espectáculo. Hasta incluía palabras del propio músico, en las que destacaba el trasfondo y contexto de Seremos. “No fui capaz de hablar de la pandemia, de las calles vacías o de las luces blancas de los hospitales”, dice en uno de los pasajes del folleto. “Quise hablar de la vida congelada que nos espera, de esa vieja ‘normalidad’. Casi todo parece más hermoso de lo que es cuando se pierde. Escribí estas canciones con la certeza de que este temporal dejará una enseñanza. Aunque lleve tiempo. A pesar del ruido del noticiero”.

Pero el público no logró entender del todo el relato y la puesta hasta bien entrado el show. Serrano apareció en escena pasadas las 21, secundando a sus músicos: la chelista Claudia Sereni y el pianista Jacob Subereda (su director musical y productor del último disco). Al principio, todo se desenvolvía como un recital común y corriente. Si bien “No soy” es una suerte de manifiesto artístico del madrileño, más adelante su letra cobraría sentido en el armado. “No soy el cantautor que vino a ordenarte la vida”, arranca el tema, para más adelante concluir: “Soy sólo aquel que te amó como pudo”. Una vez que terminó la canción, el juglar se sentó y empezó a llevar adelante una entrevista sobre su flamante material con Sandra, una periodista ficticia cuya voz salía en off, aunque no quedaba claro es si el lugar en el que se desenvolvía la nota era un plató radial o televisivo.

Pregunta va y pregunta viene, y en una pausa comercial Serrano (o más bien su personaje, que hace de Serrano) comienza a coquetear con la entrevistadora tras enterarse de que se separó de su pareja. Y no sólo eso: apela por los años que se conocen para sacarle provecho a la situación. Al mejor estilo de los showcases para medios de comunicación audiovisuales, el juglar alternaba el coloquio con música. En este caso, mechó clásicos como “Vértigo”, “Sucede que a veces” o “Amores imposibles” con temas del nuevo disco, entre los que destacaron “Soltar” o “Porque fuimos”. Justo en esta canción, este redentor de la tradición trovadora de Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute o Silvio Rodríguez rompe con la idiosincrasia de los cantautores españoles de los '90, e intenta acercarse a la nueva generación a través de recursos más contemporáneos como el bombo en negra característico de la música electrónica.

Previo a que la entrevista concluya, el músico que alardea de su capacidad para coexistir con la tristeza enciende las alarmas al reconocer que estaba pensando en retirarse de la profesión, pues atraviesa una crisis creativa y existencial. Esto deja atónita a Sandra, quien le reclama por qué dejó la noticia para el final. Durante su indignación, la periodista se entera de que alguien de su equipo tuvo una variante nueva de covid-19, por lo que deben permanecer la noche en cuarentena. Entonces salta a la luz que en los inicios de la carrera de Serrano ambos fueron pareja. Y comienzan a recordar los viejos tiempos, lo que trae a colación un emotivo cover de “Alfonsina y el mar”, al que le secundó otro de “Take On Me”, del grupo nórdico A-ha. Las anécdotas de color no es a lo único a lo que los invita el encierro. También evocan momentos carga y reflexiones sobre la esencia de la canción.

A lo largo de ese viaje por su historia, el artista sacó a relucir su humor y sus dotes para el unipersonal. Además, en complicidad con sus músicos, quienes lo acompañaron no sólo tocando sino también actuando, revisitó “Si se callase el ruido”, “Vine del norte”, “La llamada” y “Ahora que te encuentro”. Aunque el desenlace se produjo en el albor de “Papá, cuéntame otra vez”, cuando en medio de la frustración de Serrano por la pérdida del poder de transformación de la música, Sandra revela que sus temas cambiaron su mundo. Tras esto, avisan que era falso el caso de coronavirus por el que fueron aislados y la periodista se despide extendiendo una invitación para otra nota. Ahí el trío sale del escenario y vuelve para el bis. Ahora sí: el madrileño puede hablarle a sus fans y devolverles el cariño, y a continuación desenfunda “Recuerdos”. A manera de reminisencia de que las utopías no pasan de moda. Tampoco las canciones.