Por Tomás Lukin [email protected]


Desmenuzar la estacionalidad

Por Daniel Schteingart *

Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec expandida al total del país, hubo 220.000 ocupados menos entre el cuarto trimestre de 2016 y el primero de 2017. Sin embargo, categorizar eso como un liso y llano deterioro del mercado de trabajo es, a priori, apresurado. El problema es cuánto hay de fenómeno estacional y cuánto no. Tenemos algunas pistas, que hay que desentrañar.

Veamos una cosa. A diferencia de la EPH -que es una encuesta que cubre al 62 por ciento de la población del país, y que, por ser una encuesta, tiene error muestral-, el SIPA nos muestra información 100 por ciento precisa, ya que se nutre de registros administrativos (CUITs y CUILs). La limitación del SIPA es que solo cubre a los asalariados formales (también contempla a los trabajadores independientes formales, pero allí no sabemos bien la dinámica reciente debido a que muchos monotributistas que ya tenían empleo se regularizaron para cobrar la AUH, o sea, no es que consiguieron empleo). ¿Qué muestra el SIPA? Que, habitualmente, en el sector privado formal, la estacionalidad juega a favor en primavera y verano.

En general, los datos del SIPA muestran que el período octubre-marzo suele tener un “viento a favor” en términos de estacionalidad, lo cual se explica mayormente por: a) mayor dinamismo comercial por las fiestas, b) turismo en enero-febrero, que genera puestos provisorios en hoteles, restaurantes, servicios inmobiliarios y comercios en destinos turísticos y c) los tiempos del agro (siembra y cosecha). Si bien es cierto que hay sectores cuya estacionalidad es la inversa (educación, que para durante el verano), tomando el conjunto de los sectores “el viento a favor” de la estacionalidad se observa entre octubre-marzo y, a la inversa, el “viento en contra” se da entre abril y septiembre.

Ahora bien, históricamente la EPH suele mostrar que el empleo en el primer trimestre empeora respecto a todos los demás. ¿A qué se debe esta aparente contradicción con el SIPA? Hay varios factores: 

A) El comportamiento de los trabajadores independientes y de los informales (que sí mide la EPH, y no el SIPA) suele ser distinto al de los asalariados en blanco, de modo que en muchos casos puede más que contrapesar lo detectado para asalariados formales. Si bien todavía no contamos con el desglose del mercado de trabajo en el primer trimestre de 2017, analizando años previos de la EPH podemos ver que el empleo informal por lo general se contrae en el primer trimestre respecto al cuarto (y no necesariamente el formal).

B) Las ramas que más muestran estacionalidad a favor en el verano pueden no estar bien contempladas en la EPH. Nos referimos puntualmente al empleo en el agro (que la EPH capta muy mal, dado que en las grandes ciudades -que es lo que mide EPH- hay poco empleo agropecuario) y en turismo (sólo Mar del Plata es un destino turístico importante dentro de los 31 aglomerados urbanos; no hay otros destinos de la costa atlántica, ni Bariloche, ni otras localidades turísticas de todo el país).

Dado este “ruido”, lo que deberíamos hacer es comparar contra el mismo período de años previos. El tema aquí es que la EPH 2007-2015 no es del todo comparable con la de 2017, debido a que hubo cambios muestrales que hay que armonizar (en 2013-4 aumentó el peso de niños en la muestra, y en 2016 se desandó ello; a su vez, hubo cambios en el peso de los distintos aglomerados). A su vez, no hay datos del primer trimestre de 2016.

Con los economistas Guido Zack y Federico Favata hemos intentado “recalibrar” la EPH para volver la serie comparable desde 2003, cuando surge la EPH actual. El análisis comparado muestra varias cuestiones: primero, es cierto que en los primeros trimestres el empleo tiende a ser menor que en los otros tres. Sin embargo, para un primer trimestre, los datos de 2017 muestran la tasa de empleo (ocupados cada 100 habitantes) más baja desde 2006: 41,3 por ciento. De todos modos, hay que tener en cuenta que estos datos no son del todo categóricos, ya que no son significativos en lo estadístico en general, dado que las oscilaciones son de baja magnitud (0,5 puntos por lo general), y eventualmente sujetas al error muestral.

Sí hay algo claro: en un momento en el que el gobierno enfatiza la incipiente reactivación, los datos de la EPH del primer trimestre parecen ser decepcionantes. Podemos relativizar el empeoramiento de los números debido a cuestiones estacionales, pero ninguno de los indicadores de la EPH muestra una mejora considerable. Por último, un dato para tener en el radar en un año electoral: por primera vez desde 2005, el desempleo más alto se dio en el conurbano bonaerense. En 2016, habían liderado el ranking de desempleo aglomerados como Rosario o Mar Del Plata.

* Investigador en UMET, coordinador de precios y salarios del Instituto Estadístico de los Trabajadores.


Cifras desalentadoras

Por Federico Pastrana y Juan Goldman *

El pasado miércoles el Indec difundió los datos de empleo del primer trimestre de 2017: el desempleo creció al 9,2 por ciento, un valor alto que contradice el discurso oficial respecto a la supuesta mejora del mercado de trabajo argentino. Llama la atención particularmente el elevado desempleo en los partidos del Gran Buenos Aires (11,8 por ciento) y el de otros centros urbanos con elevada participación de la industria como Rosario (10,3) y Córdoba (9,6 por ciento).

En torno a estos datos, Dujovne declaró que el desempleo actual es “transitorio y estacional”. Para comprender si esta afirmación es coherente o no, es interesante analizar la coyuntura general teniendo en cuenta otros datos. Por un lado, la tasa de empleo del primer trimestre de 2017 es la menor comparada con todos los trimestres de 2016 y 2015 (incluyendo el primero, sin problemas de estacionalidad). Además, si comparamos con el último trimestre de 2016, la cantidad de ocupados cae. Esto lleva a pensar que el alto nivel de desempleo actual no estaría vinculado a una mayor búsqueda de empleo sino a la cantidad de ocupados, asociada a los despidos y a la escasa generación de puestos de trabajo.

Una forma de sortear la falta de datos para el primer trimestre de 2016 es observar la evolución de la tasa de desempleo en la Ciudad de Buenos Aires, que suele comportarse de manera similar a la nacional. La tasa de desempleo en la CABA registra un aumento interanual en todo 2016 y en el primer trimestre de 2017. Es decir que, desde principios de 2016, el desempleo subió respecto al año anterior.

Por otro lado, puede analizarse la evolución del empleo registrado a nivel nacional (publicados por el Ministerio de Trabajo), que no posee discontinuidades. Los datos muestran una continua caída interanual en los asalariados registrados del sector privado desde abril 2016. Si bien esa caída viene desacelerándose de la mano de la exigua recuperación del empleo que se observa en los datos desestacionalizados, en el primer trimestre de 2017 sigue siendo negativa (-0,2 por ciento respecto al mismo período de 2016).

En este escenario, el Presidente pone el centro de la reactivación económica en el agro, la minería y el sector financiero. Dado que la participación sobre el total de asalariados registrados no es significativa, la estrategia de promover estos sectores no resultará efectiva para impulsar al empleo total. En efecto, el saldo del empleo registrado de estos sectores es prácticamente nulo, al comparar con el primer trimestre de 2016.

En paralelo el consumo continúa estancado y, de la mano de ello, el crecimiento del empleo en comercio sólo fue del 0,6 por ciento. La industria continúa con problemas: en el primer trimestre cayó un 3,3 por ciento interanual (42.000 trabajadores menos). Si bien la construcción comenzó a recuperarse de la mano de la reactivación de la obra pública, sólo creó 9.200 puestos de trabajo (un valor bajo teniendo en cuenta que en 2016 llegó a destruir más de 40.000 puestos). 

En los datos de empleo registrado el gobierno incluye a los monotributistas y los asalariados del sector público, que crecieron en los últimos meses y permiten al gobierno afirmar que el empleo se está recuperando. Sin embargo, con estos datos se evidencia otro rasgo de la actual coyuntura: la caída de las ocupaciones más estables frente al crecimiento de empleos más precarios e inestables.

Como conclusión, la información disponible permite entender los rasgos más importantes del empleo bajo el actual modelo económico. Caída en el empleo industrial, contracción de puestos de asalariados privados registrados y aumento de puestos inestables y precarios, vinculados al cuentapropismo. Parte importante de este proceso se explica por una política de ajuste y apertura que tiene sus consecuencias evidentes en el sector industrial, que difícilmente puedan ser compensadas por medio de sectores tradicionalmente poco importantes en la generación de puestos de trabajos de calidad. 

Por lo tanto, los mayores niveles de desempleo que se registran actualmente no resultan llamativos. La orientación de la política laboral y las explicaciones dadas por el funcionarios del gobierno, vinculadas a los elevados costos laborales y la necesidad de flexibilizar el mercado de trabajo no son alentadoras en tanto dichas políticas en el pasado no han permitido una mejora en el empleo, sino más bien han llevado a una pérdida del poder de negociación de los trabajadores.

* Economistas del Centro Periferia