“Boca es un equipo que sale a ganar en todos lados, porque su característica es atacar siempre y esa es su gran virtud”. Esa es la frase de cabecera que el entrenador Guillermo Barros Schelotto utiliza para reflejar el estilo que, con sus aciertos y errores, caracterizó al flamante campeón del torneo oficial 2016/17. Dentro de ese estilo, a veces demasiado arriesgado, tuvo en sus volantes de creación Fernando Gago y Pablo Pérez, y en sus delanteros, Tevez hasta que estuvo, Benedetto, Centurión y Cristian Pavón a sus mejores exponentes. Mientras que, en la defensa, en parte por ir hacia adelante siempre, tuvo su déficit, quizá solucionado en parte en el final, cuando encontró el equilibrio con Wilmar Barrios. Y por diferentes circunstancias, lesiones y suspensiones, cambió a los cuatro del fondo.

Después fue un equipo de momentos, más allá que la idea de juego se sostenía, pero que dependía de sus individualidades, y tenía a favor su regularidad y la incapacidad de sus perseguidores en sostener la disputa por el primer puesto. Entonces tuvo unos primeros partidos en que Pavón era imparable, al punto que el mismo técnico decía que iba a ser un jugador para la Selección y luego se fue desdibujando con el tiempo, y otros en que Carlos Tevez, la primera parte del torneo, se convirtió en la manija del equipo, y en el que sostenía los ritmos y que tuvo su partido “top” ante River, de visitante.

En el final de ese partido apareció Centurión, y empezó a mostrar que ante la ida de Tevez a China podría ocupar la pesada herencia de la camiseta número 10, y ser el desequilibrio en los últimos 30 metros.

Dos partidos antes, con San Lorenzo había vuelto Fernando Gago, después de estar seis meses parado por su operación en el tendón de Aquiles y con quien, en buen nivel, el entrenador empezó a encontrar la salida de juego más limpia que no tenía con Bentancur o con el colombiano Pérez.

En la segunda parte del torneo, y cuando en el verano Walter Bou tuvo un gran desempeño, el técnico, en unos de su mejores aciertos, sostuvo como “9” a Benedetto y el ex América de México le devolvió su confianza metiendo goles claves en la parte decisiva del torneo.

Pero también el destino jugó a mano de Boca: Bentancur, uno de los preferidos por el técnico, pero de los más discutidos por los hinchas, fue convocado para la Selección de Uruguay para participar del Mundial juvenil Sub-20 de Corea, y eso le abrió la posibilidad del ingreso de Wilmar Barrios, que ya alternaba como volante ante la ausencia por una nueva lesión de Gago o por la suspensión de Pablo Pérez.

El moreno aprobó con creces en esa mesa de examen tan difícil que es la Bombonera, dándole al equipo la cuota de sacrificio y marca en el medio que el hincha reclamaba. Bentancur, quien en julio se convertirá en nuevo jugador de la Juventus, es de ese tipo de jugadores que encantan más a los técnicos que a los simpatizantes, y tuvo en el conductor a su principal defensor, que luchó para mantenerlo como titular. 

Pero más allá de las características de juego y las individualidades, este Boca no tiene discusión en los números de las estadísticas: fue primero desde la fecha 13ra. y nunca dejó la primera posición. Es el equipo más goleador y la tercera defensa menos vencida, y ganó cuatro de los cinco clásicos que disputó perdiendo sólo con River, de local 3-1. 

Pero en el final ganó los partidos que tenía que ganar ante Independiente y ante Aldosivi, mientras que River, su perseguidor por historia más importante, no le pudo mantener el ritmo y de estar a un punto quedó a siete. Sin tener un equipo suyperlativo, pero con regularidad, la idea de buscar siempre los partidos dio sus frutos. 

Barros Schelotto logró ayer su primer título como entrenador de Boca, y resaltó desde Tandil, donde se encuentra el plantel, que este fue “el triunfo de un equipo que atacó en todos lados y siempre fue al frente”. Con lágrimas en los ojos el técnico aseguró: “Esta es una de las grandes alegrías de mi vida”.