Hace dos años, el Grupo Planeta y Libros del Zorzal se asociaron para traer la colección completa de Astérix, la mítica saga de álbumes los resistentes guerreros galos. Ahora, ambas editoriales vuelven a formar equipo para cubrir otra deuda local con la historieta francobelga: Lucky Luke, el cowboy “más rápido que su propia sombra”, una de las obras cumbres del noveno arte europeo. Lucky Luke, creado por el dibujante Morris, contó con varios guionistas, pero el más destacado fue René Goscinny (el de Astérix, claro). Una cuota de homenaje, casi todo de parodia, dan como resultado una serie con mucho sentido del humor, aventura, llanuras, indios, duelos de pistola y todos los tópicos comunes del Lejano Oeste estadounidense desde la perspectiva risueña pero cariñosa de los autores franceses.

Morris toma de la historia norteamericana sus elementos más extraños (como lo del tipo que se autoproclamó Emperador de Estados Unidos o la costumbre de llamar “pie verde” a los recién llegados), algunos hechos históricos relevantes (la fundación de Oklahoma, el Pony Express, el ferrocarril o el telégrafo), los deforma un poco y tira en el medio a su protagonista, un cowboy bienintencionado, hábil con el gatillo, sagaz para resolver misterios y que indefectiblemente termina yéndose por los caminos polvorientos a resolver el siguiente entuerto. Porque claro, ese es otro tópico del relato de aventuras del Lejano Oeste que los autores parodian en distintas instancias. Curiosamente, la mayoría de sus relatos no tienen la estructura de una historia tradicional del Lejano Oeste, sino la de un policial. En El Jinete Blanco esto se nota especialmente, con Lucky recorriendo pueblo tras pueblo hasta desenmascarar a los ladrones.

Quizá lo más interesante de las aventuras de Luke no pasa por el protagonista, sino por el encantador elenco de personajes secundarios. Cada lector tendrá su preferido: los villanos Dalton, el caballo parlanchín Jolly Jumper (“alegre saltarín”) o el inútil sabueso Ran Tan Plan (que llegó a tener su propia serie, aunque duró apenas cinco álbumes) y un sinfín de personajes que existieron realmente, como Billy The Kid, Calamity Jane y la banda de Jesse James. La torpeza de los Dalton, el sarcasmo de Jolly y la estupidez de Ran Tan Plan son cruciales a la hora de entender la candidez del humor de la serie.

Hasta el momento lanzaron cuatro aventuras en sendos álbumes: El pie tierno, El emperador Smith, La curación de los Dalton y El jinete blanco. El lector especializado notará que esto difiere de la cronología que proponen tanto la editorial belga Dupuis como la francesa Dargaud, aunque se acerca más a la de la segunda. Afortunadamente, las aventuras de Lucky Luke se pueden leer independientemente, pues no tienen un sentido de continuidad fuerte. Si bien en La curación de los Dalton el lector novel se puede quedar sorprendido por la enemistad manifiesta ente los hermanos y el cowboy –que no se menciona en los dos tomos anteriores–, eso no impide disfrutar un libro que funciona casi como una comedia de enredos, en la que Morris y Goscinny se ríen de la psicología, de la criminalística y de los abogados. Porque si bien es cierto que Lucky Luke es esencialmente una historieta para chicos, al igual que Astérix, todos sus tomos están pensados para que diferentes públicos disfruten con distintas capas de lectura. En este sentido, Lucky Luke siempre da en el blanco.