“A mí me toma la valentía cuando estoy en el escenario”, dice, emocionada, Lara Fichera. Cantante, contrabajista y compositora platense, Fichera le pone el cuerpo y la voz a distintos proyectos musicales, siempre dentro del universo del jazz. A lo largo de julio, estará tocando en diversos puntos de la provincia y en la Ciudad de Buenos Aires.
Fichera se ilumina al hablar del escenario, de tocar en vivo, de compartir con otras personas, siempre en ese vértigo y en esa intimidad que propone el presente, el cuerpo puesto al servicio de la experiencia incapturable una y otra vez. Tal vez sea porque, si bien actualmente tiene una gira por Europa en sus espaldas y transitó muchos escenarios, Fichera era una nena tímida. “A mí me costaba mucho hablar. Era muy para adentro; pero cuando cantaba, encontraba la posibilidad de ser honesta, de conectar con las personas que quería”, explica.
La historia familiar cuenta que Lara cantó desde siempre. En su casa había un piano, con el que probaba qué pasaba al presionar las teclas y cantar. Cantaba sobre la música que escuchaba en los discos de sus papás, inventaba pequeñas melodías en base a lo que escuchaba, y así fue como a los cuatro años su mamá la llevó al conservatorio para ver qué podía hacer. Empezó a estudiar guitarra en ese espacio, y allí continuó hasta los catorce años. Además, su familia tenía un bar en San Martín de los Andes, “Dublín”, donde se hacía música por las noches, y en el que Fichera empezó a investigar, como un juego, el mundo de la canción y el escenario. “Una parte súper importante de mi formación tuvo que ver con eso: con cantar para personas que estaban ahí, disfrutando de su noche, o compartir con músicos que se acercaban, sin pensar todavía en ser cantante ni en una carrera en la música”, dice. Más tarde estudió la orientación de música en el bachillerato de Bellas Artes de la UNLP, y las carreras de Dirección Orquestal y Canto Lírico en la UNA, hasta que llegó el jazz. “Como me costaban las palabras, cuando descubrí el lenguaje del jazz me sentí muy afín con esa posibilidad de jugar con los sonidos, improvisar, cantar sin tener que decir necesariamente un texto, sino poder jugar con la sonoridad del lenguaje. Fue un espacio en el que me sentí cómoda”, explica.
“La música me conectó con el presente desde muy chica. Fue donde me sentí más en sintonía con la vida y con la posibilidad de compartirla”, dice Fichera, y reflexiona sobre su primera gira por el viejo continente, que concluyó en junio después de casi tres meses y cuatro países, España, Suiza, Alemania y Francia. “La música tiene un poder: nos permite estar cerca del otro de una forma más directa, primaria, que la del habla”, explica. Una vez que el público escucha las primeras dos o tres canciones, algo cambia en la respiración del lugar. Una especie de coordinación toma la sala. “Que suceda eso con gente con la que no hablo el mismo idioma es una maravilla”. Fichera viajó con diez conciertos agendados, y al estar allá la agenda se duplicó gracias al boca en boca. Eligió viajar como solista, un formato en el que se siente cómoda y vulnerable a la vez. Al tocar hay un momento, explica, en que se produce algo que no puede controlar: “siento que entro en un túnel y que estoy completamente abocada al presente de la música y que, cuando termina la canción, no recuerdo nada. Es momento a momento”.
Todos sus proyectos musicales
Además de su proyecto como solista, Fichera integra otras propuestas, y con varias de ellas se presentará en los próximos días de julio en distintos puntos de la provincia. “Sonoro”, el dúo poético-musical que comparte con el actor “Mono” Ibarlin, se presenta este jueves 17 a las 20 hs en el Coliseo Podestá, La Plata. El proyecto se define como un “espectáculo de palabras y sonidos, música y textos, canciones y poemas” por el que desfilan los versos de autores como César Vallejo, Rodolfo Edwards y Dylan Thomas, entre otros. Allí, Ibarlin y Fichera actúan, cantan, recitan, y mezclan sus saberes. “Es un proyecto que pone de relieve estrategias para contar eso que no se puede contar. Por momentos, puede parecer que se trata de cruzar diferentes disciplinas, pero en realidad sentimos que eso innombrable solo se puede decir o sugerir cuando nos encontramos. Cuando jugamos juntos y llegamos a un lugar al que solos no podríamos”, explica la cantante.
El sábado 19 se presentará junto a “Argentas” en Jazz Voyeur, Buenos Aires. “Argentas” es un trío de jazz, completado por Yamile Burich en saxos y arreglos, y Ornella Contreras en piano. La propuesta incluye música original (compuesta por Burich) y la reinterpretación en clave jazzística de música de Cuchi Leguizamón, María Elena Walsh, Ariel Ramírez, entre otros.
En un fin de semana cargado, la cantante además visitará Carlos Casares el 20 de julio junto a “Lara Fichera trío”, un proyecto conformado junto a los músicos Pablo Bianchetto y Andrés Martinez, donde interpretarán canciones del EP de la artista, “En el filo”. “También tengo una fechita más a fin de mes”, dice entre risas la cantante, como quien se saca un as de la manga: será en Virasoro Bar, en Buenos Aires, el 31 de julio.
Además de las numerosas presentaciones, Fichera está componiendo nueva música. “Escribir y componer es un proceso más lento”, explica. “Es distinto a la improvisación, porque a mí me agarra una valentía arriba del escenario, una conexión con el otro en la que no me importa nada. Lo que me aparece en la cabeza en el momento, lo hago”, dice y propone una metáfora: la composición espontánea es como pedalear; en la acción lográs seguir y no caerte. En el proceso de composición más “fijo”, uno elige qué cosas dejar aparecer y qué cosas no. “Hay un proceso de identidad, de recorte, de poner en relieve la propia subjetividad. Y no es algo efímero del momento, sino que queda”, reflexiona.
Lara explica que está trabajando con materiales que escribió en momentos donde no podía hablar de ciertas cosas. Por eso, el proceso de elegir, componer y buscar compartir esos textos está siendo muy profundo. Empezó a probar tocar algunas canciones propias en el escenario, aunque todavía no estén grabadas. “Seguramente este año pueda mostrar un adelanto”, dice. “Estoy muy agradecida por estar haciendo cosas en vivo y con la gente que viene. Siento que estamos tan enchufados que tener la posibilidad de experimentar algo que pasa en tiempo real, que nunca es igual, es un privilegio, así como es un privilegio poder habitar esos momentos que, para mí, son un ritual”, concluye, feliz.