Este mes las tapas de algunos de los cómics más conocidos brillarán con los colores de la bandera creada por Gilbert Baker y eso no es casualidad: el día internacional del orgullo LGBT se acerca y la editorial yanqui Image decidió celebrarlo a lo grande. Como es habitual en The Walking Dead, los vivos atacan a los zombis para no convertirse en su cena. Lo que no es tan común es que Jesús, el personaje gay de esta saga tan popular, se defienda de la amenazante mordida de un muerto vivo clavándole el asta de la bandera arco iris. En la misma góndola resalta otra tapa rabiosa: un vampiro levantando el dedo medio hacia el lector mientras su remera reza “¡Estoy acá, soy queer y soy un fucking inmortal!”. Este tipo de imágenes en un cómic mainstream en USA eran impensables hace 20 años. Y, pese a todo lo que trabajaron casi todas las editoriales por ofrecer series y personajes más diversos, resuenan fuerte hoy, en la era Trump, con el enorme retroceso que el presidente del jopo trajo consigo. Podría decirse que una serie de tapas alternativas que celebren la diversidad y la libertad sexual pueden sonar a activismo tímido y burgués. Sin embargo, la revolución más grande sucede en lxs niñxs y adolescentes yanquis, muchxs de ellxs criadxs y educadxs en hogares ultra conservadores, cuando entran a una comiquería en busca de su historieta de zombis, superhéroes o vampiros y se encuentran con que el protagonista musculoso de su serie favorita decidió pintarse los labios. Pero no están solos este mes. IDW, quienes ya editaron la nueva versión de Jem and the Holograms en clave queer y coeditaron Love is Love, un libro especial que busca recaudar fondos para los familiares de las víctimas de la Masacre de Orlando, lanzan una tapa de G.I. Joe, su franquicia más reaccionaria y patriotera, obra de la estrella y dibujante osuno Ed Luce. A punto de formar un ovillo de carne, los rudos soldados se comportan más como osos en una fiesta que como ceñudos marines en una misión. Esto no es una lectura casual ni un accidente editorial. Los mismos editores la anuncian como la primera tapa deliberadamente homoerótica de la franquicia. Y, es cierto, cuando jugábamos con nuestros temerarios, todxs lxs niñxs los hicimos coger duro alguna vez. Pero no es lo mismo que verlos peludos y sudados, frotándose en una portada oficial. Cómics queer hubo, y habrá, siempre. Pero es difícil entrar a una fiesta si alguien no te invita, y estas tapas cuelgan en las vidrieras, como luminosas ventanas avisando que, sin importar lo que te digan en casa, la escuela o la iglesia; existe una pista salvaje donde hasta los cazadores de zombis y los súper soldados de la tele bailan en cuero al ritmo de Rammstein o Erasure. Y todxs estamos invitadxs.