En tiempos en los que la exaltación del emprendedurismo enmascara el impulso de individualismos que alimenten la voracidad del mercado, la cooperativa Cronopios resalta ejemplar. En un contexto donde abundan los obstáculos (desde los habituales para cualquier emprendimiento laboral colectivo hasta los que signan las realidades particulares), un conjunto de jóvenes asistentes al centro de día de la cooperativa Communitas se lanzó al desafío de concretar un proyecto de trabajo como técnicos escénicos, generado en el marco de una capacitación impulsada desde la Casa Terapéutica Productiva y que contó con la capacitación de tres trabajadores de referencia en el rubro: los sonidistas Jorge "Negro" Ojeda y Guillermo Palena, y el iluminador Héctor "Cabezón" Aguilera.

Tarde de jueves. Planta baja del nuevo edificio de la Facultad de Humanidades y Artes. Entre ese paisaje académico, un pequeño escenario se prepara para recibir a dos ilustres de la música popular argentina: Ramón Ayala y Peteco Carabajal, distinguidos honoríficamente por esa casa de altos estudios. Atentos a la relevancia del encuentro, Aguilera, Ojeda y Palena acompañan a cuatro de los socios de Cronopios, la joven empresa que ya ganó el respeto de los programadores de la Secretaría de Cultura municipal, el Ministerio de Innovación y Cultura provincial y, ahora también, de la Universidad Nacional de Rosario, que le hicieron un lugar en su cartilla de proveedores. Y, de ese modo, permitieron que comenzaran a rodar los mecanismos de un proyecto que tiene entre sus objetivos ampliar el concepto de reinserción por uno "de inserción diferente, donde el trabajo cobra relevancia, entendiendo a éste como la puesta en juego del deseo, la cultura, la formación, y la realización personal de cada uno, dando la pelea por una sociedad más justa y equitativa".

 

Communitas es una organización centrada en la asistencia en consumo problemático, discapacidad mental e intelectual.

 

Quienes así lo explican son Camila Bettanin y Matías Senderey, presidenta y secretario de Communitas, que responden a Rosario/12 desde Portugal, donde por estos días desarrollan una agenda de vinculación cooperativa y mutual con otros grupos de ese país y de España. Fundada en 2013 como un centro de día que permitiera complementar aspectos terapéuticos y productivos, Communitas funciona en Dr. Riva 1080, donde 25 profesionales de distintas disciplinas trabajan singularmente con unas 80 personas, que llegan allí desde distintos puntos de Rosario y de localidades vecinas. "Consideramos que siempre hay un proyecto de vida, la cuestión es ver cómo se sostienen esos proyectos. De una u otra manera todos nos la rebuscamos para ser una pieza de la máquina, lo fundamental es explorar los modos y las implicancias, a veces tremendamente peligrosas, de esa inserción que cada uno consigue, sin caer en una posición moral sobre si eso que la persona hace para estar adentro es correcto o incorrecto, sino ofreciendo otro tipo de posibilidades que tengan en el horizonte la construcción de una identidad anclada en el oficio y lo colectivo", explican los referentes de un emprendimiento que, bajo esos preceptos, hoy nuclea a tres cooperativas de trabajo que incluyen a un centenar de personas: además de la propia Communitas (centrada en la asistencia en consumo problemático, discapacidad mental e intelectual) se crearon El Mejunje (vinculada a la gastronomía), Naranja y Verde (confección textil) y, claro, Cronopios, proyecto que pudo empezar a dar sus primeros pasos a partir de un subsidio del Ministerio de Trabajo de la Nación que posibilitó la compra de una consola de sonido, baffles, cables y micrófonos (y cuyos servicios pueden solicitarse vía el Facebook Cronopios Cooperativa de Técnicos Escénicos, o llamando al 156823539). "El Estado per sé, debe ser un aliado estratégico de las cooperativas porque tiene muchos principios en común y puede lograr una interacción extremadamente eficiente. Estas cooperativas están conformadas por personas que han elegido esos oficios como proyecto de vida, con la premisa de hacer con la diferencia que cada uno lleva consigo, y construir a partir de eso, buscando soportar las exigencias del mercado de manera colectiva", explican desde Communitas, en una visión que es compartida por el trío de formadores. "Nosotros nos apoyamos en dos cosas: que el Estado se haga cargo del derecho a la educación y del derecho que tiene cualquier tipo de trabajo", explica Aguilera.

Y remarca: "El conocimiento no es una mercancía, es un bien solidario. Cuando la gente de Communitas nos hizo esta propuesta nos cerró, porque sino se desmembraba en el hecho de brindar el conocimiento pero sin una apoyatura laboral o una construcción colectiva como la de la cooperativa, que es lo que más nos cierra. Porque los pibes son los dueños de éso".

Sobre esa base clave, los miembros de Cronopios debieron comenzar a desandar un camino para ellos desconocido. "Tienen que salir a afrontar dos situaciones. Una es salir a laburar y la otra aprender el oficio mientras van trabajando. Que era a lo que apuntábamos como objetivo, darles una capacitación mínima y que empezaran a trabajar", distingue Palena, mientras que Ojeda amplía: "Cuando tomamos esta capacitación lo hicimos como si fuera el oficio de un albañil: les enseñamos a poner los ladrillos, después que aprendan todo el resto. Eso es lo que te hace salir a laburar".

 

Ya se crearon emprendimiento relacionados con la gastronomía, la industria textil y el emprendimiento escénico Cronopios.

 

Restan algunas horas todavía para que Ayala y Carabajal suban a escena y son cuatro los Cronopios que ultiman los detalles: Joana Baez y Alan Arroyo asistían al centro de día cuando la cooperativa de técnicos escénicos comenzó a dar sus primeros pasos; enterados del proyecto, poco después se sumaron Lucía Giménez y Juan Cruz Chanquía. Esa tarde de jueves, ellos representan a un conjunto que reúne además a Betty González, Bárbara González, Diego Alomar, Mauro Pelliza, Rubén Arce y a un histórico de la música rosarina: Carlos Velloso Colombres, maestro de bajistas y miembro de la banda con la que Jorge Fandermole grabó sus dos primeros discos. Alejado de los escenarios durante años, ahora regresa como técnico escénico.

Cronopios es, entonces, un proyecto colectivo y heterogéneo que apunta a seguir ampliando su equipamiento para competir de igual a igual con las grandes empresas. "Al estar en un centro de día, en rehabilitación, es imposible para nosotros encontrar laburo, entonces la cooperativa justamente lo que hace es buscar una integración laboral, armarnos el espacio laboral para que nosotros nos rebusquemos ‑dice Joana‑‑. En un principio nosotros pensábamos lo mismo que cualquiera: no hay nada que hacer, ya está, nadie nos quiere. Pero cambió rotundamente, porque empezamos a encontrar los huecos. En realidad, no había muchos huecos, porque en este rubro hay grandes empresas, pero había que hacerlos".

¿Sienten que a través de Cronopios pueden romper con los prejuicios?

Joana: Lo estamos haciendo. Además somos la primera empresa que tiene mujeres acá en Rosario. Por lo que se ve, son todos pibes. Acá en iluminación está Lucía, en sonido estoy yo, hay otras chicas. Y siempre se sorprenden. Primero porque somos una cooperativa en un centro de día, y después porque hay minitas levantando baffles, poniendo cables. Nos están notando.

Lucía: Después la gente con la que trabajamos, los artistas, cuando se enteran que somos una cooperativa abren los ojos, nos escuchan, se interesan y nos alientan a seguir. Porque la verdad que la dinámica de una cooperativa es muy interesante, tanto humanamente como económicamente.

Juan Cruz: El ánimo para trabajar, en una cooperativa, es lo que cambia mucho comparado con trabajar en relación de dependencia. Sentís la diferencia.

Lucía: Acá estamos pendientes de los otros, de nuestro bienestar y, sobre todo, de nuestros lazos. Trabajamos en el espectáculo y estamos corriendo todo el tiempo, pero hay algo adentro nuestro que nos une, que sinceramente hace que nos fijemos en nosotros. Si a algún compañero le pasa algo, necesita algo, esa va a ser la prioridad. La heterogeneidad que manejamos es heavy, pero es una experiencia genial.

Las realidades sociales de cada uno, estés en un centro de día o no, son desde que nacés hasta que te vas. Pero eso no te impide estar en ningún lugar, o hacer que te excluyan del lugar donde querés estar. Eso es el cooperativismo. Si no lo entendés, no comprendiste dónde estás parado.