Varios años antes de conquistar al mundo sacándose la peluca color fuego para dejar caer una tormenta de flores rojas, como un mago que sorprende al público cuando de su galera sale aleteando una paloma blanca, Sasha Velour hacía performances sobre papel. Firmando como Sasha Steinberg, la futura reina drag dibujaba con un estilo arrollador historietas autobiográficas con acuarelas, donde los tacos filosos y las uñas esculpidas infinitas interpretaban el rol protagónico. Su obra en dos dimensiones más portentosa la hizo en 2013, cuando relató en un puñado de viñetas la revolución que puede provocar en un supermercado, entre sustos y agresiones, al irrumpir en el palacio del consumismo heteronormativo con sus despampanantes cejas pronunciadas. “¡Gay!”, le grita un cliente al ver a Sasha desfilar con sus elastizadas calzas tiro alto por el pasillo de las ofertas de chalecos de piel. “No hace falta que lo grites... Yo ya sé lo que soy.’’, le responde con poder drag mientras su anillo le dispara un trueno que transforma al macho violento en un unicornio con cola rosa. El final feliz de Miss Sasha Velour goes to Walmark, publicada en la antología Qu33r, editada por Rob Kirby, es mucho más emotivo que cualquier película del Hollywood de oro: la piedra de cuarzo que porta su joya mágica lanza rayos góndola por góndola hasta convertir al súpermercado en una isla paradisíaca donde Sasha es turista y a la vez dueña del paisaje surrealista. 

Tiempo después, la dibujante cambió la mancha aguada de tinta por los píxeles para homenajear al pintor pop Hopper. Remixando esos ambientes desolados donde solo cabe un rayo de sol que le da luz al vacío. Las damas de atuendos sobrios ahora son drags de cabeza calva que miran un horizonte deseoso por ser recubierto de purpurina. Lo que tal vez no imaginó aquella Sasha que observaba pensativa por la ventana es que su anillo volvería a inundar de magia glam otro espacio, esta vez el set del reality Rupaul´s Drag Race.Todo lo que aprendió de composición, color y volumetría, al graduarse en el Center for Cartoon Studies, lo aplicó al diseño de sus trajes y al maquillaje pictórico que embellece con furia su rostro anguloso. Metiéndose en la piel de Orlok, el vampiro, o interpretando bajo un racimo de plumas el himno de CATS. Y es que Sasha nunca dejó de dibujar esas viñetas. Sigue haciendo las mismas historietas que en sus inicios como artista, solo que ahora el soporte es su propio cuerpo.