En su editorial, Víctor Hugo se metió de lleno con el caso de la cocaína adulterada, que provocó una gran conmoción este miércoles, a raíz de la muerte de al menos 20 personas por el consumo de la sustancia en la zona oeste del Conurbano bonaerense, que se originó en Puerta 8, un barrio de emergencia en Loma Hermosa.

El editorial de Víctor Hugo sobre la cocaína adulterada

El tema es dolorosamente lo que se titula como Muerte blanca, la tragedia que sobrevuela a Hurlingham, San Martín y Tres de Febrero. Al menos 20 muertos, aunque el número puede ser mayor, por los hospitalizados, tantos otros graves que se debaten entre la vida y la muerte.

Es algo que no se da normalmente en discursos como el que ofreció Cristina Kirchner en Honduras es establecer la responsabilidad política de las ideas que dominan al mundo, para que se llegue en pocos días a la muerte que las crónicas registran en México o Paraguay, para la Argentina es necesario todo lo que antecede lo que enunciaba Cristina Kirchner.

El capitalismo del mundo inunda de droga la propia vida y cada pocas horas hay un testimonio.

Es difícil establecer cómo penetra la droga en los países, pero está y de forma copiosa, terrible.

Siempre las hubo, siempre el hombre impulsó pasos hacia un alivio. Eso sucede más en sociedades que tienen al capitalismo como forma de vida.

Hundirse en la pobreza y marginación sin aferrarse a alguna forma de escapismo, de aturdirse, parece cada vez menos objetables. ¿Qué podrían hacer y dónde harían mejor su negocio? La droga atraviesa a todas las capas, los ganadores del sistema también, cuando el goce les queda escape cuando la escalada no se puede detener.

Donde más duele la droga es en los sitios más afectados económicamente. Cuando el vendedor buscó el negocio de vender de a poco pero a millones las víctimas comenzaron a atravesar transversalmente toda la sociedad. Ya no se sabe qué hacer con la vida en el exceso del goce o en la privación total del goce.

Víctor Hugo: "El drama es social"

Este tema excede la noticia policial, el drama es social, ataña a la élite económica aunque mire para otro lado.

Los que roban al mundo, los depravados que se roban a la Justicia y los medios imponen un alto grado de desprecio por la vida normal.

Dentro de la supuesta normalidad hay que fumarse demasiadas mentiras en todo lo que constituye al resorte abominable del capitalismo, llevado a su estado más salvaje, lo cual lo hace aún más peligroso.