A lo largo de ocho años, el antropólogo Nicolás Cabrera de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) llevó adelante una minuciosa investigación sobre lo que supone ser un “barra brava” en el fútbol nacional. Herencia, amor, honor y negocios son algunos de los conceptos que Cabrera decidió recorrer y que han dado lugar a la producción de Que la cuenten como quieran, un libro de la editorial Prometeo basado en su tesis de doctorado.

La exhaustiva recopilación de datos tuvo su génesis en 2011, cuando Cabrera comenzó a vivir de cerca la cotidianidad de la barra del club Belgrano de Córdoba. Lo hizo con múltiples interrogantes por delante, teniendo en cuenta que investigaría un colectivo comúnmente asociado a hechos de violencia que opacan todo tipo de fiesta que pueda observarse en las tribunas. De hecho, ese comportamiento fue el primer tema en el que decidió incursionar al momento de ingresar “al mundo de la barra” pero también cómo se forma y qué hacen quienes la integran. Con el correr de los años, y tras compartir tiempo con integrantes de la barra, su visión comenzó a ampliarse, algo que se expresa a lo largo del libro. “Me di cuenta de que los episodios de violencia son extraordinarios, que ocurren efectivamente, pero en forma esporádica, y que no tienen que ver con ese día a día que a mí me interesaba contar. Actividades semanales muy distintas a las que suelen mencionarse en las páginas policiales”, relató el investigador al Suplemento Universidad.

Según explicó, el libro es un “trabajo antropológico y no periodístico, con el que se busca comprender lo que quieren decir los interlocutores, sin ánimos de juzgar, generalizar o revelar verdades ocultas”. Entre los aspectos salientes, se cuenta el vínculo siempre complejo de la barra brava con las fuerzas policiales desde 1968 en adelante, que es cuando se conformó la barra del “Pirata” cordobés; la perdurabilidad de estos colectivos tan tradicionales en el ambiente del fútbol y la ingeniería que requiere la organización de “la fiesta” antes de cada partido.

“Hablamos de un mandato cultural, de una tradición que no se explica por lo económico, más allá de si existen o no negocios paralelos en algunos clubes. Se suele pensar a los barras como sujetos mafiosos y mercenarios que no son hinchas, pero no hay nada más alejado de eso en lo que yo pude encontrar en mi libro”, opinó.

En ese sentido, ejemplificó que “los tipos” fanáticos de su club, o del equipo que sea, suelen tener actividades a lo largo de la semana, como idear canciones nuevas, preparar el cotillón y también participar de ollas populares. “Ser barra implica organizar el aliento, poner la música y también ser hinchas de ellos mismos. El protagonismo del público es central en muchos deportes, y en ese sentido, están obsesionados por el aliento de la tribuna o que banderas poner”.

Hacia 2019, Cabrera tenía casi finalizada su producción, pero la llegada del coronavirus demoró un proceso que además contó en paralelo con un hecho significativo: el cambio de conducción en la barra de Belgrano. “Es importante entender que el libro se cierra casi al mismo tiempo que el ciclo de la antigua barra, al menos de las figuras más reconocidas de largos años. Es el fin de una era”.