El rasgo característico de la crisis económica actual es la fuerte pérdida de dólares del Banco Central. El superávit comercial de los últimos dos años y medio no se capitalizó en un incremento de las reservas. Por el contrario, se computó una caída en total de 8000 millones en el periodo 2020-primer semestre del 2022. Desde el oficialismo no dan una explicación consistente sobre el tema, sino que refieren a aspectos parciales.

Con las reservas cayendo, la única explicación que se mencionó es el problema del crecimiento. El diagnóstico oficial sugiere que expandir la economía en las condiciones presentes es peligroso por sus implicancias directas sobre el incremento de las importaciones.

Las medidas para facilitar la liquidación de divisas y evitar que los pagos por importaciones crezcan más de lo necesario parecen acertadas. Representan incluso una mejora con respecto a lo dispuesto por el exministro de Economía Martín Guzmán previo a su salida, que entorpecieron el crecimiento de la economía en vez de promoverlo y no se dirigieron a la raíz del problema.

Festival de importaciones

Para responder a la denuncia del “festival de importaciones” realizado por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en un momento en el que el monto de las importaciones había crecido un 34,5 por ciento en los primeros cinco meses de 2022 frente al mismo período de 2021 de acuerdo a los datos del mercado cambiario que publica el Banco Central, Guzmán fijó un límite poco plausible para acceder al mercado cambiario. En el nuevo esquema de pagos, las empresas que quisieran acceder a las divisas para importar determinados productos iban a poder hacerlo por el equivalente al promedio mensual de importaciones de 2021 más 5 por ciento.

En el mismo lapso, los pagos anticipados por importaciones crecieron un 11 por ciento y pasaron al representar el 77 por ciento del valor total, frente a un 74 por ciento de 2021. Este hecho despierta sospechas tanto sobre la adecuación de la regulación cambiaria hasta ese momento como de las decisiones tomadas para corregirla.

El otro factor a tener en cuenta es la autorización de pagos de la deuda externa del sector privado. Un informe emitido por el Banco Central, en junio de este año, consigna que su impacto sobre las reservas fue de 5367 millones de dólares. Esta cifra representa el 64 por ciento de los dólares que se perdieron de las reservas entre 2020 y 2022. El dato solamente se refiere al pago del capital y, del monto considerado, la mayor parte (3552 millones) corresponde a “Pymes y otros”. No toma intereses ni deuda de grandes empresas. El comunicado enfatiza que de esta manera se previno al aparato productivo de exponerse a un “proceso de extranjerización” por medio de “compras hostiles”, en particular en el sector de alimentos y energía.

El efecto perjudicial de que las empresas que se endeudaron en el período 2016-2019 afronten sus problemas financieros respondiendo con sus propios dólares es menos tangible que el costo de pagar la fiesta con las divisas que el Banco Central, de acuerdo a su Carta Orgánica, debe “Concentrar y Administrar” en pos de que estén disponibles para la economía en su conjunto.

En la situación política actual es necesario corregir el funcionamiento del mercado cambiario para que sea funcional al crecimiento de la economía. No hay que descartar una devaluación en este panorama. Lo que se debe buscar es que los salarios, las jubilaciones y las prestaciones sociales mejoren su poder de compra, lo que requiere tomar medidas a ese efecto como parte de un plan de estabilización. Otra forma de proceder carecería de sentido para la sociedad, y solamente incrementaría el desencanto con el Gobierno.

* FCE-UBA.