El proyecto del Icónico fue presentado en octubre de 2010 en Londres, a 5000 kilómetros de donde se ideaba construir. Techo corredizo con energía solar, hotel dentro del estadio y fachadas doradas prometían filminas y videos. Semanas después la FIFA designaría a Qatar sede del 2022, y ni siquiera existía Lusail, la ciudad-isla que contendría el aforo principal del torneo. Ahí, el domingo 18 de diciembre, en menos de cuatro meses, se jugará la final del Mundial.

En Qatar se lo conoce también como "El Nacional", aunque se impone su otro nombre, aquel que define con más claridad al estadio principal del Mundial 2022. Lo diseñó Albert Speer Jr, hijo del arquitecto favorito de Hitler, pero no llegó a ver su obra terminada: murió hace casi cinco años, en septiembre de 2017. El estadio comenzó a ser usado oficialmente recién días atrás, con partidos de la liga local en agosto. Mientras que su inauguración formal está fechada para el viernes 9 de septiembre por una copa entre el campeón de Arabia Saudita y el de Egipto.

En un momento se lo pensó también para hostear el partido inicial, bola que se la terminaron pasando entre Lusail, Doha y, finalmente, Jor, la ciudad más al norte del Mundial. Hasta allí se adelantó un día el cruce entre Qatar y Ecuador para anticipar el de Países Bajos y Senegal en la capital. Un extraño cambio a dedo cuatro meses después del sorteo de grupos, acaso para compensar un error forzado.

Así las cosas, el estadio nuclear de Qatar 2022, aquel que cobijará la final, será estrenado el martes 22 de noviembre a las siete de la mañana por Argentina y Arabia Saudita, probablemente dos de las selecciones que más hinchas arrastren en todo el Mundial: uno, por su momento, lidera el ránking de entradas de Sudamérica, mientras que el otro es el cuarto país que más tickets demanda, alentado por su proximidad geográfica.

Después de su debut, Argentina repetirá partido en el Icónico de Lusail, aunque con un día y horario más amables para nosotros: sábado 26 a las 16 contra México, otro de los que encabezan la compra de boletos (apenas detrás del local, Estados Unidos, Inglaterra y Arabia Saudita). En esa cancha se jugarán también los tres partidos que, hasta el momento, encabezan la taquilla: Brasil-Serbia (jueves 24), Uruguay-Portugal (lunes 28) y especialmente Brasil-Camerún, cierre del grupo G el viernes 2 de diciembre.

Hablar de distancias largas o cortas en el Mundial de 2022 resulta anecdótico: la mayor es entre el estadio Ay Bayt, de Jor, y el Al Janoub, de Al Wakrah, y son 70 kilómetros, menos de una hora de viaje entre sí. Un detalle que aliviará a viajeros: Qatar es 240 veces más chica que Argentina y apenas la mitad que Tucumán, la más pequeña de nuestras provincias.

De todos modos, el Mundial ofrecerá ocho canchas en cinco urbanidades distintas y ya sabemos bien que la logística también se va facilitando o dificultando según los resultados: Argentina primera de grupo en México '86 pudo quedarse por el DF, mientras que el golpe a Diego de 1994 obligó a levantar el acampe en Boston para cruzar Estados Unidos de costa a costa y morir en Los Ángeles. Pequeños detalles que explican algunas historias.

De los pocos equipos que gozarán las comodidades del Icónico en primera fase de Qatar 2022, uno sólo tendrá, además, la posibilidad de permanecer ahí hasta el partido final: el azar quiso que fuera Argentina. Para ello, deberá ganar su grupo, el C, lo que lo colocará en la ruta de Lusail si es que supera el sábado 3 de diciembre la escala en Rayán de Octavos, ante el segundo del grupo D (¿Australia? ¿Dinamarca? ¿Acaso Francia?).

Luego, claro, todo un universo de ilusiones y posibilidades: cuartos en el Icónico podría sorprender con Senegal (tranquilamente ganador del grupo A, compartido con el local, Ecuador y Países Bajos) o quizás Inglaterra si no gana el suyo pero se repone en Octavos; mientras que para Semis todo sugiere una arremetida de Brasil, incluso llevándose por delante a España en el camino. En fin…

Más allá de todas estas especulaciones, el Icónico de Lusail tiene otro destino asegurado una vez que ahí se haya consagrado el próximo campeón del mundo: el desarme. ¿Todavía no se estrenó y ya se piensa en demoler? Sí, y no debe causar sorpresa: lo mismo sucederá con otros aforos de diseño como el 974, de Doha (donde Argentina cerrará su grupo ante Polonia el miércoles 30 de noviembre), o el Qatar Fundation, de Rayan, la segunda urbe más grande del emirato.

Un artículo de Amnesty International de mayo pasado habla de 6500 migrantes muertos en las distintas obras edilicias de todos esos coliseos futuristas. Entre denuncias y escombros quedarán los rastros del que acaso sea el último Mundial de Messi.