“Hay un approach de varios tangos del nuevo disco, que se llama Vida mía, y obviamente los voy a presentar, aprovechando que estamos en el Caras y Caretas”, anticipa Adriana Varela, la “Gata” Varela, a Página/12 sobre el recital que ofrecerá este sábado a las 21 en el centro cultural de Venezuela 330, . Son tangos –“obviamente”, acota ella- y celebra que se haga con su “power trío”.

Con los años, explica, dejó de lado el formato de quinteto que solía curtir. “Me parece que en formato de trío rinde muchísimo, la música en sí misma, la interpretación de cada músico y la mía misma es más libre, se pueden lucir los fraseos de la viola o del bandoneón”, reflexiona. La acompañarán, justamente, Marcelo Macri en piano y como director musical (“¡no tiene nada que ver con el ex presidente!”, jura), Walter Castro en bandoneón (veterano ya, a los 16 supo debutar con Osvaldo Pugliese) y el guitarrista Horacio Avilano. “Con ellos grabé el disco nuevo, que tiene una impronta más del vivo, ¡no quise más laboratorio!”, dice y asegura que siempre tuvo presente al británico David Bowie a la hora de concebir su producción.

“Siempre digo que vamos a pelar la música: luces, sonido y la banda, sin distracciones fosforescentes ni qué sé yo, es una cosa de principios”, plantea. “Y Bowie, más allá de cómo se vestía, en algún momento también dijo que había que presentar la música en vivo lo más naturalmente, que es lo que yo hago, sea en el Teatro Real de Madrid o el Liceu de Barcelona”. Para la Gata, lo importante sobre el escenario es que haya un recital de tango en que “pelen” la cantora y los músicos.

Además, asegura, casi no ensaya. “¿Viste el jazz? Yo quiero hacer mi tango lo más musical, lo menos digerido posible, para que cuando los cuatro tengamos un encuentro en el escenario el tango no nos haya agotado”, señala. Por eso, detalla, en su vida cotidiana no escucha mucho tango. “No es porque no me guste, sino porque tiene una cosa de mucha profundidad en sus letras y no me quiero agotar el oído, porque después cuando subo al escenario me encuentro con que pasa algo muy fuerte con esas historias, esos relatos de tres minutos de alta poesía: ¡Manzi! ¡Cadícamo!” ¿Cómo se gestó el disco, que en buena medida sonará este sábado? “Los chicos preparan el tema, sacamos el tono y lo grabamos así, pero no es una cuestión de responsabilidad, es que yo necesito que sea así, con un poco de vértigo”, dice Varela.

Entre una cosa y otra, la Gata lleva 35 años sobre los escenarios. En su casa, suele contar, no se escuchaba tango. Su padre “era del jazz y del blues” y su madre de la música popular de los 60 y Edith Piaf. “Yo le daba al Winco con los Beatles, y después pasé por (Led) Zeppelin y el dios Spinetta, pero cuando entraba de fondo un tango antiguo de algún vecino, no entendía las letras y lo sentía muy gritado, hasta que vi al Polaco (Goyeneche) en Sur y sentí que era Miles Davis cantando”, rememora. “Después, cuando entendí las letras, me agarró un ataque, igual que cuando escuché a los Beatles por primera vez. ¡Era la identidad! Yo sigo buscando la identidad desde que hice fonoaudiología, psicoanálisis”, agrega. En el tango significó un hito, un atisbo de renovación en unos años 80 ásperos para el género. “Cuando llegué al tango me decían ‘faltaba tu voz, tu forma de cantar’, y tengo consciencia de eso, pero no vivo pensándolo, porque cuando el Polaco me apadrina, que fue una cosa muy fuerte, así como me puso una mochilita, también me dio seguridad, porque lo cierto es que canté en lugares donde no tocaron otros”.

-Se te suele identificar también con el rock, ¿cómo vivís eso?

-¡Es que yo soy rockera! Yo soy hija del rock por generación. El disco anterior, que me produjo mi hijo, fue un disco de canciones de rock, porque de pendeja escuchaba eso. Ahí están Fito (Páez), (Ricardo) Mollo, Pedrito Aznar. Lo loco fue que mi vida es muy sincrónica y mientras pensaba ese disco porque me lo encontraba a Fito en la calle y me decía ‘¿qué estás haciendo? ¡Ah, ese tema lo que tengo que tocar yo!’, me cruzaba con Mollo y lo mismo. Bueno, y con Pedro salió en una cena, porque somos muy amigos y nos encontramos seguido.

-En muchos sentidos, fuiste vanguardista con eso. Gran parte de la generación actual partió del rock antes de tanguearse, ¿cómo ves al tango de hoy?

-Mirá, hay un tango de Estol en el nuevo disco, “Mi involución”. Cuando me gusta algún tango nuevo que tiene el peso poético para que a mí me llegue y me atraviese, no tengo ningún prejuicio, al contrario. Por suerte hay una revolución tanguera juvenil tremenda. Aquí, allá y en todas partes, porque en Europa y Latinoamérica también. Mirá, había un filósofo francés que decía que lo único que nos queda es el tango, porque es lo único que tiene pasión. Yo le diría que el cante jondo o el flamenco también tienen pasión. Pero canté con el Cigala y él me decía “sí, pero no tiene las letras que tiene el tango”, no tienen el mismo peso de contenido. Y es verdad eso.