Al mismo tiempo que Green Day se presentaba en cancha de Vélez, Maneskin dejaba fluir el arrebato punk en su debut porteño. Y lo hizo invocando nada menos que uno de los célebres himnos del género. O más bien de su prehistoria: “I Wanna Be Your Dog”, original de The Stooges, banda que aún suele comandar el padrino de ese movimiento, Iggy Pop. En tanto la bajista Victoria de Angelis y el violero Thomas Raggi se encontraban debajo del escenario, justo en la valla que marca la frontera con el público, irradiando con sus instrumentos la adrenalina salvaje que emana de ese temazo, el baterista Ethan Torgio y el cantante Damiano David estaban arriba, con el torzo desnudo, haciendo lo suyo. Para coronar su respetuosa interpretación de ese clásico, al frontman no se le ocurrió mejor forma que agarrar el pie de su micrófono y batirlo contra el piso. Haciéndolo pedazos.

Pero no fue el único pasaje punk de la hora y media de show. También hubo una alusión a “My Generation”, otro proto himno del movimiento, en este caso de The Who, en el final de “Touch Me”. Sin embargo, el cuarteto italiano poco tiene que ver con Sex Pistols o Ramones, sino más bien con esa raíz glam, próxima a The New York Dolls, que decantó en la aparición de ambos referentes del género. Aunque la verdad es que sí hay un rasgo que los aúna con todos estos nombres: su caradurismo. El mismo que los animó a encarar su primera gira sudamericana, y que antes, en 2017, los llevó a participar en la versión de su país del reality The X Factory. El corolario de su actitud tuvo sus frutos recién el año pasado, cuando ganaron el tradicionalísimo Festival de la canción de San Remo. Lo que se tornó en un batacazo porque ninguna banda de rock había logrado esa hazaña.

Luego de un hito tras otro, lo mejor estaba por venir para los romanos. San Remo fue su boleto para representar a Italia en el prestigioso concurso de Eurovisión, batalla de artistas que al otro lado del Atlántico es lo más parecido a la Tercera Guerra Mundial. Sobre todo para los países nórdicos (al punto de que inspiró en 2020 la comedia musical cintematográfica La historia de Fire Saga). Y también lo ganaron, dándole así su tercer título a la nación europea. Al igual que otros competidores célebres que pasaron por el evento, entre los que despuntan Raphael, ABBA, Céline Dion y la recientemente fallecida Olivia Newton-John, Maneskin supo capitalizar ese triunfo. Además, en tiempo récord. En buena medida gracias al vértigo que generan las redes sociales. Si bien mucho de lo que sale de ahí es humo, no es el caso del grupo. Eso lo dejo en evidencia este domingo en el Hipódromo de Palermo, frente a más de 12 mil personas, con una performance impecable.

De sus dos discos publicados, en este desmbarco porteño Maneskin decidió hacer hincapié en el más reciente, Teatro d'ira: Vol. I (2021). Básicamente porque representa el norte de su sonido, que, antes que homógeneo, se debate entre dos maneras de comprender el rock: uno más de los 2000, con el bombo en negra al frente, y otro más clásico. Próximo al hard rock de los setenta. Justo con una canción de ese perfil, al igual que ese álbum, arrancó el show: “Zitti e buoni”, a la que mecharon con “In nome del padre”, donde despuntó el groove de la bajista y el solo pentatónico del violero. La terna de temas introductorios la cerró el nuevo single: “Mammamia”, de título italiano y letra en inglés. Entre estos dos idiomas se mueve el cancionero de la banda, así como la perorata de su cantante. Aunque a veces deslizó algo en español. Sin embargo, tras subir al escenario saludaron con un “Ciao, Argentina”.

Después de que la línea de cuatro conformada por Eros Ramazotti, Laura Pausini, Jovanotti y Zucchero pudo imponer en los noventa el idioma italiano en el imaginario musical internacional, ningún otro artista volvió a conseguirlo. Pero Maneskin lo logró transando con los códigos estéticos y comunicacionales propios del pop actual, lo que permitió que un millar de veinteañeros argentinos cantara con solvencia “Paura del buio”. Aunque no tengan idea de lo que quiere decir “Preparo il mio valzer col diavolo. Da quando son piccolo”. El cuarteto conoce bastante bien la Fontana di Trevi del rock, a tal punto de que puso a dialogar al género incluso con la canción de raigambre italiana. Tomando del legado de antecesores como Frankie Valli, de quien versionaron “Beggin”. Y lo volvieron a evidenciar con “Coraline”, de su autoría.

Si con “Vent’ anni” se atrevieron a hacer un lento, en “Close to de Top” expusieron la epidermis del rock. Ya en el segundo tramo del recital, volcaron su lado más contemporáneo. Y para ello desenfundaron “Supermodel”, “For Your Love”, “Gasoline” y su éxito “I Wanna Be Your Slave”, cuya base rítmica y minimalismo evocan a “Seven Nation Army”, mega éxito de The White Stripes. De lo que sí es seguro es que el título tributa a “I Wanna Be Your Dog”, y hasta invitaron a Iggy Pop a cantar en el single. Una vez que la banda demostró su solidez y Damiano dejó por sentado que es un buen frontman, y aparte responsable (estuvo en los detalles incluso cuando el público que estaba frente al escenario se empujaba buscando espacios), el grupo se despidió. Y tuvo que volver para hacer un par más, luego de que la Generación Z patentara su arenga recitalera: “No nos vamos nada, que nos saquen a patadas”.