Diciembre será Qatar. Aunque hace días fueron Polonia y Eslovenia; y a Japón, Filipinas e Indonesia les tocará el año próximo. Es que otros grandes Mundiales circulan por el calendario cercano. Y, acaso, de los que más atraen a los argentinos. No como el fútbol, desde luego, aunque poco envidiarán los fanáticos criollos del voléi y del básquet, donde también se están labrando nuevas épicas, experimentos jóvenes y procesos de recambios que traen esperanzas frescas para nuestras selecciones.

Dos deportes que consolidaron sus ligas domésticas en los '90 con clubes fuertes, equipos inolvidables y jugadores de exportación. Esa dinámica empujó por arriba y por abajo: a medida que los seleccionados crecían, muchos pibes se lanzaban a las pelotas blanca y naranja mirándolos con admiración. Un ejemplo que tanto el vólei como el básquet supieron cundir especialmente en el Interior de Argentina.

► Recuperando el brillo vintage

Frente a la épica suntuosa del básquet argentino post 2001, con sus copas, medallas y leyendas de NBA, el vólei aparecía como un recuerdo vintage, casi pop: la medalla de bronce de Seúl '88 tras el tercer puesto en Luna Park del Mundial '82, el arco de una década hasta ahora irrepetible. Como si fuera un relato a medida, Argentina debió volver al extremo Oriente para repetir la gesta de una presea olímpica. Ocurrió el año pasado, en los postergados juegos de Tokyo 2020, con inolvidables madrugadas frente a un equipo que se repuso a tiempo y coronó triunfos históricos ante Francia, Estados Unidos y Brasil.

El Mundial que se jugó en Polonia y Eslovenia hasta el domingo le dio la posibilidad al equipo dirigido por Marcelo Méndez de ratificar los pergaminos alzados en Tokyo el año pasado, objetivo del que no estuvo demasiado lejos: después de un arranque trastabillado en la primera fase, Argentina goleó a Serbia y quedó a tiro de volver a jugar por una medalla, deseo frustrado en semis por Brasil, justamente a quien había vencido en 2021 por el tercer puesto.

Así y todo, la Selección consiguió su mejor performance mundialista por fuera de los dos torneos que anfitrionó (1982 y 2002), a la vez que consolidó una base respetable que habilita ilusiones por varios años: Facundo Conte, Bruno Lima, Agustín Loser y el capitán Luciano de Cecco, más las apariciones de los sub23 Luciano Palonsky, Nicolás Zerba y Luciano Vicentín.

Crédito: Prensa Selección Argentina de Vólei

► El Recifazo del DT de bronce

Así como Tokyo le marcó un camino a la selección de vólei, también estableció un cierre histórico en la cultura de nuestro básquet. Más allá de la performance final, estaba claro que serían los últimos partidos de Luis Scola; lo mismo de Sergio Hernández en el banco. Los estertores de la Generación Dorada frente a la aparición de Facundo Campazzo, Leandro Laprovítola o Nico Brussino fueron una combinación que no permitió brillar ni a unos ni a otros.

Una faena opaca y deslucida, con derrotas dolorosas: de los 50 puntos del esloveno Luca Doncic en el fallido debut, a los 40 de diferencia ante Australia en la eliminación de cuartos de final. Y la amarga despedida de Scola ante el aplauso seco de un estadio semivacío, aún raleado por las restricciones pandémicas.

Pero lo que iba a ser una nueva etapa tras Tokyo terminó convirtiéndose en un conato de escándalo tras la despedida de Sergio García, quien venía a sustituir a Hernández pero acabó eyectado horas antes del comienzo de la Americup Brasil 2022. Así las cosas, Argentina se lavó la cara y dio inicio al certamen bajo la dirección de Pablo Prigioni, bronce en Pekín 2008 (nuevamente la Asia profunda como vergel de medallas), ex NBA y asistente técnico de los Minnesota Timberwolves.

Así, sin imaginarlo, en apenas nueve días metió una arremetida victoriosa para terminar ganándole el domingo la final a Brasil en Recife, imitando lo que el fútbol había conseguido el 10 de julio del año pasado en Río de Janeiro. Un alivio para un plantel blindado con la vuelta de Carlos Delfino, el liderazgo de Facundo Campazzo (quien todavía busca contrato en la NBA) y la consolidación de Gabriel Deck como nuestra gran figura ya no del futuro, sino del presente, además de la aparición del santafesino Tayavek Gallizzi, único crédito de la Liga Nacional.

Todos motivos suficientes para soñar de cara al Mundial de Japón, Filipinas e Indonesia 2023, para el cual Argentina primero deberá superar las eliminatorias si quiere defender el subcampeonato de China 2019.

Crédito: Prensa Selección Argentina de Básquet