Una larga tradición recorre no sólo la diversa actividad teatral del actor y director argentino Marcial Di Fonzo Bo arriba y abajo de las tablas, sino también en su amplio historial de montajes de obras de Copi durante las últimas décadas alrededor del mundo. Residente desde 1987 en Francia y director de la Comédie de Caen en Normandía, Marcial volvió a la Argentina exclusivamente para dirigir en el Cervantes esta doble propuesta que incluye Eva Perón y El homosexual o la dificultad de expresarse, obras que, entre una y otra, son protagonizadas por un elenco de figuras populares como Benjamín Vicuña, Carlos Defeo, Rodolfo de Souza, Hernán Franco, Juan Gil Navarro, Rosario Varela y Gustavo Liza. El universo camp que los dos textos comparten hace foco, en el primer caso, sobre la mítica figura de Evita, los últimos momentos de su vida y su relación con Juan Perón desde una lectura estallada, alternativa, inconforme y siempre políticamente incorrecta, y en el segundo, sobre el destierro en una helada Siberia de tres personajes que dan vida a la subversión de todas las leyes y convenciones del género y los géneros, los cambios de sexo y la transexualidad con un nivel de erotismo y corrimiento más directo y explícito que en el de sus otros escritos. El plan, que arranca este jueves, durará hasta septiembre, momento en el que comenzará sus giras por el viejo continente. Soy habló con Marcial de las obras y la obra aún poco explorada de Copi, el merecido reconocimiento que llega lentamente al país y sobre la necesidad de seguir dialogando, montando, gritando y discutiendo su maravillosa carrera, hoy más que nunca.

¿Cómo surgió la idea de montar dos obras de Copi en una misma función?

-Pareció importante desde el vamos, porque la obra más evidente para proponerle al público argentino es Eva Perón, por razones obvias, y porque es una de sus obras fundamentales. Pero cuando empezamos a pensar con Alejandro Tantanian, el director del Cervantes, en traer a Copi, vimos que en algún sentido ese gesto no se hizo completamente aún, y ahora entra en toda su amplitud el hecho de que esto sea en un teatro nacional, que se le dé a Copi el lugar que nunca tuvo.

¿Qué tiene para decirnos hoy, a 30 años de su muerte?

-Sigue más que vigente, como autor dramático está en el lugar de un Gombrowicz, de un Beckett, y más allá de eso, por el contenido de sus obras, el gesto, la transgresión. Uno ve la sociedad como cambió, evolucionó en algún sentido entre los 70 y los 2000, y el gesto político de Copi se vuelve necesario como respuesta al mundo formateado de hoy, a una moral colectiva súper retrograda y completamente conservadora, más allá de que haya algunos derechos y reconocimientos ganados. Pero lo de Copi no va por ahí en absoluto, lo de él es un grito a lo formativo, una cosa que se inscribe completamente aparte, con mucho humor y un arte genial. 

¿Y por qué esas obras? 

-El Homosexual es una obra poderosísima, digna del teatro de Antonin Artaud, que se inscribe en un acto político tan fuerte como las obras de Lamborghini, de ese tipo de dramaturgia, de ese tipo de incandescencia y con una implicancia política fuertísima. Con Tantanian pensamos que el público va a leer Eva Perón desde la historia del peronismo, y creímos que por ahí faltaba algo para ampliar el universo de Copi, la grilla, el panorama, y que la gente pudiera recibir también a Copi en general. El homosexual es una obra que me pareció casi una obligación ponerla, cuando uno ve lo que pasa en el mundo con Trump, Chechenia, Irán, es importantísimo reivindicar fuertemente el derecho a la diferencia.

Y ahora que mencionás Chechenia, ¿el hecho de que El homosexual transcurra en Rusia resignifica el universo simbólico de la obra?

-Copi dice que sucede en Rusia porque le divierte, porque hay mucho también de Chejov ahí. Y bueno, que transcurra en Rusia cae justo. Habla de la relación con un Estado totalitario, sea Rusia o cualquier otro. Son dos obras y propuestas distintas, con dos universos quizás gemelos o familiares, pero diferentes. Ambas transcurren en un momento muy preciso en la vida de Copi. Eva Perón fue escrita en el 68 y El homosexual es la que le sigue. Fue también la época en la que él militó en el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), donde cruza gente fuerte de aquella época, como Foucault o Deleuze. 

¿Ves algo de ese contexto histórico de alguna manera presente en los textos?

-Influye de manera evidente en el contenido de las obras, en la estética, en el gesto político, aunque no hablen de eso. El siglo XXI marca el fracaso de las utopías y de ciertas ideologías, y la mundialización lo ganó todo. El rol del artista, del filósofo, es el de alguien que toca el botón de la alarma para alertar hacia dónde está yendo el mundo. Creo que por eso es importante volver a Copi también. En el fondo no tiene nada que ver, y en realidad está todo conectado.

¿Qué desafíos plantea contar con un elenco de artistas tan conocidos?

-El teatro oficial tiene la tarea de convocar a un público amplio y hacer un esfuerzo por llegar de manera más popular. Estoy convencido de que mucha gente va a venir al teatro a ver a los actores sin conocer quién es Copi o quién soy yo, o que tal vez nunca pisó el Cervantes. Y eso es genial. Es importante para mí que el rol de Eva sea un actor hombre y un actor popular. Cuando uno está frente a un actor que reconoce como actor y figura, no se puede sacar eso de encima, y entonces está siempre viendo a Benjamín Vicuña haciendo de Eva Perón, que además no es ni Evita ni Eva Duarte. Por eso esta brecha de que un hombre interprete al personaje de Eva Perón lo cambia todo. Es un actor que actúa, evoca, se pone el vestido y dice “bueno, qué pasa”. Eso le da, como dice Copi, una dimensión King Kong a la obra y al personaje. No es una actriz que es más o menos parecida, no se trata de eso en absoluto.

De jueves a domingo a las 20 en el Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815