En el libro Despertar e inventar en la adolescencia ubico la subjetividad y los síntomas contemporáneos ligados a las coordenadas de época.

"El síntoma surge en referencia al discurso predominante en un momento determinado, varía según la coyuntura en que aparezca y muta en función de cómo sea abordado terapéuticamente. En ese sentido, está “decidido por lo social y varía según los dispositivos de dominio”[1], uno de los cuales son las terapias y las concepciones de salud y de enfermedad."[2]

Describo lo nuevo de las subjetividades de los adolescentes en la época actual, es decir, bajo la égida del capitalismo, diferenciándolo de la época freudiana.

Para ello recurro al desarrollo lacaniano del “Pseudodiscurso Capitalista” en contrapunto al “Discurso del Amo”clásico.[3]

A principios del siglo pasado, bajo la incidencia de una ley (encarnada en la figura paterna portadora del Ideal, es decir, las coordenadas edípicas) los síntomas surgían como aquello que intentaba transgredir lo prohibido, lo pulsional que escapaba a la censura, “el retorno de lo reprimido”.

Los jóvenes intentaban liberarse de la opresión encarnada en figuras de autoridad: padres, profesores, instituciones,etc. Ejemplo de esto serían: el movimiento hippie, la militancia política, el amor libre, etc.

Hoy día, lejos estamos de esas determinaciones.

Bajo las coordenadas del Discurso Capitalista hay una caducidad de la ley, una caída de los ideales, así como de las figuras de autoridad y en su lugar hay instauración de contratos y un empuje al goce. Con un rechazo de toda determinación que provenga del Otro y una promoción de la individualidad (autodeterminación, reinvención, autogestión, autoayuda, merito individual, autosuperación, etc.) cada individuo se fabrica su propio nombre, su identidad y su modo de satisfacción sin direccionalidad a los otros.

“Hay una coalescencia de cada uno con su objeto de consumo”[4] y cada uno arma un “ser” según lo que consume: “consumo cocaína/ soy cocainómano”, “consumo ansiolíticos, soy TOC”, “consumo Youtube, soy youtuber”, lo que da lugar a identidades cristalizadas que no cuestionan al sujeto, que prescinden de la determinación del otro y que dan cuenta de una nueva continuidad entre el sujeto y el objeto. El sujeto mismo, a la vez que es consumidor, se torna objeto de consumo.

Así, lo que interpela al adolescente contemporáneo ya no es liberarse de las ataduras del Otro, ni desligarse de los mandatos familiares, o rebelarse de la opresión social, ya que el joven se presenta desamarrado de toda autoridad, sin referencias a ideales y “sin vergüenza[5] ni ataduras y con un empuje pulsional a lo ilimitado: a gozar más, consumir más, intervenir sobre el cuerpo, sobre la naturaleza. O sea, ante la caída de los ideales y la labilidad de la figura del Otro como orientación que marca lo prohibido y así orienta lo permitido en el despertar sexual, hoy vemos que hay una promoción del goce y una deriva o desorientación en el deseo.

El neoliberalismo confronta al sujeto con una oferta de satisfacción infinita y “pret a porter”. Esta oferta/empuje tiene efectos distintos de las clásicas neurosis de la época freudiana en la que el cuerpo aparecía erogeneizado y recortado simbólicamente y los síntomas estaban íntimamente articulados a un Otro; hoy día, predomina la afectación del cuerpo en su totalidad, perdiéndose la dimensión de enigma que los síntomas portaban antes : consumos múltiples e ilimitados, tedio y aburrimiento, violencias inmotivadas, desorientación generalizada, intervenciones sobre los cuerpos, identidades rígidas, falta de deseo, dificultad del surgimiento del sentimiento amoroso, cansancio, ataques de pánico, etc.

Interrogo no sólo acerca del lado “sintomático” de las coordenadas actuales, sino en su estatuto de costumbres y modas contemporáneas,“pinceladas de actualidad”[6]: la pornografía y la sexualidad postpornográfica, la mercantilización de los cuerpos, la precariedad laboral, los efectos de la tecnología en la vida cotidiana, la objetalización del sujeto, etc.

Hago un recorrido por algunos fenómenos actuales: youtubers, influencers, cross play, sugar baby, uso cotidiano de psicofármacos, paranoia generalizada, suicidios en streaming, Hikikomori, Burn out, multitasking, etc.

Finalmente cuestiono la actualidad del psicoanálisis: "así como los síntomas han cambiado, también el quehacer del psicoanalista ha mutado con los cambios sociales y subjetivos”.

Y planteo: ¿Qué puede aportar el psicoanálisis hoy?

Propongo algunas respuestas orientadoras:

En una época en que prima el mundo ficcionalizado y digitalizado, imbuidos entre los medios de (des)información y la oferta permanente de consumos, “el papel que el psicoanálisis debe sostener no permite ambigüedad: le toca recordar lo real, que es lo que Lacan indicó para terminar.[7]

Ubicaré en un análisis, intervenciones que apuntan a “poner un palo en la rueda” a la espiral “perfecta”, homogeneizante e ilimitada del capitalismo, tal como lo describiera Lacan.

“La posición del psicoanalista tendrá que ver con alojar ese resto que producen las coordenadas actuales que es el sujeto en su estatuto de objeto.”[8]

Frente el descrédito de la palabra y la promoción de la imagen homogeneizante y una incitación a la acción, en un psicoanálisis con un adolescente se tratará de brindar el espacio y tiempo para que cada joven pueda tomar la palabra y encontrar su singularidad.

Donde hay prisa, introducir una pausa, reinventar el tiempo”[9] como contrapunto del empuje a vivir en un eterno presente hiperactivo de inmediatez”[10]; donde hay certezas introducir preguntas, donde hay consumos, habilitar el vacío, donde hay descrédito, “hacer creer en el síntoma”[11], donde hay identidades rígidas, introducir alguna pregunta que permita hacer circular aquello petrificado, donde hay goce, re-introducir la dimensión del amor y el deseo, donde hay búsqueda de performance, de rendimiento, habilitar algo de poesía en el decir, donde se promueve la mostración y la “transparencia”, habilitar la opacidad, donde está el efecto adormecedor de los medios y el consumo, promover un despertar; donde prima el “todo es posible”, sostener el lugar de lo imposible.

El encuentro de un adolescente con un psicoanalista podría generar las condiciones propicias para darle crédito a la palabra de cada joven y posibilitar las condiciones para inventar un modo singular de tramitar el despertar de las pulsiones, sin quedar alienado a los mandatos de su época y lugar.

Que surja una invención que posibilite al joven vivir sin quedar alienado al consumo y/o a convertirse él mismo en un objeto consumible.

Verónica Berenstein es psicoanalista y psiquiatra.

Notas:

[1] Miller, J.-A., S(x), Matemas II, Ed. Manantial, Buenos Aires, 1990, Pág. 171.

[2] Berenstein, V: Despertar e inventar en la adolescencia. Ed Grama, Bs As, 2022. Pág21.

[3]Lacan, J: “Seminario XVII: El reverso del psicoanálisis”.

[4]Berenstein, V: Despertar e inventar en la adolescencia. Ed Grama, Bs As, 2022. Pág. 39.

[5]Lacan, J: “Seminario XVII: El reverso del psicoanálisis”.

[6]Berenstein,V: Despertar e inventar en la adolescencia. Ed Grama, Bs As, 2022. Pág. 91

[7]Laurent, E. y Miller, J.-A., El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 15.

[8]Berenstein, V: Despertar e inventar en la adolescencia. Ed Grama, Bs As, 2022

9 y 10 Ansermet, F., “Todo junto, todo al mismo tiempo”, en Incidencias clínicas de la carencia paterna. ¿Cómo se analiza hoy?, G. Battista y M. A. Negro (comps.), Grama ediciones, Buenos Aires, 2019.

[11]Laurent, E., “La sociedad del síntoma”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis nº 2, eol, Buenos Aires, 2004, p. 113.