Desde San Pablo

Habla en un español fluido y lo hace muy seguro de sí mismo, sin resabios del portuñol. Su locuacidad agiliza la entrevista en una oficina alquilada que abandonará para seguir en campaña a bordo de su pequeño Celta (Celtinha), un auto muy económico en el que recorre esta ciudad. Guilherme Boulos es aliado de Marina Silva en un frente de izquierda que unió a sus dos fuerzas: el Partido Socialista y Libertad, y Rede, de la ecologista. Los dos apoyan a Lula en su camino hacia el Planalto y este profesor universitario, con una maestría en psiquiatría, además aspira a duplicar su bancada en el Congreso que hoy tiene ocho diputados.

-¿Qué conclusión saca de estos cuatro años de Bolsonaro en la presidencia?

- Va quedar en los libros como el peor gobierno de la historia republicana de Brasil. Sobre eso no hay duda, porque fue el peor en varios aspectos. Desde el punto de vista político democrático porque ha destrozado las instituciones, la relación con el parlamento y con el poder judicial. Hace amenazas todos los días, cuestiona el sistema electoral por el cual él mismo fue electo. Habla a favor de la dictadura y del golpe. Pero también fue el peor en lo social. Porque nosotros tuvimos gobiernos extremamente crueles en nuestra historia, aunque el de Bolsonaro logró algo único en el mundo que fue devolver el país al mapa del hambre. Ninguna nación que había salido del mapa del hambre de la ONU, volvió después. Brasil es el tercer mayor productor de comida del mundo y tiene 33 millones de personas con hambre.

- El ex militar que busca su reelección se apoya en los números de la economía para decir que algo hizo bien.

- Había una expectativa en las élites de que habría inversiones internacionales, confianza en los mercados y todo ese discurso, pero Brasil tuvo un crecimiento insignificante, ridículo. Y por último nos dejó una tragedia humanitaria, una herida abierta. Estamos hablando de casi 700 mil personas muertas. Y muertas no solo por el virus… muertas por la desatención, por un presidente que decía que no iba comprar vacunas porque no había testeos, porque las personas podrían convertirse en jacarés, algo que suena risible, pero que ha costado vidas y en la víspera de las elecciones ha pedido disculpas. Entonces, resumiendo, por todos esos aspectos, además de la tragedia ambiental, de la destrucción de la Amazonia, podemos quedarnos hablando todo el día de los aspectos trágicos del gobierno de Bolsonaro.

- Lula usó varias veces el adjetivo genocida para referirse a él o a su política. ¿Usted está de acuerdo?

- Bolsonaro es parte de una ola de extrema derecha que, felizmente, por lo menos en Latinoamérica ya está en baja. Pero nos es solamente un miembro más de la extrema derecha. Es especialmente siniestro, macabro y por eso estoy de acuerdo perfectamente con la calificación de genocida. Se ha discutido muchísimo eso en Brasil en los últimos tres años, lo de aplicarle el término genocida. Genocidio significa muertes en masa, intencionales. Y fue justamente lo que ha pasado en Brasil. En 2021, por primera vez, el país tuvo una tasa de crecimiento poblacional negativa por las muertes de la pandemia. Si el presidente y su ministro de Salud pusieron la estructura del estado brasileño para ser aliados del virus, hubo un genocidio en Brasil.

- ¿Qué opina sobre las amenazas de Bolsonaro de que no reconocerá el resultado electoral si pierde este domingo?

-Él va a concretar esa amenaza. No hay posibilidad de que no lo haga. En Brasil sería simplemente impensable que, cuando Lula gane las elecciones, sea en la primera vuelta o en la segunda, que Bolsonaro aparezca en la televisión y diga: “Yo quiero congratular a Lula, las elecciones fueron limpias… y es porque él está fuera de la gramática de la democracia. Por lo tanto, va negar el resultado electoral una vez derrotado. Yo no creo, y pocas personas en Brasil lo creen, que las fuerzas armadas van a embarcarse en una aventura bolsonarista, por más que lo sigan sectores afines. El poder judicial va garantizar el resultado de las elecciones. El Legislativo los va a reconocer. La prensa, los formadores de opinión también. Es la convicción de la mayoría del pueblo brasileño.

-Y entonces ¿dónde está el riesgo?

- No creo que el riesgo sea un golpe en el sentido tradicional. Pienso más en un escenario como el del Capitolio, de violencia política generada por grupos bolsonaristas armados, porque lo que ha hecho el presidente es formar una especie de milicia política privada con los clubes de tiro. Amplió muchísimo el derecho a la posesión de armas y demasiada gente las compró, algunas muy pesadas. Entonces, el riesgo son acciones coordinadas de esos grupos para crear una situación de caos y violencia. Para lidiar con eso hicimos un frente democrático amplísimo que lo condene. Segundo: una convocatoria a que se contenga y reprima cualquier tentativa de esa naturaleza. Y tercero, hacer una gran movilización en la calle, ojalá en la próxima semana, para que se respete la voluntad popular.

-¿El riesgo que menciona aumenta si Bolsonaro accediera a la segunda vuelta?

- ¿Por qué la segunda vuelta es el peor escenario? Porque hay un mes más hasta el 30 de octubre. Y en las últimas semanas ya tuvimos episodios de asesinatos en Ceará, en Mato Grosso, antes en Paraná, personas que fueron muertas porque criticaban a Bolsonaro y defendían a Lula. ¿Imagínese una segunda vuelta polarizada, lo que podría pasar? Sería mucho más fácil aislarlo en la primera vuelta que en la segunda. Porque en la primera vuelta se eligen también 513 diputados y 27 senadores. Entonces, si dijera que “hay fraude” significaría que hubo también en la votación del Congreso. Y los diputados más próximos a Bolsonaro que fueran elegidos, podrían decir: “no, para mí no hubo fraude”.

-¿Qué papel está llamado a cumplir Estados Unidos en las elecciones, que durante décadas apoyó golpes de Estado en la región?

- Hay dos cosas. Primero, la posición de Biden. La embajada de EEUU en Brasil hace pocos días legitimó el sistema electoral brasileño. Yo creo que no es porque los Estados Unidos sean amantes de la democracia. Lo hacen porque si su presidente acompañara la actitud de Bolsonaro, eso puede volvérsele en contra, por la ligación que tiene con Trump.

-Como integrante de un frente de izquierda que apoya a Lula, ¿cuál será su objetivo desde el PSOL si gana las elecciones?

- Nuestro papel será hacer presión desde la izquierda para que el programa por el cual Lula sea electo, se efectivice y también que el techo de gastos del presupuesto sea revocado.

- ¿Qué políticas reivindica del PT en sus años de gobierno y cuáles no?

- Algunas fueron destacadas en los períodos de Lula y Dilma. El aumento del salario mínimo progresivo fue significativo, la política de ampliación de las inversiones públicas en obras como Mi Casa, Mi Vida y en programas sociales como Bolsa Familia, o la expansión de las universidades públicas, todo eso. El foco en el combate al hambre. Entre los negativos hay temas que no fueron tocados y ahora es necesario hacerlo. Una reforma tributaria progresiva, que no estuvo en la agenda de gobierno del PT y es esencial para Brasil. Va a ser necesario tocar privilegios y cobrarle más impuestos a los millonarios, tocar los dividendos de los bancos. Para mí ése es un tema clave.

-¿Cuál cree que será el legado de Lula?

- Hablé con él hace unas pocas semanas y me dijo lo siguiente: “Yo no necesitaba ser presidente de nuevo. Tengo 76 años y mi biografía ya fue resuelta porque todos mis juicios han sido anulados. Si decidí ser candidato otra vez es porque quiero y necesito hacer más de lo que hice en los otros gobiernos. Yo le creo y espero firmemente que sea una conclusión marcada por los intereses populares. Pienso que Lula va a pasar a la historia como el mayor liderazgo popular de la historia de Brasil.

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