La historia del Club Atlético Central Norte guarda sus orígenes vinculados al mundo de los trabajadores ferroviarios. En Salta, hacia 1921, un grupo de exempleados del Ferrocarril Central Norte, decidieron fundar un club deportivo que los reuniera en la ciudad capital.

El pacto fue sellado, como no podía ser de otra manera, a escasos metros de la estación, en la calle Balcarce 888. La divisa elegida será negra, por el color de las locomotoras, del humo, y del continuo polvo que habitaba el aire. Así surge la historia del azabache, del cuervo, del negro, del ferroviario.

El naciente club no poseía terreno de juego propio donde desarrollar sus actividades. Las ubicaciones fueron cambiando en diferentes ocasiones, aunque siempre vinculadas a la zona norte de la ciudad, cautivando a los vecinos, quienes ensanchaban poco a poco la popularidad del equipo.

En este sentido, Fernando Cáseres, historiador del fútbol salteño comenta: “a partir de la década del 40 empieza a surgir una puja, una rivalidad en convocatoria, entre el barrio norte y el barrio sur, así se dividía la ciudad, entendiendo que el barrio sur era de Juventud Antoniana y en la parte norte se ubicaba la parcialidad de Central Norte”.

Equipo campeón 1955 (Gentileza Fernando Cáseres). 

Este ascenso en la popularidad, dará inicio a un gran proceso de crecimiento, que se verá acompañado con muy buenas campañas para el azabache, en el ingreso a la década del 50.

Oportunidad histórica

Dentro de este contexto de franco crecimiento deportivo y social, se le plantea a Central Norte una oportunidad histórica que no dejaría pasar: “no tenía terreno y utilizaba la cancha del Brete, que quedaba en Sarmiento y Necochea. Pero cuando el doctor Luis Güemes cede el terreno de la calle Entre Ríos, en el año 1954, para que se den prácticas deportivas, Central Norte queda instalado allí en un intercambio que realiza con el equipo Federación Argentina”, cuenta Fernando Cáseres. En este marco, comienza a cruzarse la realidad salteña con la política nacional.

Transcurría el segundo mandato de gobierno de Juan Domingo Perón, quien sostenía un fomento a las actividades deportivas. “Durante el peronismo se inaugura en Buenos Aires el estadio de Huracán en 1947, y en 1950 se inaugura el estadio de Racing Club, es decir, había una inversión en ese sentido. También se comienzan a realizar los famosos Torneos Evita, que en Salta provocaron toda una conmoción en materia deportiva”, contextualiza el historiador salteño.

Comisión directiva. Año 1954 (Gentileza Fernando Cáseres). 

Como elemento congruente, la representación peronista se encontraba muy vinculada a Central Norte por diversos motivos. Por un lado, la asociación directa del peronismo con los trenes y sus trabajadores, de los cuales había surgido el club. Por otro, el barrio obrero de influencia de Central Norte, el cual poseía la particularidad de haber recibido familias reubicadas luego del terremoto de San Juan, evento que también guarda mística para el peronismo ya que es la razón por la cual se conocen Perón y Evita en un acto a beneficio en el Luna Park de Buenos Aires.

Detallando la conexión del peronismo con la provincia, Cáseres recuerda que “en Central Norte sobresale la figura y la gestión de Cátulo Guerra, que por aquellos tiempos era la figura fuerte del peronismo en Salta. Guerra es el que precisamente impulsa la sesión del terreno Legado Güemes en este contexto histórico, donde luego se proyectará su estadio”. A partir de estas gestiones llegan a la ciudad funcionarios de Vivienda del gobierno nacional, quienes deciden hacer una gran inversión en el club.

Diario El Tribuno. 1° de febrero de 1955.

Una de las pocas notas periodísticas de la época que logra rescatar algo del sentir popular en aquellos días, surge del diario El Tribuno, quien titulaba el 1° de febrero del 1955: “Orgullo para los salteños será el Estadio Presidente Perón que construye Central Norte”. Agregando el cronista en primera persona: “Ayer en horas de la tarde tuvimos oportunidad de conversar con las principales autoridades del Club Atlético Central Norte, respecto al monumental estadio deportivo que construye al oeste de nuestra ciudad y que por las proyecciones de la obra, se constituirá en orgullo de los salteños y todo el norte argentino”.

Estadio Juan Domingo Perón

El pacto estaba sellado, los caminos institucionales allanados, y la voluntad política totalmente dispuesta. El citado artículo graficaba aquel acuerdo: “Los propósitos de Central Norte encontraron el más amplio de los apoyos (en) el titular de la Confederación Argentina del Deporte (Comité Olímpico Argentino), Dr. Rodolfo G. Valenzuela, quien informado de los propósitos de la gente de Central Norte, se comprometió a hacer llegar la más amplia colaboración”.

Para 1955 las obras habían comenzado. Se habían levantado tapias y las máquinas niveladoras trabajaban en el terreno del campo de juego, que “a fines de este mes se encontrará sembrado y con el alambrado olímpico. Es decir que la afición futbolística salteña contará en la próxima temporada con un nuevo estadio, que por sus características y ubicación, viene a llenar también una sentida necesidad”, comentaba con entusiasmo el diario salteño.

Rastrillando el futuro campo de juego (Gentileza Fernando Cáseres).

El predio proyectado, y ya en proceso de construcción, sería el orgullo no solo de Central Norte, sino de toda una provincia. El periódico salteño, en entrevista con el presidente del club ferroviario, Vicente Armengot, accedía a los planos de obra y relataba que el predio “cuenta aparte del campo de fútbol con amplias tribunas en ambos costados, cancha de básket con tribunas, pileta de natación, canchas de tenis, bochas y pista de atletismo en torno a la cancha de fútbol. El frente del estadio denominado Presidente Juan Domingo Perón, da a la avenida Entre Ríos contando en su edificio propiamente dicho, con salas de esgrima, ajedrez, salón de actos y reuniones sociales, vestuarios, y dependencias para el control de útiles y funcionamiento de la comisión del club”.

El golpe del 55

Aquellos anhelos de vida social y deportiva quedarían truncos por la intolerancia y el odio que la cúpula militar sembrará a lo largo y a lo ancho del país. Ya en junio de 1955, los bombardeos a la Plaza de Mayo serán el preámbulo de lo que en septiembre de 1955 se consumaría con el golpe de Estado al mando del general Lonardi.

A partir de ese momento, comienza un proceso de “desperonización”: todo aquello que haga referencia a quienes hubieran sido líderes populares, sufriría la más estricta censura y proscripción política. Fernando Cáseres lo contextualiza en Salta: “aquí la calle Eva Perón es la que hoy se llama Caseros, o la calle Juan Domingo Perón es la que hoy se llama Alberdi. Hubo una fuerte desperonización, era innombrable cualquier referencia que tuviera que ver con el peronismo, y también hubo mucha persecución”.

Directivos de Central Norte junto a las maquinas niveladoras del terreno.

Dentro de aquel proceso de borramiento histórico, claramente se verá afectado el gran proyecto de Central Norte, que no solo pierde la posibilidad de llamarse Juan Domingo Perón, sino que hecha por tierra la esperanza de concretar un sueño deportivo, social y comunitario para todo el pueblo salteño.

Cáseres reflexiona: “Es claro que este proyecto hubiera cambiado totalmente la historia. Hubiera tenido Central Norte una sede de cuatro pisos, que ni siquiera hoy tiene algo similar. La infraestructura de un club incide plenamente en el desarrollo deportivo y en la autoestima. De hecho, hasta el día de hoy, la inversión en infraestructura es una materia pendiente en la provincia”.

Años más tarde, en junio de 1958, finalmente el estadio será inaugurado en conjunto con la bendición del arzobispo Tavella, llevando el nombre que conserva hasta hoy día: Dr. Luis Güemes.

Cierto es que mas allá de aquellas vicisitudes históricas, la vida de Central Norte se fue engrandeciendo deportivamente con el correr de los años. Sin embargo, las consecuencias sociales del odio dejaron su huella, negando un proyecto que no solo hubiera beneficiado a los simpatizantes del club, sino que habría sido un gran espaldarazo para la práctica deportiva, las relaciones y vínculos sociales que conlleva para el barrio, la ciudad y la provincia un proyecto de tales características.