Cuando Emiliano Augusto se sube al escenario, da la impresión de que se quema por dentro. Al igual que David Byrne en el video de Once in a Lifetime, el músico misionero atraviesa diferentes fases de la apropiación del alma. Tiembla, se contorsiona y delira. Todo un espasmo anfetamínico. También arenga, si el diablo se lo permite. Pero lo que más desconcierta es cuando su rostro no parece estar ahí en el lugar. O más bien, dentro de sí. Al menos eso dejó el recital que compartió con Fonso en junio, en el CC Richards. Uno de los pocos recitales que ofreció en Buenos Aires hasta ahora.

Por eso, su show de hoy a las 20 en la sala Humboldt (al 1358 de esa calle porteña), será una nueva ocasión para disfrutar de esta novel rara avis de la escena musical argentina. "Forma parte del show, pero al mismo tiempo soy yo. Algo se prende arriba. Es donde me siento cómodo", reflexiona. "Mientras hago esta nota no puedo ser esa persona que está al mango", distingue.

No se trata de un grupo, ni de un álter ego, ni de una crew. Son los dos nombres de un artista misionero que poquito a poco supo construir un culto. A la vieja usanza. "Es un proyecto solista, soy el que pone la cara", explica mientras toma una birra en la vereda de un bar de Palermo. "Pero los músicos de mi banda no son un rejunte, son mis amigos."

Sólo tiene dos singles en Spotify, y muy poca información suya e imágenes dando vueltas en las redes sociales. La única manera de saber de él, y de lo que hace, es a través del boca a boca. Esto lo transformó, desafiando a la leyes panópticas actuales, en un nuevo enigma del under. No tanto platense, ciudad en la que se instaló hace dos años y medio, sino de la capital argentina, donde debutó hace unos meses.

► Rock and roll y sangre

Emiliano Augusto es como el fantasmita que lleva tatuado en su brazo, tomado de la tapa de TNT: disco insignia tanto de Tortoise como del movimiento de post rock de la segunda mitad de los noventa. "Me lo hice cuando tenía 15 años, y ahora tengo 26", revela. "Tortoise fue una banda que me acompañó mucho en la secundaria. Toda esa música era para pasarla bien. Era ese contexto."

Hoy la música que tracciona sintetiza las dos escenas que pululan en La Plata: indie y dance. Si a eso se le suma el condimento orgánico que evidencia en sus shows en vivo, su propuesta evoca los primeros años de la cultura rave. Aquella que quedó testimoniada en discos como Screamadelica, de Primal Scream. O Trance zomba, de Babasónicos. Incluso el lisérgico Glee, de los canadienses Van Bran 3000.

La analogía le sorprende porque dice que lo que más le influencia al respecto es LCD Soundsystem. "Cuando los escuché, generó un quiebre en mí", reconoce. "No hay nada de punk en mi música, pero sí en el vivo y en la actitud." Igualmente, a nivel instrumental, se define como "cantante", y dice que en general compone con la guitarra o el piano. "Si estoy en la calle, voy tararerando hasta que llego a casa."

--¿Tu intención es poner a bailar al rock o rockearla en la pista de baile?

--No sé bien de dónde sale eso. Debe ser de la música que escucho. Se me meten un montón de influencias de la electrónica porque en La Plata hacés media cuadra y hay una fiesta.

--Pero no hay nada de house, techno o drum and bass en tu música.

--Tímbricamente, entran. Estoy tratando de meter esas texturas en la cosa rockera que hago. Empecé a estudiar la electrónica: por qué genera movimiento en las personas, qué pasa al escuchar un techno o un break.

--¿Por qué no hay samples ni otras herramientas electrónicas en tus canciones?

--Porque me gusta el rock and roll y su sangre. Sí hay bombo en negra. Es consciente y se da así por la música que uno va escuchando. Soy una esponja misionera.

► "De lo que no se habla es de lo que más se aprende"

Ese espíritu de baile empezó a convivir paulatinamente con lo que mamó de chico en su Posadas natal. "Mi madre escuchaba mucho rock nacional", evoca Emiliano Augusto. Entonces, Charly García y Fito Páez se fueron entrelazando con Pink Floyd y The Beatles, lo que intentó reflejar en sus proyectos. A los que luego se sumaron las influencias de artistas más contemporáneos como Homeshake.

Ese diálogo entre lo de allá y lo de acá aún late en su ADN. Al punto de que en su lista de temas suele colar una adaptación del tema Fuga en tabú, del ídolo rosarino. Aunque el disco suyo con el que aprendió algunos tips fue Rey Sol. Justo de esa manera que tiene el rock argentino para contar historias, el artista misionero tomó su modelo compositivo. "Son palabras y frases inconscientes de una tradición que se transmite de una generación a otra", explica.

--¿Y qué hacés con todo eso?

--Me sirve para hablar de todo, de mí. Hay mucha queja amarga.

--¿De qué te quejás?

--De la vida. También hay imágenes inconexas. Es como si todo el tiempo estuviera enojado. Un amigo me dijo que en mis canciones no hay una letra que hable del amor

--¿No son tiempos del amor después del amor?

--De lo que no se habla es de lo que más se aprende. La inseguridad, el miedo, la ansiedad, las dudas, la comunicación.

--Si quejarse por quejarse es al pedo, ¿qué proponés vos?

--Mis canciones proponen un cambio, dejar de culpar al otro, tratar de ser más empático, no mentirse uno mismo.

Crédito: Cecilia Salas

--No tenés un disco, y ya se habla de vos. ¿Cómo te llevás con eso?

--Me parece que está bien. Era lo que quería que pasara. Me gusta esa cosa de misterio, de la mística. Está mi nombre, pero no saben quién soy. Soy una sombra.

--Tenés un nombre onda emperador romano. Posta, ¿te llamás así?

--Son mis dos nombres, figuran en mi documento.

--¿Y por qué no usás tu apellido?

--Mi religión me impide decirlo.

--¿Cuál es tu religión?

--La mía...

--¿De qué vivís?

--No vivo de la música, por ahora. Trabajo, estudio música por mi cuenta y estoy haciendo un disco. Tengo ayuda de mi madre y un apoyo familiar muy fuerte.

--Tu márketing es de la antigua normalidad, cuando circulaban los demo.

--Cuando saqué el primer tema, me di cuenta de que podía meterme en un lugar y explotar esa idea. Me saqué los miedos, y reafirmé cosas que me generaban dudas: qué hacer, para dónde llevar la propuesta. Dejé de hablar conmigo mismo para que la música hablara por mí. Necesitaba hacerlo porque venía de un proceso largo de tocar con muchos proyectos.

--¿Cuándo sale el disco? Dentro de todo lo que hay, parecés tener algo novedoso para decir.

--Estoy en eso. Tengo algo para decir, pero no me quiero adelantar. Lo que sí puedo decir es que el disco tendrá 10 canciones. Espero que el tiempo traiga novedades y sorpresas.