La montaña rusa económica de nuestro país no da tregua a las pymes. Deben lidiar con competidores demasiado grandes, precios monopólicos de algunos insumos, reglas de juegos cambiantes, poco acceso al crédito, dificultades para innovar y, en los buenos momentos, disfrutar de una ocasional política que les da oxígeno. De esos temas hablan las tres mil doscientas empresas nucleadas por la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (Cadieel). Sin embargo, algo ha cambiado: un nuevo paradigma de trabajo capaz de dar algunos resultados concretos y un plan que incluye la decisión del Estado. Cash dialogó sobre esos temas con el ingeniero Jorge Cavanna y Jorge Viqueira, Presidente y Vicepresidente de Cadieel, respectivamente. 

Universidad

 En los últimos años la relación entre Cadieel y la universidad se consolidó de una manera original e inusual para su historia: con un proyecto puntual propuesto por docentes y estudiantes de la Universidad de Ingeniería (UBA), actualmente nucleados en la Asociación Civil de Sistemas Embebidos (ACSE), y con el liderazgo del Docente e investigador del Conicet Ariel Lutenberg, diseñaron una Computadora Industrial Abierta Argentina (ver “La familia unida” en Cash del 28/5/17). Ese proyecto permitió a numerosas empresas e investigadores de universidades de todo el país coordinar el desarrollo de una computadora muy versátil; gracias a su diseño abierto se la puede modificar y cualquier empresa local fabricarlo. El proyecto, iniciado en 2012, abrió la puerta a un nuevo paradigma en las empresas del rubro que no solo tiene que ver con la innovación tecnológica sino también con la gestión de nuevos proyectos. 

¿Fue una novedad esto de trabajar en algo concreto con la Universidad?

Javier Viqueira: –La cámara y la universidad no estaban vinculadas. Nosotros los ayudábamos a hacer un evento cada tanto y nada más. Entonces pensamos en hacer algo que sea útil para todos en 2012 con la CIAA (Computadora Industrial Argentina Abierta). Ese producto se hizo con aportes voluntarios de socios, con la cámara, sin apoyo del Estado, porque los docentes trabajaron en sus tiempos libre, no desde lo institucional. Cuando esto se termina, el Ministerio de Ciencia y Tecnología lo reivindica, recibimos premios y se hicieron concursos para que se use en otras universidades. 

Jorge Cavanna: –Lo que hizo Javier es ver las necesidades que tenían los estudiantes de posgrado para desarrollar sus clases.  

JV: –Después dimos otra vuelta de tuerca cuando los trabajos finales de los estudiantes se empezaron a hacer en las empresas interesadas. Ha habido varios proyectos, con distintos niveles de éxito, pero que ya plantean al menos una vinculación entre alumnos y las empresas. Ya no son estudiantes inventando problemas para solucionarlos: pasan de algo teórico a algo concreto. 

La luz

 Este año el gobierno de CABA llamó una licitación para la telegestión de treinta mil luminarias de la ciudad. La anterior la había ganado Philips con un sistema cerrado al que las pymes argentinas no podían acceder, por lo que quedaban fuera de competencia. Así fue como decidieron unirse para desarrollar un sistema propio y abierto que les permitiera unirse primero, para después competir. 

JC: –Vimos desde la cámara que si no nos poníamos a desarrollar algo, las 18 pymes fabricantes de accesorios para la iluminación pública íbamos a perder el mercado. En ese momento Ariel Lutenberg ya había desarrollado la CIAA y entendimos que trabajando con la universidad se podía dar un gran paso adelante. Ahí juntamos a las empresas para desarrollar un sistema de telegestión de luminarias con Ariel como guía más el MinCyT y la Universidad. Así se podía generar una oportunidad de negocios para todos. El resultado fue el sistema de telegestión abierta que, a diferencia del sistema cerrado que vendían las empresas de afuera, permitía que cualquiera fabricante pueda usarlo.

Unirse todos para después poder competir por separado. 

JV: –Claro. Con los recursos acumulados y la experiencia de trabajo de la CIAA, la cámara pidió a la CABA un tiempo para desarrollar un sistema. Ahí fue fundamental Ariel quien ayudó a cerca de quince empresas a ordenarse técnicamente sobre cómo armarlo, dónde hacer los ensayos con la gente del INTI y eso permitió tener una propuesta concreta y un análisis. Es un sistema de control inteligente de las luminarias de mucho valor agregado. 

JC: –El sistema demostró que funciona y ahora se viene la licitación que exige el sistema abierto para mantener la competencia. Esa fue una demostración clara de que si los argentinos trabajamos juntos nos va bien. Acá demostramos que si juntamos la fuerza de los que están en el mismo tema acompañados con la inteligencia de la Universidad, el apoyo del INTI, se pueden desarrollar elementos capaces de hacer salir a la Argentina al mundo o por lo menos a los países de Latinoamérica. 

JV: –La cámara quiere capitalizar estas experiencias armando un trabajo estratégico. Estamos intentando hablar con otras universidades. De ahí surgen proyectos nuevos: por ejemplo ahora estamos pensando un desarrollo para los pilotos electrónicos de los calefones. Se podría ahorrar un 5 por ciento del gas desperdiciado por los pilotos. Hace quince años no estaban dadas las condiciones para trabajar juntos. Ahora sí porque ya hay un conocimiento entre la Universidad y la Cámara que sirve de base para los nuevos proyectos.  

JC: –Para hacer más fuerte este potencial necesitamos el apoyo del Estado.

Ir por más

 El compre inteligente del Estado es una herramienta fundamental en cualquier país del mundo para amortizar los costos de innovación al garantizar una demanda sostenida. Cadieel presentó un proyecto de Ley de Compras Públicas donde explica que las adquisiciones desde el Estado equivalen al 13 por ciento del PIB, 1 billón de pesos a valores del 2016. Si esta demanda se volcara a proveedores locales, se podría recuperar unos 100.000 millones de pesos en recaudación fiscal y crear 220.000 puestos de trabajo directos. Por otro lado se ahorrarían 10.000 millones en divisas. El entusiasmo por la aprobación de una ley semejante apoyada por todo el arco político permitiría, según Cadieel, una planificación a largo plazo.

JC: –¿Cuál puede ser el problema con esto? ¿Quién puede encontrar un problema con este tipo de actividad?

Uno de los argumentos que usó el gobierno para bajar las barreras arancelarias, por ejemplo a productos informáticos, fue que en el exterior estaban más baratos y que los productores locales no son competitivos.

JC: Dicen que no somos competitivos. Pero, ¿quién nos aleja de la competitividad? Si es el Estado el que nos recarga mucho más con los tributos que nos cobra. El Banco Central define las tasas de las Lebac al 25 por ciento anual. Si además tenemos algunos insumos que son monopólicos para la industria como el aluminio o el hierro, que lo pagamos un 20 o un 30 por ciento más que lo que se paga en China o en otros países. Lo único que quiero es que la industria PyME salga adelante. Esto es lo que el Estado debe traccionar.  

Estas cosas por ley normalmente no funcionan. Se necesita además la voluntad política.

J V: –Si no hay voluntad política no hay ley que pueda servir. En eso estamos de acuerdo. Lo que digo es que si esta ley sale por consenso de diferentes partidos políticos, oficialistas y de oposición por lo menos puede haber una política de largo plazo. Si no hay una ley no tenés ni siquiera el marco para pedir que te compren. Entonces necesitamos la ley y la voluntad política