La nueva miniserie de Netflix, Vigilante (The Watcher) estrenada recientemente en la plataforma, está basada en la historia real de un acosador que envió cartas para aterrorizar a los nuevos propietarios de una mansión en Nueva Jersey, Estados Unidos.

Con un reparto estelar que cuenta con Naomi Watts, Bobby Cannavale, Mia Farrow Jennifer Coolidge, la historia comienza cuando la familia Brannock (el nombre en la ficción) se muda a la mansión del 657 Boulevard, en la ciudad suburbana de Westfield, Nueva Jersey. Es una vivienda de estilo colonial holandés que en la vida real compraron Derek y María Broaddus en junio de 2014, por casi 1,4 millones de dólares.

Sin embargo, el entusiasmo de la casa soñada se convirtió rápidamente en terror cuando comenzaron a recibir las cartas amenazantes de "El Vigilante", un acosador anónimo para quien la casa había sido un punto de obsesión familiar durante décadas y que, desde el fallecimiento de su padre, la estaba "vigilando". 

Es una producción de Ryan Murphy e  Ian Brennan -American Horror Stories y Dahmer- en Netflix

La historia real de la miniserie

Un artículo de 2018 en el portal The Cut -The Haunting of a Dream House” ,en el que se basa la miniserie-, ya parece guionado, y no faltaban los condimentos del terror y la intriga. 

Apenas se mudaron al lugar, Derek y María Broaddus recibieron una carta del acosador en la que decía: "¿Cómo has acabado aquí? ¿Te llamó el 657 Boulevard con su fuerza interior? La casa ha sido el objeto de vigilancia de mi familia durante décadas y, a medida que se acerca su 110º cumpleaños, me han encargado que vigile y espere su segunda llegada. Mi abuelo vigiló la casa en los años veinte y mi padre en los sesenta. Ahora me toca a mí. ¿Conoces la historia de la casa? ¿Sabes lo que hay entre las paredes del 657 del Bulevar? ¿Por qué está aquí? Lo averiguaré". Lo firmaba "El vigilante".

La segunda misiva fue más amenazante porque hacía referencia a detalles íntimos de la familia, como los apodos de los tres hijos de los Broaddus, y reprochándoles las refacciones que estaban realizando en el interior de la mansión. 

Una tercera entrega iba ás allá: "¿Necesitas llenar la casa con la sangre joven que pedí? Mejor para mí. ¿Su antigua casa era demasiado pequeña para la creciente familia? ¿O era la codicia de traerme a tus hijos? Cuando sepa sus nombres los llamaré y los atraeré también a mí".

Una investigación privada, sin pistas

La familia, atemorizada, decidió hacer la denuncia en la policía local, que se centró en los vecinos. Uno de ellos era Michael Langford, que negó cualquier relación con las cartas. Y tras su muerte, en 2020, su familia familia siguió negando que haya participado en el acoso. 

Los Broaddus contrataron a un investigador privado quien estudió las misivas y arriesgó que se trataba de una persona mayor por la forma de redactar, y que podría tratarse de un exempleado del lugar o de alguien del vecindario que quería hacer una oferta por la propiedad, aunque con poco dinero.

Lo cierto es que ni la Policía ni el investigador privado, un exagente del FBI, llegaron a nada. Por lo que, tras meses de terror, la familia decidió vender la mansión. Pero, los rumores ya circulaban por la zona y no hubo ofertas. Los Broaddus decidieron alquilar en otro lugar y mudarse. No obstante, las cartas continuaron. 

Como el tiempo pasaba y la mansión no se vendía, presentaron una petición para poder tirarla abajo y vender el terreno. El comité de planificación vecinal lo rechazó. Y así llegó una cuarta misiva donde el acosador se burló de la familia por haber intentado derribar la mansión.

Cuando esta historia se hizo conocida en todo los Estados Unidos, Netflix se apuró a comprar los derechos, en 2018, para realizar la miniserie, que se acaba de estrenar. El caso no está resuelto: ni en la vida real, ni en la ficción.