Decían que para el año 2000 los autos iban a poder volar. Cuando se trata del 3000, el rapero y freestyler MP propone no ser tan concretos. La idea de futuro en él es una aspiración a lo posible, y un vector que empuja a tientas hacia adelante. O algo así. Una parte de ese imaginario flota por las 18 pistas que componen su primer LP, no azarosamente titulado 3000. Un trabajo que ofrece variedad de ritmos encuadrados en un menú hip hop, y ajustados a los parámetros más detectables del panorama.

"El futuro, amigo, ¿cómo te lo puedo explicar? Tratar de atraerlo. Las cosas que quiero que pasen, que se den. Si querés que tu futuro sea tocar en el Movistar Arena frente a 15 mil personas, ¿qué hacés por eso?", se pregunta el MC de 22 años. "Todo va de la mano del presente y a dónde quiere uno llevarlo."

3000 es el fruto de dos años de trabajo, cuenta con la producción de Taiu y un vasto catálogo de colaboraciones de peso, como las de Frijo, CNO, Obie Wanshot y el español MNAK. "Cuando arrancamos, estábamos en plena búsqueda", revela el autor. "Sabía lo que quería, pero no lograba plasmarlo en el estudio. Había que encontrar un concepto más allá del sonido. Era la búsqueda del 3000. El concepto llegó con esta filosofía de vivir en el presente proyectando cosas a futuro, y aprovechar las oportunidades. Ahí todo empezó a fluir."

--¿Cómo se materializó la idea?

--Finalmente tuvimos una charla en la que nos propusimos buscar el sonido. Queríamos que fuera trap, que fuera sucio y tuviera muchos efectos, pero que a la vez no entregase una idea banal de salir de joda. Tiene un poco eso, pero también el concepto de que las expectativas que tenemos para el futuro no nos bajen en el presente. Me ha pasado mucho que el golpe era muy fuerte cuando las expectativas no se me cumplían. Cuando visualizamos esto, empezamos a sacar palo tras palo: nos metíamos al estudio y componíamos de una.

--Los diferentes ritmos arman un disco menos trapero y más hip hopero. ¿Es algo que decidiste?

--No voy a mentir: al principio estaba negado. Decía: "Esto va a ser trap y solo trap". Pero tuve gente alrededor que me hizo ver que tengo habilidades como para no encerrarme. Salí de la zona de confort, empezamos a hacer boombaps, un techno, el tema con Tygas es una especie de drill, el que es con Obie tiene también una onda oscura. Eso hizo que el disco fuera rapero aunque tenga muchas canciones trapper. No hay que confundir el concepto trap con temas que tengan sonidos trap, con ese estilo doble tempo, los hihats y el sonido del beat. Mi concepto va más allá, no banalizo. No limitarme en concepto ni en sonido lo hizo muy rapero.

--¿Qué música daba vueltas por tu cabeza?

--Estaba muy yanqui: muy Playboi Carti, mucho Gunna, mucho Drake, mucho Quavo. Por eso también sentí que estaba para hacer trap. Después empecé a abrirme un poco y a escuchar mucho Don Toliver. Hacía mucho que no escuchaba boombap: Delaossa, Lopes, gente de España, gente de acá como Mir Nicolas. Ahí quise incorporar mi gen freestyler y rapero también en esto.

► El juvenil que vino del futuro

Además de usar sus siglas como firma, Miguel Pérez se autoapoda El Juvenil, marca que proviene del nombre de su primera crew de adolescencia, Ligas Juveniles, formada en Garín, donde nació y se crió. Se interesó en el rap y las batallas de freestyle desde los 12 años, y su nombre empezó a tener resonancia a raíz de incursiones prometedoras en El Quinto Escalón.

"En ese momento tenía 16 años, creía que El Quinto iba a ser eterno. Hoy siento que podría haber apreciado muchas más cosas: un día soleado en Parque Rivadavia, escuchar un beat. Me siento parte, pero no fui de la camada que hizo su vida y encaró todos sus proyectos desde ahí. Tuve un parate que me sirvió para nutrirme de muchas otras cosas", reflexiona.

"No estaba la idea de ganar un Quinto y salvarte la vida. Hoy lo valoro mucho más, digo bueno, el MP de 16 años ganando un Quinto, le decís eso a un pibito hoy y se vuelve loco. Ahora lo veo como que compartí con OG de la escena actual, que me hacen sentir parte, saben quién soy, y si saco un buen tema se toman el tiempo de darme una opinión."

Después de haberse apartado del circuito del freestyle por un par de años, en 2020 MP había vuelto para la Red Bull nacional. Y este año, sin puntos de ascenso mediante, fue invitado por FMS para formar parte de los 12 participantes de la liga que reúne a muchos de los mejores freestylers del país.

"Si bien en esos dos años me salí del radar, también me alejé de la toxicidad del ambiente del freestyle. No sé si toxicidad, pero sí del clima de una compe, que te mirabas de reojo porque querías demostrar y volver a casa con el pan. Me descontaminé cuando me encerré en el estudio. Me llené de otra energía que eran los flows, el sonar bien, los tips que me daban los productores", recuerda.

"Llevé esa aura al freestyle, y cuando volví estaba totalmente renovado -suma-. Sentía que podía desarrollar un personaje, que era el pibito este del futuro que se había alejado un tiempo y volvía para llevarlo a cabo en el presente. Es muy fuerte lo que voy a decir, pero creo que hoy, en cuanto a los flows y la manera de encarar el freestyle, si no soy el mejor, pega en el palo."


--¿Ya no había toxicidad cuando volviste al freestyle? ¿O tu mirada había cambiado?

--Siento que la toxicidad está pero, por mi personaje y mi forma de encarar, no soy uno de los más atacados. No voy a quebrar un código por ganar una batalla. Las personas valoran mucho eso y se sienten representadas. A muchos se les escapa algo que no deben decir, o gesticulan de más, y hay gente que los acribilla. Hay que entender que el freestyle tiene ese lado teatral, que está bueno dar un show, y que si todos vamos a rapear en la nuestra nunca se genera el choque que tanto gusta. Hoy hay muchos fans de freestylers y no del freestyle, o de la música y el rap. Si su MC favorito pierde está todo mal, no disfrutan de muchas cosas. Por suerte, a mí esa energía no me llega. Pero que está, está.

--¿Por qué momento pasa el freestyle profesional?

--Yo al freestyle lo amo. Fue de las cosas que me permitieron hacer catarsis desde chico. Pero creo que está pasando por una etapa muy crítica. Me parece que hay que hacer un cambio no generacional, porque talentos nuevos aparecen todo el tiempo, sino en el formato. Hay batallas que duran 40 minutos a lo largo de un evento de 5 horas, con los pibes parados bancando ahí. Para mí, es bastante inhumano. Si me ponés a ver una batalla de freestyle que dure más de tres horas, me estás liquidando. Quiero un show de verdad de 2 horas, 2 horas y media, en el que se den masa. Siento que nos están llevando a un límite. Formatos tan largos y condicionantes están matando un poco al freestyle. Falta que nos tiren palabras cada 5 segundos saltando la cuerda con un pie.

--Es una observación muy desde adentro. Lo que estás describiendo es básicamente FMS...

--Yo a FMS los banco, porque me dieron un trabajo y les tengo máximo respeto. Pero también puedo pararme y decir que tienen que hacer algo con el formato. ¿Cómo puede ser que un pibe que se rompió el orto para llegar hasta ahí rapee 40 minutos, en un evento en el que tiene que estar 5 horas antes y después 7 horas esperando por su batalla? No tengo la respuesta de lo que hay que hacer, sí puedo decir cómo se vive. El del freestyle es un fenómeno que pasó un poco de moda, pero la gente a la que le gusta está siempre ahí, y hay que darle cosas buenas.