“La izquierda fue avanzando paso a paso, etapa por etapa. Primero, instrumentalizando a los jóvenes estudiantes, que dejaron de asistir a sus escuelas. Tomaron las calles, agredieron y luego usaron bombas molotov con entrenamiento de la izquierda revolucionaria para destruir ciertos bienes públicos. Después de los jóvenes aparecieron las feministas, con puestas en escena muy obscenas, muy groseras, usando sus pañoletas verdes y moradas, provocando situaciones inaceptables, hablando sobre el aborto y con terminar con el macho. Y a eso le sumamos la inmigración ilegal como una demanda universal que fue generando guettos de pobreza, tomas de calles y de comercios. Estudiantes, feministas, inmigrantes ilegales, ambientalistas extremos, animalistas extremos, anarquistas, nos llevaron a ese fatídico 18 de octubre”, sostuvo Antonio Kast, el ex candidato derechista a la presidencia de Chile, el año pasado, en una reunión virtual de la que participaron representantes de VOX y otras figuras de la derecha reaccionaria europea. “Igual que ustedes en VOX, levantamos la palabra ‘rebelión’, pero no la rebelión marxista con las armas, sino la rebelión del sentido común”, respondió el ex candidato presidencial chileno cuando le preguntaron por qué a la izquierda ‘se le perdona todo’.

En esa alocución, Kast dejó en claro quiénes son los enemigos que quieren corromper a las tradiciones, a la nación y a la identidad nacional, entendidas como categorías puras, cristalizadas y homogéneas. Y, sobre todo, definió que solo el sentido común, escudado en los movimientos neoliberales conservadores, es la única fuerza “revolucionaria” capaz de proteger al pueblo de estas amenazas, protagonizadas por sujetos disruptivos, subalternos, molestos e indisciplinados.

Entre los panelistas de esta conferencia, llamada “El futuro del patriotismo”, se encontraba nada más ni nada menos que Giorgia Meloni que, al momento de su intervención, tenía una intención de voto similar a la que obtuvo Milei en las últimas elecciones legislativas. Sin embargo, el 27 de septiembre, ella se alzó como la primera mujer italiana con el 26,2 por ciento de los votos, en una elección con récords históricamente bajos de participación: solo el 63,9 por ciento del padrón acudió a las urnas.

Antonio Kast, el candidato chileno

Su exponencial ascenso se alinea con un paisaje global de avance de derechas reaccionarias, agitadoras y autoritarias, que buscan anular no por las armas, pero sí simbólicamente, a quienes desafían el estatus quo de dios-patria-familia-extractivismo neoliberal y cis hétero sexualidad obligatoria. Aliados y haciéndose coro, estos espacios acumulan cada vez más legitimidad geopolítica y adeptos en un contexto post-pandémico de incertidumbre y precarización.

Con los inmigrantes y la ‘ideología de género’ a la cabeza como depositarios de sus fantasmas, Giorgia Meloni, se define fundamentalmente como una mujer, una madre, una italiana y una católica. Su perfil, de esta forma, dibuja el imaginario de una verdadera empoderada: alguien que no descuida las tareas del hogar ni reniega de su femineidad, pero que se involucra en la arena política para defender los valores tradicionales. Una persona inquebrantable que, tras haber sido abandonada por su progenitor y haberse criado con grandes carencias económicas, pudo salir adelante por su propia fuerza de voluntad. Una verdadera role model y Girl Power, en términos de aquellas feministas neoliberales que celebran que las mujeres ocupen espacios de toma de decisión, más allá de los discursos que sostengan. Y, sin dudas, un perfil alineado con los intereses reaccionarios.

Para sorpresa de nadie, Eduardo Bolsonaro, -el hijo de Jair- celebró el triunfo de la dama preguntando en las redes sociales dónde están “las feministas, que siempre defienden a todas las mujeres, felicitando a Giorgia Meloni por ser la primera mujer elegida primera ministra de Italia". Días después, este diputado llegó a Argentina donde hizo un tour por el conurbano de la mano de Joaquín de la Torre, el candidato favorito de Patricia Bullrich para ocupar el cargo de gobernador bonaerense.

La visita del heredero del máximo representante de la extrema derecha en Latinoamérica también estuvo protagonizada por encuentros con personajes afines a su línea, como Milei, Espert, referentes del PRO y Francisco Sánchez. Este último se hizo viral es mes pasado, porque fue quien exigió la pena de muerte para CFK a días de que Sabag Montiel le gatille la cara en un intento por eliminarla.

El 27 de septiembre Meloni ella se alzó como la primera mujer italiana con el 26,2 por ciento de los votos, en una elección con récords históricamente bajos de participación. Foto: AFP.

 

Hablemos de mujerismo

“La llegada de Meloni al poder efectivamente pone sobre la mesa la necesidad de una reflexión feminista muy extensa sobre eso que yo llamo mujerismo, que es distinto de feminismo”, sostiene Sonia Correa. Ella es brasilera, integrante del Obervatorio de Sexualidad y Política y fundadora de la organización feminista brasileña SOS Corpo – Instituto Feminista para la Democracia. Desde su mirada como investigadora, ve como algo problemático que este movimiento haya hecho, históricamente, el reclamo por la llegada de mujeres al poder “una pauta prioritaria”. Este criterio va de la mano de un feminismo neoliberal mercantilizado, que tranforma en eslóganes complacientes reclamos populares para subjetivizar las luchas. Lo importante es ser una Girl Boss, una CEO Business Woman, romper el techo de cristal y llegar hasta lo más alto. No importa cuántas cabezas se pisen en el camino y quiénes son las mujeres que están debajo del organigrama.

Sonia enumera cómo figuras femeninas ultraconservadoras como Golda Meir o Margaret Thatcher, que ocuparon espacios ejecutivos protagonistas, no significaron “ni justicia social ni un compromiso con la igualdad de género ni con la agenda feminista”. ¿Qué hay detrás de este fenómeno de mujeres reaccionarias en el poder, celebradas por los máximos abanderados del patriarcado como una forma de provocar a los feminismos?

¿Qué significa mujerismo para vos?

-- Es esa idea de que el feminismo está colgado de la anatomía de las mujeres. Es una especie de anatomopolítica. Que basta ser mujer para ser potencialmente feminista. Y creo que las condiciones del mundo nos están mostrando que no es así. El feminismo es un campo de posiciones filosófico-ético-políticas que no está necesariamente sujeto a la anatomía de las mujeres.

Lo que estás planteando también remite a discusiones dentro del feminismo con respecto las corrientes TERF, que militan activamente para anular a las personas trans.

-- Sí, con las corrientes esencialistas. Eso mismo. Yo he escuchado una intervención de la socióloga australiana trans Raewyn Connell en un coloquio reciente en Francia, donde ella hacía una distinción que a mí me parece muy productiva entre las ideologías antigénero ultraconservadoras y la posición antigénero de las feministas esencialistas. Ella mencionaba que las fuerza conservadoras, de la iglesia o seculares, comparten y propagan el fantasma de la ideología de género. Esa son fuerzas patriarcales, que defienden un orden androcéntrico. Las feministas esencialistas, para esta autora, tienen posiciones antipatriarcales en relación a varios temas: contra la violencia hacia las mujeres, están a favor de la descriminalización del aborto, etc. Sin embargo, comparten con las fuerzas conservadoras antigénero un apego, una adhesión incontestable a la concepción de que la diferencia sexual es binaria y de base biológica, inmutable. Según Raewyn Connell ellas son como puristas genitales. Una política vinculada a la anatomía que es de purismo sexual, genital.

Para Sonia, “lo peor que puede pasar en Italia ahora con Meloni no va a ser tanto en términos de las políticas de género y sexualidad, porque ya están muy deterioradas de algún modo, pero sí con las políticas antimigratorias. Creo que hay que mirar el efecto Meloni desde una perspectiva interseccionalidad muy sólida, mirando la dimensión racial, la dimensión migración y una perspectiva antineocolonialismo, porque creo que es ahí donde su impacto va a ser más fuerte”, asegura.

Javier Milei dijo que de ser presidente, eliminaría el Ministerio de Mujeres y Diversidad. Foto: Sandra Cartasso

 

Sintonía de los nuevos autoritarismos

Para Verónica Gago, doctora en Ciencias Sociales, investigadora del Conicet e integrante del Colectivo Ni Una Menos, “podemos conceptualizar el fenómeno de los ‘nuevos’ autoritarismos como un conjunto de transformaciones en los sistemas políticos, en los Estados y en las dinámicas de gobierno, y también en las subjetividades y los afectos en juego, en las formas de organización del trabajo y en las tendencias extractivistas del neoliberalismo”, sostiene. “En ese sentido, hay que comprender cómo las derechas fabricaron enemigos para legitimar su intervención y para anclar su propuesta de subjetivación, como promesa de una estabilización posible en medio del miedo y la frustración”, describe.

En el contexto de peligro inminente y desorientación que significó la pandemia, varios sectores vieron en propuestas reaccionarias relatos con los que identificarse. “Claramente es importante destacar es que se trata de un fenómeno reaccionario y tenemos que entender la literalidad de esto: reacciona a una desestabilización doble. Por un lado, la que provoca la precariedad (no saber de qué vamos a vivir, cómo vamos a pagar el alquiler, etc.)”, caracteriza Verónica Gago. “Y, por otro lado, a la desestabilización promovida por los movimientos de insubordinación feministas, queer, y también de las prácticas migrantes que han desmotado de muchas maneras el vínculo entre mandatos heterosexistas, de privilegios nacionales, y sus economías de obediencia”, señala.

“La violencia del escenario al que nos enfrentamos, no podemos perderlo de vista, expresa un intento de estabilizar la crisis de legitimidad política del neoliberalismo que ha encontrado en el movimiento feminista transnacional, en las formas de insubordinación de los movimientos LGBTIQ y en las prácticas políticas migrantes antirracistas formas políticas concretas que le disputan a este sistema tanto el diagnóstico de la crisis, como los modos de atravesar y confrontar la precariedad laboral y existencial generalizada. Son esas luchas las que atacan la estructura de subordinación y explotación capitalista en una zona sensible y estratégica: justo donde se articula con fuerzas reaccionarias en el orden de la familia, la sexualidad, los merecimientos de subsidios sociales, los trabajos no remunerados, las legislaciones antimigrantes, etc. Esta es una realidad que, con la secuencia organizada entre la pandemia y la guerra, no ha hecho más que acelerarse”, confronta Verónica Gago.

Al igual que el nazismo necesitó categorizar enemigos internos para definir quiénes son los verdaderos alemanes, personajes como Meloni, Bolsonaro, Milei, Kast, Orban y Trump también usan el “sentido común” para hacer pueblo. Escudándose en la “libertad individual” como valor supremo y activando un imaginario nacionalista y patriótico, estos referentes lograron cautivar votos explotando prejuicios y lugares comunes estigmatizantes. Por supuesto que cada región tiene sus peculiaridades. En Argentina, por ejemplo, los medios hegemónicos y golpistas caracterizaron durante años a los mapuches como terroristas chilenos y usurpadores. No es casual que, mientras las fuerzas represivas del Estado libraban literalmente una cacería contra las mujeres de este pueblo, Santiago Abascal, junto a Milei, llamaba en un acto masivo a recuperar los valores coloniales españoles.

Como ejemplo paradigmático de la construcción de este “sentido común”, entendido como un principio rector de “la ley y el orden” (que no es más que es un eufemismo de conservadurismo de ultra derecha), esta semana Javier Milei dijo que, de ser presidente, eliminaría al Ministerio de las Mujer, al INADI y a la ESI. Considera, desde una mirada victimista, que “son mecanismos para la persecución de los que piensan distinto". Siguiendo esa línea, sostuvo que no le parece “correcto” que el Estado cobre impuestos para “lavar el cerebro” con la ideología de “la aversión sexual". “Eso es socialismo”, concluyó.

El “sentido común” que construye, al igual que lo hacen otros referntes vinculados a su espacio político, como Agustín Laje o el YouTuber El Presto (que fue vinculado con la banda de ultra derecha que planeó el intento de magnicidio contra CFK), es que la ESI es el “adoctrinamiento” de la perversión sexual financiado por el Estado. Esta política pública, que una de las mayores conquistas del feminismo y un arma democratizante para que los niños, niñas y adolescentes tengas herramientas para defenderse de violencias sexuales, la categoriza como un peligro inmoral que atenta contra el orden biológico y natural. Es decir, el patriarcal. Acerca de esto, el diputado Domingo Cavallo dijo que estos dichos abogan por la libertad. ¿La libertad de quién?

Giorgia Meloni: su popularidad explotó durante la pandemia. FOTO: AFP

 

¿Quién para a Meloni y sus amigos?

Volvamos a Meloni. Al igual que muchas otras figuras del far right, su popularidad explotó durante la pandemia, donde se posicionó como una voz “antisistema” y contestataria a las medidas sanitarias. Articuló intereses en común no solo con figuras ultranacionacionalistas y conservadoras italianas, sino también con personajes reaccionarios extranjeros; además de haber manifestado abiertamente su admiracion por Mussolini y Donald Trump.

Francesca Staiano es docente e investigadora universitaria italiana que vivió siete años en argentina y es profesora de relaciones internacionales entre China-América Latina y China-Europa, hay muchos factores que explican su popularidad. Señala que Giorgia tiene la característica de ser una cara nueva, fresca y que, aunque fue parte del gobierno de Berlusconi, su imagen está menos “quemada” que la de Salvini, que tiene un estilo retórico mucho más explosivo.

¿Qué lectura podés hacer de su triunfo electoral?

--Como dato no menor, solo participó de los comicios el 50 por ciento de la población. Ya la mitad no se presentó a votar, lo que nos habla de que la gente ya no cree más en el sistema político de representación. Por otro lado, es un voto de descontento. Hubo una fuerte desilusión hacia el movimiento Cinco Estrellas, que anteriormente canalizó los intereses de quienes rechazaban el establishment político. Este espacio tuvo una fuerte bajada de popularidad porque al final debió, obviamente, alinearse al sistema. En resumen podemos decir, por un lado, que hubo un 50 por ciento de abstención de gente desesperanzada, también una búsqueda de sectores indecisos y una retórica que apuntaba “a la panza”, como se dice acá, y una incapacidad total de la izquierda de poder aliarse.

¿Cómo el nuevo estátus de Meloni como PM puede amenazar al colectivo LGBTIQ, a los migrantes y a la ampliación de derechos feministas?

--En términos de derechos humanos, ya están en riesgo empezando por el empobrecimiento de la población, sobre todo en el Sur de Italia, donde la brecha social es inmensa y la mafia opera como un gobierno paralelo. Con respecto a los migrantes, Salvini ya dijo que va a cerrar otra vez los puertos, desconociendo el reglamento de Dublín que regula esta materia. Ahora, esto se va a recrudecer. Por otro lado, ya se habla de que se quiere hacer un salto de cien años porque en Italia quieren abolir el aborto gratuito y libre, que ya es muy difícil de implementar porque hay muchos objetores de conciencia. Con respecto al colectivo LGBTIQ se está difundiendo mediáticamente la narración de que son casi como una secta, entonces se habla de fascismo LGBTIQ, que es algo completamente absurdo.

Los feminismos, los movimientos antirracistas y los ambientalistas están, una vez más, en la mira. ¿Cuál es el desafío de estos activismos para aliarse en un frente común transversal que pueda operar como un agente de choque que tensione las subjetividades “libertarias”? Sonia Correas propone complejizar estas preguntas.

¿De qué forma pensás que los feminismos pueden posicionarse como una voz que instale nuevas imaginaciones políticas por fuera de los discursos de odio de las figuras neoliberales?

-- Quiero deconstruir tu pregunta empezando por lo de “discursos de odio” y “figuras”. Discursos de odio siempre ha habido y figuras extremas siempre ha habido. El problema es que estamos viviendo otro contexto, donde esos discursos son propagados y utlizados por las fuerzas sociales y politicas, configurando un contexto de neofascismo; que no es exactamente igual al fascismo histórico de los años 30, pero que tiene muchos sesgos semejantes. Y el más importante trazo común es el desprecio por la democracia, la igualdad y el recurso sistemático y legitimado de violencia politica.

Para Sonia, estamos “frente a un cambio sistémico del orden político que reconfigura el Estado y la sociedad”. “Estamos frente a un reto, a una amenaza de carácter estructural. Los feminismos y los movimientos LGBTIQ+ no tienen el poder y la capacidad de responder solos a esas amenazas. Además, la capacidad de movilización es extremadamente variable en distintos lugares del mundo”, señala. En ese sentido, “aún en los contextos donde los feminismos tienen mucha fuerza, nunca van a poder contener en solitario ese giro sistémico hacia la derecha”.

¿Cuál es la estrategia a seguir?

--Armar justamente coaliciones en diálogo con todas las fuerzas que defienden la democracia, incluso con quienes podemos tener divergencias. Eso muy difícil. Pero ya estamos viendo cómo estos movimientos están siendo desafiados a actuar juntos como una fuerza de choque contra la derecha radical.

 

El sentido común tiene quién lo enfrente. “Un desafío consiste en seguir tejiendo las luchas que se desprenden de tener una lectura de la conexión entre las violencias que afectan las vidas”, señala Verónica Gago. “Cuando los feminismos se hacen cargo de discutir y accionar en el problema de la vivienda y de la justicia, de la propiedad de la tierra y de los derechos laborales, de las formas de violencia contra las niñeces y del endeudamiento de los hogares, tienen la posibilidad de disputar tanto el sentido reactivo que gana la precariedad como las formas fascistas de estabilización de la crisis que se pretenden imponer”, concluye.