En Florencia, Italia, en la casa-museo dedicada a la memoria de Miguel Ángel, acontece por estos días la restauración de Allegoria dell'inclinazione (Alegoría de la Inclinación), de 1616, una de las primeras obras florentinas de la enorme Artemisia Gentileschi. El cuadro fue un encargo de Michelangelo Buonarroti il Giovane, sobrino nieto del maestro renacentista, que pidió a talentosas personalidades del momento que pintaran piezas que, de alguna manera, homenajearan a su tío abuelo. Según el Museo della Casa Buonarroti, pagó tres veces más a Artemisia por su trabajo que al resto de los convocados, consciente del inconmensurable talento de quien, en ese tiempo, se convirtió en la primera mujer en ser aceptada en la Accademia delle Arti del Disegno.

Cuestión que Gentileschi dio a su alegoría a la vocación forma de muchacha totalmente desnuda que, décadas más tarde, en 1684, un artista llamado Il Volterrani, alias de Baldassarre Franceschini, censuraría pintándole telas y velos encima. Un pecado a todas las luces que no cometió por propia iniciativa: Lionardo Buonarroti, sobrino de Michelangelo Buonarroti il Giovane, vivía entonces en el palacete y creyó que había que tapar las partes pudendas femeninas para proteger la dignidad de su familia.

Y así ha persistido la pieza intervenida, colgada en el techo de la galería principal de la casa-museo hasta días pasados, cuando fue bajada para empezar las tareas de restauración. Que se están realizando allí mismo, vale subrayar, para alegría de visitantes que ahora pueden ver de cerca la obra y seguir todas las fases de un proyecto que lleva por nombre Artemisia Unveiled / Artemisia Svelata, y que cuenta con el apoyo de Calliope Arts (organización inglesa sin fines de lucro que celebra los logros históricos de las mujeres) y del coleccionista y filántropo Christian Levett.

Ojo, hay un extraordinario bonus track a la iniciativa en curso: además de volver al cuadro todo su esplendor, el equipo está trabajando con tecnología de punta para “desnudar” a la figura retratada por Artemisia y determinar cómo se veía originalmente, sin los paños que por mojigatería fueron añadidos a posteriori. “Debido a la naturaleza histórica de los repintados, no es posible eliminarlos de la superficie, pero el alcance de nuestro diagnóstico facilitará la creación de una imagen virtual del original que se encuentra debajo de la superficie”, adelantó la conservadora principal del proyecto, Elizabeth Wicks.