Balazos siempre. Antes, durante y después del asesinato ocurrido el jueves a la noche en barrio Santa Lucía. La víctima, Soraya Rubiolo, de 16 años, y madre de un bebé de 5 meses. Fue una de las dos víctimas con la que cerró esa noche y la madrugada del viernes para alcanzar la cifra de 241 personas asesinadas en lo que va del año que aún no terminó, y que le empató a todos los casos registrados en 2021 en Rosario. Horas después, desde un auto dispararon una ráfaga de balazos contra la misma casa donde ocurrió el crimen.

La humilde vivienda de Colombres 2139, en la última calle de ese arrabal del oeste rosarino, detrás del centro de salud Débora Ferrandini, parece estar en el epicentro de una bronca con gente que no vacila en desatar violencia letal. Lo peor ocurrió antenoche. Soraya llegó con su bebé a la casa paterna con el plan de celebrar con él y sus hermanos el cumplemes de su hijito. Pero al entrar alguien la atacó en soledad. 

Uno de sus hermanos la encontró un rato después, muerta en el piso del comedor, con un balazo en la cabeza, y el bebé en llanto pero ileso. 

Ayer por la tarde, cuando el Instituto Médico Legal había entregado el cuerpo y el papá de Soraya –carnicero de oficio– se preparaba con sus hijos para ir al velorio que le gestionó una repartición municipal, pasó un Volkswagen de color gris por el frente y desde el interior partió una ráfaga como de ametralladora contra la modesta fachada de la casa, también contra el auto de un vecino y otras viviendas más.

El ataque no causó heridos, pero sí zozobra en el vecindario. Unas horas antes, cuando la prensa cubrió esa cuadra frente al campo abierto ya del límite del municipio, una vecina contó: "Anoche tenía el negocio abierto todavía y escuché el ruido, pero como acá ya estamos acostumbrados a los tiros, nadie le lleva el apunte y sigue en lo suyo. No pensé que fuera esta nena, era ejemplar, re buenita con su bebé. Una familia trabajadora", lamentó.

Al cierre de esta edición, agentes policiales se apostaron en custodia en la sala velatoria donde se despedían los restos de Soraya.

La violencia había comenzado el martes pasado, con una balacera anterior contra la misma casa. Cuando la policía llegó recién ayer para intervenir en la escena del crimen, Luis Rubiolo le entregó a los agentes dos pedacitos de plomo, proyectiles que fueron disparados en ese ataque del que ayer no había motivación cierta.

En simultáneo, a la vuelta de Colombres al 2100, en el pasaje 1707, los vecinos de esa cuadra denunciaron que horas antes del asesinato dos hombres en moto habían realizado un par de disparos con destino incierto. En esa calle angosta del Santa Lucía vivía Soraya con su novio, desde que el bebé de ambos, Lorenzo, nació. Pero ella seguía visitando a diario la casa de su papá y sus cuatro hermanos. 

Algunos testimonios que recogió la fiscal Marisol Fabbro refirieron que Soraya había tenido una pelea días atrás con otra chica del barrio cuya familia está relacionada con el narcomenudeo en la zona. Por eso, la hipótesis del robo como motivo del crimen quedó en segundo plano, aunque el homicida se llevó de la casa el televisor y un teléfono celular.