Luego de la sucesión de renuncias de ministros nacionales de las últimas semanas -primero Juan Zabaleta, Claudio Moroni y Elizabeth Gómez Alcorta, luego Jorge Ferraresi-, aumentaron las especulaciones acerca de cuándo renunciaría el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. Pero el ministro de Obras Públicas sigue en su puesto pese a las especulaciones y los dirigentes consultados coinciden en que podría continuar en la función incluso hasta el final del mandato.

Cada renuncia tuvo sus particularidades. Zabaleta ansiaba volver a Hurlingham para contener el avance de La Cámpora local, Moroni alegó motivos personales y Gómez Alcorta consideró inaceptable la represión de las fuerzas en Villa Mascardi, que incluyó detenciones y traslados de mujeres. 

El trasfondo de las renuncias es que los intendentes, como Zabaleta y Ferraresi, se concentran en sus distritos para hacer frente a la contienda electoral del año entrante. Katopodis es también intendente de San Martín en uso de licencia. Por eso las dudas iniciales acerca de su futuro inmediato. Este diario pudo saber al menos tres razones que explican su continuidad a cargo del ministerio.

En el plano local, Katopodis tiene una buena relación con las otras fuerzas que integran el Frente de Todos. Si Hurlingham representa el pico de tensión entre kirchnerismo y albertismo, San Martín es su contracara. Un ejemplo de convivencia. A pesar de haberse enfrentado al kirchnerismo varias veces en el pasado, los propios kirchneristas le reconocen al Katopodis de los últimos años su apuesta constante por la unidad. Tiene diálogo fluido y respeto político mutuo con el conductor de La Cámpora local, el diputado provincial Lauro Grande. 

Es tan armónico el panorama que tampoco se toman muy seriamente los mensajes de Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita, sobre la posible candidatura de Leonardo Grosso, si se mantuvieran las PASO. Creen que es una ficha sacrificable en el marco de una estrategia provincial, que priorizará distritos con chances reales. Desde que Katopodis se fue al ministerio, el quedó a cargo de Fernando Moreira, dirigente de su máxima confianza, que le responde directamente y aspira a renovar. 

San Martín es uno de los distritos más populosos del conurbano norte, que integra la primera sección electoral. En las elecciones del año pasado, el oficialismo logró una ajustada victoria. Uno de los que asoma como precandidato de la oposición es Santiago López Medrano, ministro de Desarrollo Social en los tiempos de Vidal. Otro es Andrés Petrillo, con origen en la Franja Morada, convertido luego al color amarillo. 

El radicalismo que encabeza Maxi Abad también tiene representantes en el distrito. Los Ivoskus, el ex intendente Ricardo y su hijo Daniel, ex diputado provincial, abrieron un local céntrico recientemente. Hasta hace poco, estaban en otra cosa: Daniel dedicado a la consultoría y Ricardo retirado. Pero no pudieron resistirse a la nueva ola de entusiasmo radical. 

Las otras razones tienen que ver con el desempeño de Katopodis. Gobernadores e intendentes aprueban su gestión y pidieron por su continuidad. Parte de su equipo está o estuvo integrado por intendentes, como Gustavo Arrieta de Cañuelas en Vialidad o Martín Gill de Villa María (renunció en diciembre pasado), que de alguna manera garantizan que las obras lleguen en tiempo y forma y satisfagan necesidades concretas de la población. “Hizo un gran despliegue en la pandemia, especialmente con los hospitales modulares, y nunca se detuvo”, afirman.

Katopodis creó además una Dirección Nacional de Transparencia, con el objetivo estratégico de disputar la oscura percepción que la sociedad tiene del sector en toda la región, especialmente a partir de operaciones como “cuadernos” o “Lava Jato”. Entre otras cosas, esa dirección implementó la plataforma digital MapaInversiones.gob.ar, que permite a cualquier ciudadano controlar la ubicación y el avance técnico y financiero de cada obra y estableció el Observatorio de la Obra Pública, una especie de consejo consultivo del sector que reúne a la Cámara de la Construcción, la UOCRA, universidades y ONGs.

Toda una corriente de politólogos y cientistas sociales, muchos de ellos sentados en lugares de decisión en instituciones internacionales como CEPAL, BID o CAF, llaman a este nuevo paradigma de transparencia “la revolución silenciosa”. Desde el ministerio, sacan pecho. “Los paladines de la honestidad no implementaron ni una política pública de transparencia, lo hicimos nosotros. Tarde o temprano, se va a valorar”.

Por último, la forma en que se definieron los últimos recambios -el presidente, en soledad-, también generó cierta preocupación en el peronismo territorial. “Si se trata de reducir o contener daños, no podemos abrir un nuevo foco de crisis. A todos nos importan nuestros distritos, pero no al costo de profundizar las divisiones o de que un nombramiento se convierta en una nueva provocación. Conclusión, Kato se queda”. Por lo menos, mientras las encuestas se lo permitan.