"Gualti" tiene 47 años, estudia Comunicación en la Universidad Nacional de Moreno, y es madre de tres hijos, uno de ellos con una discapacidad visual del 98 por ciento. El 29 de junio pasado, una patota irrumpió en su domicilio, ubicado en Villa Zapiola, Paso del Rey, la golpeó e intentó "tomar su propiedad", según consta en la denuncia. La mujer sostiene que está siendo perseguida y amenazada por personas "vinculadas a las drogas", a las que les "molesta" que ella brinde un espacio de contención a pibes y pibas con problemas de adicciones.

"Unas 30 personas ingresaron violentamente a mi casa, me pegaron ferozmente, me redujeron, e intentaron usurpar mi parcela. No me pudieron sacar porque me abracé a la reja, cubriéndome la cabeza para que no me maten a golpes", expresó, acongojada, Gualti.

Según la mujer, la policía Bonaerense no la llevó a realizarse los exámenes luego del ataque, ni activó el protocolo frente a la toma de 30 personas contra una mujer. "Mi papá, de 77 años, me acompañó a hacer la denuncia y la revisión médica", contó Gualti.

La Unidad Fiscal Nº 5 de Moreno, a cargo del caso, recién pudo acceder al informe médico "el 23 de agosto porque la policía no lo había retirado antes", detalló.

El terreno tiene una superficie de 700 metros cuadrados. Ahí, construyó su vivienda y creó un pequeño resto bar, que también funciona como espacio de arte. "En 2006, con la indemnización que recibí de mi empleo anterior, compré esta parcela. Tengo la escritura y todos los impuestos pagos. Dentro de mi terreno, a la izquierda, vive una mujer de 74 años, a la que le ofrecí quedarse porque no tenía dónde ir. Ella sufrió un ACV y actualmente tiene movilidad reducida", aseguró la mujer.

"Entre las personas que entraron violentamente a mi casa estaban la hija y el yerno de la mujer paciente de ACV, y la pareja de un expolicía de la Federal", afirmó Gualti. Y añadió: "Quieren mi casa y mi pequeño resto-bar, que también funciona como espacio de contención e integración a través del arte. Me quieren sacar todo para hacerlo un aguantadero".

La denunciante manifestó que desde aquel episodio, en los últimos meses, el acoso se tornó insoportable, e incluso han llegado "personas en camionetas" a amenazarla e impedir que abra el restaurante, quedándose durante horas en la puerta de su domicilio.

"Mi casa, mi barcito, mi vida, están destrozados. No me dejan laburar ni que ayude a los pibes", aseveró la mujer. Y agregó: "Acá en el barrio las drogas se están cargando a chicos cada vez más chicos. Por eso creé este espacio, para prestarles un oído, darles un plato de comida y acompañarlos a pedir ayuda".

En uno de los últimos episodios de amenazas y acoso, Gualti llamó 16 veces a la policía, pero no acudieron a su domicilio, de acuerdo a su relato. "Ya no puedo hacer mi vida normalmente, ni siquiera salir al supermercado o pagar los servicios porque tengo mucho miedo de que me maten", dijo la mujer. Su desesperación llegó a tal punto que inició un ayuno de 40 días.

Informe: Karla Góngora.