En un relato suyo inédito, "El tren de lata verde (Cuando nacieron los dioses)", el pintor rosarino Rodolfo Perassi cuenta en clave de realismo mágico una anécdota de su niñez.

Renuente a mostrar su texto, relata en un audio lo que recuerda. La acción transcurre en en el café bar que tenía su padre, Enzo, por la zona del actual Parque Urquiza. Y que era -como contó en otra ocasión- un bar que reunía a bohemios, a los marineros de los barcos de diversas banderas que anclaban en el puerto de Rosario y a los hijos de los inmigrantes anarquistas de clase obrera que habían estudiado y progresado. Fue un 5 de enero: "Yo tenía tres años y medio, cuatro. Los parroquianos del bar me estiraron la noche hasta que fueran las doce, y me dicen: 'vamos al patio, ahí van, ahí van...' y bueno, yo vi a los Reyes Magos. Los vi, puedo cerrar los ojos y los sigo viendo. Me hacen ver los Reyes, después dicen: 'mirá lo que te dejaron'. Y yo veo un tren de lata verde que tenía una locomotora, los vagones... y me voy a dormir con el tren. ¿Qué es lo que hace un chico? Abrazar el regalo", evoca. Nació en 1949, lo que permite fechar el relato en forma aproximada en 1953. Puede haber sido, quizás, la primera víspera de la Adoración de los Reyes Magos que las infancias de entonces pasaron sin Evita, fallecida en invierno.

La ternura de aquellos hombres solos, la visión del niño, conmueven en la ronca voz que afirma, décadas después: "Puedo cerrar los ojos y los sigo viendo". Lo que sorprende al pintor ahora es ir a buscar cuadros en su taller y comprobar, como si fuera obra de otro, que "el relato pictórico de eso ya está hecho... hay otras obras donde aparecen también cuestiones que estoy escribiendo que ya están pintadas, las descubro después, es un ida y vuelta... trato de contar algo desde la abstracción, de esa cosa que tiene forma, los colores". El relato permanece secreto. Perassi rechaza la idea de ilustración; para él, pintura y escritura son dos caminos distintos que sólo tienen en común el caminante. 

Relato abstracto, en la galería Desmayo (Laprida 627, planta alta, Rosario) es una de las más hermosas muestras locales en lo que va del año que ya casi termina. El montaje fue pensado también por Perassi, fundador de un linaje de montajistas. Una pared en un gris medio que cohesiona 5 cuadros en un solo gran mural a la manera de "La mural", de su maestro Juan Grela; espejos puestos sobre los pedestales de sus construcciones de objetos pictóricos tridimensionales para que la parte de abajo, también pintada, se haga visible, son solo algunas de las sabias decisiones que el artista y montajista tomó y donde lo secundaron los gestores de la galería que dirige otro artista, Mauro Guzmán.

Foto: Sebastián Vargas

Relato abstracto dialoga con el modernismo rioplatense idiosincrático de Grela, en una conversación que parece continuar a través de los años aunque el maestro haya muerto en 1992. Estas obras demuestran que se puede crear arte contemporáneo sin ruptura radical con la tradición modernista, cuyas limitaciones constitutivas resumía el crítico Clement Greenberg para la pintura en 1961: "La superficie plana, la forma del soporte, las propiedades del pigmento". Aquella normativa excluía -al igual que los concretistas y universalistas rioplatenses de mediados del siglo veinte- el claroscuro y la anécdota. La pintura era plana, ortogonal; y era eso que estaba ahí. En cuanto a Grela, los colores que enseñaba a usar provenían del círculo cromático: pares de complementarios, tríadas de primarios o secundarios, siempre "quebrados", es decir, mezclados unos con otros para lograr una tonalidad que unifique la obra. La pintura tonal sigue el mismo principio de la música tonal. Perassi se permite desviaciones del canon moderno: soporte con espesor, claroscuro, objetos híbridos entre escultura y pintura, el cuadro cuadrado colgado a 45 grados para que sea un rombo, y ahora agrega lo más sorprendente: colores puros, en un caleidoscópico atonalismo. Y lo más sutil: con fino arte de carpintero ebanista, curva el soporte en los perfiles de sus bordes y deconstruye el cuadrado. La percepción vacila, no sabe bien qué ve. Hasta que el tacto, o el movimiento, delata la curva casi invisible en la madera. Perassi juega con las formas, como jugó de niño con su imaginación y con el trencito verde; juega sabiamente a las escondidas, y tras los colores oculta un cuento.