El sol del sábado a las 17 horas sobre los letreros del Shoping de San Justo. La concentración va tomando color, las diversidades matanceras se hacen presente con banderas arcoíris y mucho glitter. De a poco se va poblando la avenida del Metrobús. Los carteles de los colectivos con sus números de tres cifras van enmarcando el encuentro. Retumban los bocinazos heteronormados. La murga que acompaña la marcha va derribando la sonoridad rígida de las bocinas. Pronto, la tarde comienza a tomar un tono festivo, de baile, murmullos y saludos a lo lejos.

A las 17.30 la cuenta regresiva dará inicio a la segunda Marcha del Orgullo, organizada por la Comisión Orgullo Matanza. Travas mariposas y travas sirenas se roban las miradas al frente de la marcha. Los colores del arcoíris comienzan a avanzar frente a los gestos indescifrables de los vecinxs, que salen de los negocios a mirar como si se tratara de un espectáculo de calle Corrientes. Pero las diversidades alzan la voz para celebrar los derechos adquiridos y exigir los que todavía faltan, con las consignas: “¿Dónde está Tehuel”, “Basta de discursos de odio”, “Trabajo para todxs, implementación de cupo laboral travesti trans”. El sol acompaña.


La comunidad que pisa fuerte en el conurbano, con sus demandas y sus brillos

El camino del shopping a la plaza de San Justo es corto, pero dura lo suficiente para hacer visibles algunas cuestiones de la comunidad LGBTTTIQ+ en los barrios del conurbano. Para muchxs es su primera marcha o la primera vez que marchan en su localidad: “Recién este año me entero de esta iniciativa, es hermosa la energía que se siente, yo jamás fui a una marcha del orgullo, así que me alegra que sea acá en el oeste. Es saber que en provincia también estamos, a veces ocultos, pero estamos”, cuenta Melanie, estudiante de locución.

El paso es lento, hay que saber tomarse el tiempo para seguir el ritmo y bailar mientras se agitan carteles y banderas. Un chico lleva el pelo mitad fucsia, mitad negro y una bandera bisexual atada al cuello que combina con los colores de sus aros. “Dentro de la masculinidades, la bisexualidad es menos visible. Está buenísimo que se organicen espacios como este para que esa otra parte de la sociedad que no lo quiere ver, lo vea”, explica Nehuén, estudiante de profesorado de Matemática, standapero y bisexual. A medida que la marcha avanza el sol parece confundido, sale y se apaga. Lxs vecinos siguen con la mirada lo que sucede, no hay muestras de odio, ni risas, algunxs siguen el ritmo de la música con la cabeza, otrxs sostienen una mirada ¿de sorpresa? ¿confusión? ¿tolerancia?

Las diversidades matanceras avanzan. Lxs jóvenes también son protagonistas de esta escena en movimiento, la mayoría concentrados al final de la marcha. “Y me solté el cabello, me vestí de reina”… dos se montan in situ, una chica le sostiene a otrx un espejito para que se delinee los ojos con la agilidad que ni un maquilladorx experto lograría con tanto movimiento. Otrx más joven, con flores de plástico en el pelo, camina sosteniendo un cartel con la inscripción “ESI no binaria en todas las escuelas”. Atrás, un auto orgulloso destila canciones pop para alentar a lxs del fondo, pero no hace falta, en el oeste se baila atrás, en el medio y adelante.

Encabezando la columna, junto a otras compañeras trans, está Grecia Villalba, docente y militante política por los derechos de la comunidad LGBTTTIQ+, quien por segunda vez tomó la iniciativa de convocar a la marcha del orgullo en La Mantanza. “Se sumaron muches, tengo una gran emoción, hoy me visibilizo con la esperanza de que se pueda mejorar la calidad de vida de muchas compañeras y compañeros trans, que la sociedad pueda comprender que no formamos parte de un sistema diferente, en derechos somos iguales. Hoy marcho por la memoria, por la justicia social”, relata Grecia.

Para las 18.28, una vecina desde su balcón arenga bailando y dándolo todo con su caniche en brazos, les chicxs del fondo la festejan al ritmo de la murga, que no parará de sonar hasta llegar a la plaza, donde se llevarán a cabo la lectura del documento y espectáculos. La fiesta orgullosa invita a todes y de todos los territorios. Como a Joaquina, la Rayo, una estudiante de Medicina y tarotista que viajó desde Hurlingham: “Una marcha en el conurbano simboliza sentirnos orgullosos por lo que somos en nuestros barrios. Creo que debemos capacitar e informar a todes les vecines de que la diversidad hace al mundo un lugar lleno colores, matices y muchas curiosidades hermosas que podemos compartir”.

Pura fiesta de looks, glitter, cuero y metal en un territorio muchas veces hostil con las identidades travesti trans. 


Resistencia y territorio

“Ahora que sí nos ven” cantan lxs presentes, la columna ocupa unas tres cuadras. El sol comienza a esconderse para dar lugar a nuevos astros. Bajo los colores anaranjados y los cables del cielo conurbano resalta la frase “Resistencia y territorio” en el chaleco de jean de Bebe Luque, un militante por los por los derechos humanos y los derechos de la comunidad LGBTTTIQ+, una frase que bien podría resumir esta jornada. Pero ¿cómo es resistir en el propio territorio? Bebe piensa unos segundos y dice: “El orgullo matancero me identifica mucho. Matanza es un semillero de la diversidad, tenemos a Diana Sacayán como principal referente. Y si de algo sabemos les matanceres es de orgullo por nuestro territorio y de resistencia, porque siempre la venimos remando.” Y, ¿qué pensaría Diana de esta tarde? “Pensaría que está perfecto que nos organicemos y que le encantaría que Matanza tenga una sola marcha, donde se pueda discutir todas las cuestiones con temática de diversidad. Creo que el diálogo es lo principal, la unidad y la discusión”, aclara Bebe refiriéndose a otras marchas que se hacen en la localidad.

El reloj marca las 18.47, la plaza de San Justo recibe a las diversidades decorada con banderines del orgullo, un pequeño escenario y algunas carpas. Micrófono en mano Shiva, la emperatriz, grita desde el escenario: “hagamos quilombo”, por los parlantes suena Let's Get Loud. Antes de que continúe el baile, es momento de hacer silencio. La lectura del documento comienza con un fragmento del poema “Reivindico mi derecho a ser un monstruo”, de la traviarca colibrí Susy Shock, un aplauso emotivo abraza la plaza y las reivindicaciones de este encuentro.

Llega la noche y con la noche los shows en vivo. 20.42, la cantora Ferni De Gyldentfeldt entona: “Ya vienen las maricas cantando la tonada, ya vienen las mariposas derribando las miradas”, de la coplera trans Lorena Carpanchay, para un público que se deja llevar con alegría a los valles calchaquies. Las tradiciones se reescriben con nuestrans canciones, en uno de los momentos más cálidos de la jornada.

Tehuel: muchos carteles pidieron por su aparición con vida. 

Ferni reflexiona sobre este encuentro: “Esta es una movida necesaria e imprescindible. Siento que este año felizmente estamos abrazando un montón de marchas fuera de la capital. Y enterarme, hoy por ejemplo, que en provincia de Buenos Aires se juntaron compañeres de manera autogestiva, que en Dolores se están organizando, en Luján, en Mercedes y aquí en la Matanza. Estamos viviendo, como nunca, un despertar de los orgullos visibles que están empezando a movilizarse en cada pueblo, en cada barrio para decir: acá estamos. El laburo que nosotres hacemos tiene que ver con corrernos de la invisibilidad para hacernos presentes en nuestra vida y en todo lo que hacemos, sin miedo y con orgullo. Que eso suceda en nuestras cuerpas y llevarlo a los barrios donde vivimos es el siguiente proceso emancipatorio que está ocurriendo y me emociona mucho.”

Los faroles de la plaza tardaron en encenderse. Tal vez no hacía falta. Un colectivo iluminado y eterno, enfurecido y tranquilo sigue de fiesta frente a la quietud de la iglesia. Hay mariposas en el aire.