Pepsico es la delicada amputación del nombre de una conocida fábrica de brebajes. Asociadas a otra  fábricas de alimentos, incluso Quaker –surgida del remoto  desayuno de los cuáqueros–, tiene establecimientos en todo el mundo. Las personas que consumen estos productos son felices; al menos así se los ve en las imágenes con las que propagandiza sus bebidas, sus snacks y su Gatorade. Ahora algunos ejecutivos internacionales deben estar evaluando las imágenes de la represión de la policía argentina, para desocupar el edificio de Vicente López que en alguna oficina de Nueva York decidieron que había que abandonar. ¿Razones? “Modernización”. Ah, suspira el ejecutivo. Las razones son fundamentales. ¿Qué valen cientos de trabajadores frente a la necesidad de ampliarse y respetar la ecología? ¿Quién no comprende que lo hacemos por los desvalidos, para que sean felices? Algo que nos queda de los viejos cuáqueros.

Pero esos cascos policiales, esas nuevas vestimentas militares lúgubres con gases lacrimógenos de nueva generación (“una rama que todavía no supinos desarrollar”, piensa el ejecutivo). Sí, no son imágenes buenas para la empresa, pero fíjese que antes se les advirtió por megáfono. ¿Cómo negar la delicadeza del Ministro de Seguridad de la Provincia… ¿Cómo se llama ese lugar? Buena Ares, señor. Exacto, se les avisó allí en Buena Ares,  se puso un cartel en la puerta, hay indemnizaciones dobles el que quiera ir a Mar del Plata, en nuestras nuevas instalaciones pueden trabajar libremente. Cerca del mar, no en ese barrio hacinado donde no podíamos expandirnos. My God ¿cómo estos boys no comprenden que todo establecimiento fabril debe expandirse en lugares amplios, aireados. ¡They are of the left! Debemos convencerlos; saber dialogar, cuando se despeje  el aire de gas pimienta, y entonces los buenos elementos quedarán con nosotros. Modernización y más modernización. Sublime propósito que justifica algunos problemas, algunos despidos, alguna familia en la ruina. 

¿Pero en qué historia grandiosa no hubo que sacrificar unos pocos por el bien general? Por suerte in Argentine hoy es así. Vean la tranquilidad del Presidente en un acto ceremonial entre cuatro paredes mientras se desarrollan los justos acontecimientos. Siempre algo de rigor exige, nuestro pacto con las utopías, el sueño del futuro, la mirada en el horizonte y una Pepsi Cola en la mano. Modernización, una palabra más breve para decir razón instrumental. Que ella impere, y como no todos las entienden,  pondremos argumentos ecológicos, premiaremos a los mejores empleados, le daremos título  de Licenciado en Grasas Especiales al que pasa un ungüento sobre el torno de los envases. Damos prestigio, identidad, meritocracia, you know?

Hoy me llegaron unas imágenes de la policía entrando a la fábrica y golpeando a algunos camarógrafos y diputados. Bad Bad. Esto no favorece a nuestra empresa. Nuestro único propósito es la felicidad, eso que se siente al saborear un Cadbury. Pero el alma me viene al cuerpo cuando veo que en esa larga escena de la televisión (¿Cómo el gobierno aún no pone su ojo en eso, no es mejor poner en el horario de las luchas una propaganda de avena Quaker?)  Pero hubo algo bueno, el programa siguiente era una publicidad del gobierno de la Provincia de… (Bueno Seires, acotó the first secretary). Ah, sí, Buenos Aeres, buena publicidad, toda gente sonriente, abuelos, niños, algunos comiendo chocolatines,  jugando a la ronda, rostros pigmentados por un rayo de felicidad. 

Claro, es un poco irónico primero ver un brillante casco de gendarme, con reflejos de sol que le dan un aire amenazador, y luego la sonrisa de la Gobernadora, inocente, honesta,  con el cuello levemente inclinado hacia un costado como en Botticelli, you know? Un acto sacro de ternura. Ahora me explico que teniendo tanta dulzura, primero avisen con altoparlantes a los rebeldes y que haya fiscales que repiten un protocolo humanista, caso quáquero,  para tranquilizar a la población. Good. Para que se vea cuán limpiamente se expulsa a los revoltosos. Aunque nuestras máximas son más prudentes, allí, en esos países, se las ingeniaron muy bien para poner en sus propias banderas el dicho vulgar, a Dios rogando y con el mazo dando. Ojalá duren 100 años. ¡Comuníqueme con Mister President Macri to congratulate him! Aló, Aló, Mister President…  Do you read me?