“Me considero la resultante de mi recuerdo”, manifiesta Zuhair Jury, ante el primer intento de delinear algunas directrices base de Yo vengo de ahí, flamante libro que, como su nombre indica, implica un profuso desarrollo de esa resultante. Una especie de autobiografía, se puede afirmar, pero no una de esas fácticas, previsibles, ajustadas a una empiria pura. La suya es más bien poética. Es como si fuera una traducción a letra escrita, estética, de lo que su hermano Leonardo expresaba en imágenes. “Ellas, las raíces, son las que me conforman y me sustentan. La suma de los recuerdos con sus avatares, sus alegrías y pesares es la que, no solo a mí sino a todos, nos da un carácter que define nuestras personalidades y la calidad de nuestras éticas”.

Don Jury sustancia mediante tales palabras el latir visceral del libro que presentará este viernes a las 18 horas, en el Auditorio del Hotel Quagliaro (Moreno 2654), con su hija Luciana que cantará algunos temas. “Luciana es mi amiga, mi hija… es el asombro de tanta vibrante existencia sensorial. Es mi agradecimiento al destino que me dio esta niña, entidad que se prodiga en conmociones al otro y lo invita, lo lleva a los conmovedores mundos de todas las vibraciones del alma, a todos los encantamientos con el simple suceso de su voz...¡es una niña amorosa de cuatrocientos años...! Ella es todo”, se desgañita en loas Jury padre.

Padre y también escritor, guionista, narrador, poeta y director de cine nacido hace 85 años en Luján de Cuyo, Mendoza, que ha dejado jirones de su impronta en la cultura nacional y popular a través de su incidencia en películas maravillosas como El romance del Aniceto y la Francisca; El fantástico mundo de la María Montiel; El piano mudo y El largo viaje de Nahuel Pan. O en la escritura, caso El glorioso velorio de la Juana Pájaro y otros cuentos, caso el flamante, publicado en conjunto por Editorial de la Comarca, la Secretaría de Cultura de ATE Nacional y el Instituto de Estudios y Formación de la CTA Autónoma. “En ese, Yo vengo de ahí del título del libro está y vive la raíz de la que venimos, de la que nos amamantamos. Da la resultante de cómo se es ante ese suceso mágico al que llamamos existencia. De signar la raíz, el origen que dio principio estoy hablando”, desarrolla Zuhair ante PáginaI12.

--¿Por qué decidiste escribir un libro con estas características a esta altura de tu vida? ¿qué factores despertaron la inquietud?

--Básicamente, este libro implica un acto de rescate piadoso y quizá de respeto por lo que fue vivido, algo que el tiempo pretendía perder en las tenebrosas oscuridades del olvido, cuando, en verdad, de esos aparentes "resquicios" se conforman las entidades humanas, ¿no? Al menos, la mía.

--Un rescate piadoso, ¿qué más?

--Quizá en el fondo del inconsciente, haya sido también un acto de prevención para no dejarle pedazos de mi cuerpo y de lo vivido al silencio ingrato que llega con la finitud.

--Para empezar fuiste hacia la infancia, que es la patria, según muchos dicen. ¿Cómo es tu patria, leída en estos términos?

--Valido la pregunta, pero advierto que hay dos patrias. Una, la que nace desde el primer recuerdo al hoy, conformándonos instante a instante y sensiblemente ante el espectáculo inconcebible de este milagro al que llamamos existencia. Y el segundo abrazo de la palabra patria lo conforma la teluria del lugar en que se nace, su pueblo, sus cantos, su identidad, y sus valores.

--¿Qué lugar creés que ocupa tu hermano Leonardo en estas “dos patrias”? En las palabras que acabás de nombrar –pueblo, identidad, cantos, valores— aparece él, indudablemente.

--Es que Leonardo ocupa el lugar de los signados por el destino a ser referentes de vida, originador de lenguajes, tallador de elevados sucesos, desentrañador de todos los rictus de la vida, y entregador de maravillas. Ese es su lugar. Y también lo referencial, lo que se debe ser para que en el último suspiro se pueda decir "pasé por la vida merecidamente".

Zuhair no concibe la partida de su hermano como tal, ocurrida hace diez años. “¿Quién no está?, ¿quién se fue?”, se figura, bajo el mismo tacto poético que emplea cuando escribe, y cuando habla. Sí insiste en la idea de las “esencias” que fundamentan su trabajo literario. También en la recurrencia de un sujeto pernicioso para la sociedad humana, que llama “el hombre mediocre”, y que tiene mucho que ver con su obra. “Se trata de un hombre masivo, y en esencia cobarde”, asegura él, y luego describe: “Es el que si ve un hombre golpeando a una mujer en la vereda, cruza y se aleja lo antes posible. También el que padece de insomnio rechinando los dientes de odio si ve que el vecino compró un coche superior al suyo, y se siente cómodo acolchonado en su propia opacidad. Por eso, este hombre mediocre es enemigo acérrimo de todo cambio, de todo lo que transgreda las reglas establecidas. Ahora, eso sí, es multitudinario y buen ciudadano, clasemedista por excelencia. Y, de buena gana hubiese participado en la jauría anónima y multitudinaria que mató a patadas al muchachito que robó una cartera y corrió. De ahora en más quitará del facebook a Zuhair Jury por haber confesado que alguna vez, siendo un muchachito, robó por necesidad. Y de poder volver el tiempo atrás, también lo mataría a patadas; siempre y cuando estuviese rodeado y anónimo entre una multitud de cobardes. En fin, de un marginal puede nacer un líder, de un mediocre, nada.

--¿De qué te salvó la poesía, Zuhair?

--No me salvó de nada, diría. Pero sí me regaló una forma más de vibrar, de sentir, suceso inmenso, ¿no?

--Claro. ¿y el cine?

--El cine es la única rama del arte que posibilita algo que invita a una cita con un sutil sacrilegio. Pero, antes de ampliar y proseguir con esa deducción, quiero dejar la siguiente advertencia: al cine suele llamársele "industria o entretenimiento" y, quiero dejar advertido que industria es una fábrica de chorizos, y que para entretenimiento se saca entradas en un parque de diversiones.

--¿Qué es entonces?

--Es arte en la más amplia palabra que contiene la creación. Por eso digo que quien lo origina podría pecar de pequeño sacrílego porque en un rectángulo crea vida a imagen y semejanza de un pequeño Dios, terrestre y doméstico. Ahora bien, bajo esta razón de compromiso con el cine, quien lo haga debe ser primero un inmenso analizador de la vida, conocer todos los estados del alma y todos los rictus de los recónditos mundos sensoriales de la existencia. Debe estar incontaminado de lo pueril, so pena de pecar de ser un pobre imbécil, mansillador de lo virtuoso. En fin, digo todo esto porque el cine es una forma de entrega, no más importante que quien fabricó el pan que está sobre mi mesa, ni del albañil que en este instante levanta y pega un ladrillo. Soy así, porque creo ejercer la vida sin más particularidad que la del changarín, o la del cirujano que salva vidas y no firma sus hazañas.

--De ahí que te definas sabiamente como un hombre común. ¿Tenés capacidad de asombro, aún?

--El asombro es la primera inquietud intelectual que, transformada en sorpresa, inquiere en búsqueda de los motivos que provocó tal asombro. Así va nutriéndose de existencia, enriqueciendo su cosmovisión existencial. El asombro es nada más y nada menos que impulso y fundamento del conocimiento. Un dicho de hace cinco mil años dice que cuando se pierde el asombro “sobreviene el desastre" ¡Pobre de quien pierda el asombro! y, agregaría ¡pobre del que pierda al niño!

--¿Qué es lo que te causa asombro en el mundo de hoy?

--La enajenación universal del ser humano, y la poquedad abrumadora de la excelencia.

--Entre otros intensos pasajes de tu libro, lo que asombra es la profundidad y la ternura con que evocás a tu madre: “Rancho de tierra antigua / gastada a tránsito de pasos, de vidas / de palabras y ademanes / en los que va mi madre joven”.

--Inmensa de sensibilidad ella, sí… cósmica de todas las dramáticas de la vida. Amiga, hermana y madre.

--¿Qué música le pondrías a tu libro?

--La que sienta y le produzca al lector, que es con quien se cierra el círculo virtuoso, si es que, claro, la obra lo contiene.

Cristina y el dolor de estos días

De que Zuhair, al igual que su hermano y su hija, es un peronista de los doctrinarios, pasionales y consecuentes, hay cero duda. Que él asegure entonces, bajo tal manto ideológico, que lo que pasa hoy con Cristina Fernández es efecto de traiciones internas, es palabra clave. Nodal. Autorizada por sentimiento, y legitimada por la historia. Por su itinerario. “De todo lo oscuro que se está viviendo ahora, culpo a las traiciones que, desde mucho antes del 2015, venían socavando la imagen de Cristina”, asegura Jury. “Son ellos hoy actores principales que aún giran en su derredor como perversas sombras de mal nacidos… ellos fueron y son peronistas traidores a Cristina, a la doctrina peronista, y a sus propias entidades que conviven en agrado en el barro de lo indigno”.

--Contundente, Zuhair. Y el contexto de época que ayuda poco…

--Básicamente a causa de un Poder Judicial corrupto a nivel de lo más oscuro y tenebroso de las mafias más perversas que incluso la misma perversión desconocía. Y, por último, una Nación compuesta de una ciudadanía desconfiable por su inclinación de autoflagelados ansiando ser burgueses. Como se verá, es una pastura lamentable y de un futuro que deseo sea otro, claro. Estoy en asombro inconcebible de inmenso y doloroso. Nunca imaginé tanta ignominia y pérdida del amor propio y de moral, no solo individual, sino multitudinaria.

Mi padre, Zuhair

Por Luciana Jury

 

“El Zuhair Jury es mi padre, pero también es mi padre artístico. Es muy fuerte y muy hermosa la experiencia. Pienso yo que si no me hubiera tocado en suerte esta cuestión filial, de todas maneras nos hubiéramos encontrado. Fue mi primer acercamiento con un poeta. Un ser de extrema sensibilidad, que pudo ponerle la palabra justa a cada uno de sus estados y de sus sentires. Fue quien se ocupó en demostrarme que hay un sentido para ser vivido en este mundo y que, a pesar de los pesares, esta vida es maravillosa. Y lo es por un sin fin de razones que él me dio y me sigue dando. Zuhair me condujo solamente con su ejemplo de vida, porque huella andar en el mundo. La huella de la sencillez y la profundidad en todas las cosas. Como dice él 'a la vida hay que estrujarla como trapo y sacarle hasta la última gota'. El `negro` es el artista que alimenta a artistas… te forma, te enseña, te modela, te protege y si tenés el corazón lo suficientemente valiente para vivir como él dice y hace, será tu aliado, tu hermano, tu amigo en todos los planos de todos los universos posibles”.