No sé qué fuerza un día me llevó a anotar el teléfono de un profe de guitarra de un cartelito que vi en el barrio (Yo no tenía tan claro ese deseo y sin embargo…)

Y así fue cómo a mis 15 me regalaron una guitarra y empecé a estudiar.

Con bastante rapidez aprendí algunos acordes, y al poco tiempo comencé a componer canciones y a tocar temas de mis bandas amadas, entre ellas Los Visitantes. “Carne nueva” era una de mis favoritas, una canción amorosa y apasionada, tierna y misteriosa. Es el día de hoy que cuando escucho la intro se me viene la alegría que sentía en el cuerpo con esos arpegios.

En aquella época esa declaración de amor (“Oh te amo, carne nueva”) me llegaba con mucha frescura. Amaba cantar los coros y ese estribillo estirado, con el verso “me das el único placer/ que limpia mi fantasma aquel”, que yo sentía que me representaba. Pero no por referirse a un amor de pareja, sino justamente porque para mí hacía referencia a las bandas que yo seguía. En ese caso, Los Visitantes.

Yo estaba en mi plena adolescencia, con las complejidades intrínsecas de ese tiempo y había algo en el entusiasmo de ir a los conciertos, seguir todos los procesos creativos de cada disco, saberme los arreglos de todas las canciones, que me ayudaba a conectarme con una vitalidad y una alegría que a veces me resultaba difícil encontrar en mis días. Esa canción la toque muchísimo junto a otras de ese mismo disco, Salud universal.

Vi miles de veces en vivo a Los Visitantes. La música me fascinaba, la diversidad de colores que abarcaban, los diferentes ánimos de las canciones y los ritmos, la poesía tan cruda, sincera, profunda, creativa y visceral me traspasaban. Y siempre Palo tan especial, humano, cercano, parecía un amigo. Una vez, mientras estaba entrando a los camarines de Cemento, me acerqué y le pedí que le dedicara un tema en el show a un chico que me gustaba, y él se re-copó con la historia y lo hizo.

Siempre sentí un amor muy grande por él. Le veía su costado niño y excéntrico a la vez, que me enternecían y encantaban. Recuerdo un abrazo infinito que le di cuando presentó la película del disco Transformación: ¡No lo podía soltar!

Lo cierto es que no tuve muchos más acercamientos con él y sin embargo lo sentía familia. Tanto que hacia marzo del 2021 con mi amigo y colega Jorge Ruchtein, Shura, nos acordamos la fecha de su cumpleaños, el 22 de noviembre y, quién sabe por qué (las fuerzas del corazón), nos dieron ganas de hacerle un regalo: grabar unas versiones de algunos de sus temas, y mandárselas.

Empezamos los ensayos muy entusiasmados: repasando el repertorio, eligiendo qué arreglos respetar y cuáles versionar. Pero, sin que lo pudiéramos creer, de repente Palo un día cruzó al otro lado.

Fueron días de llanto, días de pausa, días de lo inexplicable, días de una misteriosa conexión. Con Shura y nuestra tristeza/extrañeza en el alma y en la voz, decidimos participar del primer homenaje en el Centro Cultural Morán, a los pocos días de su partida. Fue muy fuerte: muchxs pandolfianxs nos conocimos allí y cantamos hasta altas horas casi todo el repertorio en una plaza de Parque Chas, sin querer que esa noche se termine.

Unx de ellxs era Pablo Dacal, con quien tuvimos una afinidad natural entre nuestras voces y tiramos una flecha al aire de ganas de alguna vez, hacer algo juntxs.

Siguieron las juntadas pandolfianas, fuimos haciendo el duelo en tribu, y yo me sentía muy conectada con su espíritu. Un día, la sorpresa: Pablo me hizo la hermosa y generosa invitación a participar cantando con él en el Homenaje a Palo que re realizó en el CCK. Fue algo tan especial, una comunión hermosa, una noche desde el fondo del corazón... sin palabras (“La flor de la tristeza/ va a tener que partir”).

Me suena algo extraño de decir, pero siento que me fui “relacionando” con Palo más de cerca. Conocí a su familia, a sus seres cercanos y sus compañerxs musicales, a quienes yo admiraba desde aquella época en que empecé a tocar “Carne nueva”, cuando aprendí mis primeros acordes de guitarra.

Finalmente, cerca de la fecha de su cumpleaños, con Shura hicimos el regalo prometido.

Quiso el destino que de las canciones que grabamos para esta ofrenda sólo una pudo ser publicada, ya que al revisar el material descubrimos problemas técnicos irremediables, y el único que estaba realmente hermoso para ser compartido fue casual/causalmente “Carne nueva”. Así fue que subimos a Youtube nuestra amada versión de regalo. “La salud universal/ se brinde tu amor”.

¡Qué misterioso y hermoso puede ser el devenir de las cosas! Palo, que sin saberlo me pudo dar, enseñar e influenciar tanto, y yo a mi manera no sólo pude homenajearlo en un escenario bellísimo, enorme, ante un público que, como yo, lo amaba. Sino también cantándole en su cumple esa misma frase que me enseñó a habitar ese único placer, que limpiaba los fantasmas de aquel entonces.

¡Gracias Palo para Siempre!

Lucia Riet es cantante y compositora de sangre rioplatense. Acaba de editar su cuarto material discográfico, Se abre, un EP de cuatro canciones que co-produjo junto a Ezequiel Borra y Nicolás Pestarino. Lo presenta en vivo esta noche, acompañada por su banda y Pablo Dacal, Rafa Doorish, Yamila Turbay, Nata Rottman, Juan Pérez y Berni Santiago como músicos invitados. En el Club Cultural La Minga, Maza 1165. A las 20.