Nadie coge con forro en Europa. Este fue uno de los shocks que tuve cuando pude viajar con mi mochila a cuestas. Al principio, sacaba del bolsillo los forros que me llevé desde acá y los chicos, tras una negociación más o menos breve, aceptaban usarlos a regañadientes. En esas negociaciones escuché por primera vez el sonido “PrEP”, como una palabra mágica que confería el poder de coger sin forro. Todos los chicos con los que cogí estaban en PrEP —el locativo me volvía loca— pero yo no tenía idea de cuál era su alcance, su efectividad o sus vacíos legales.

Ahora se escucha también acá, ¡PrEP, PrEP!, pero mucha gente sigue sin tener idea. De hecho, según las metas físicas del Presupuesto 2022 para el sistema público de salud, puede estimarse que este año fuimos tan solo 1000 les usuaries de PrEP en todo el territorio nacional. Se estima que para el 2023 vamos a ser 5000. A esto habría que sumarle la cantidad de usuaries que podrían estar en tratamiento a través del sistema de obras sociales o de medicina prepaga, pero no es clara la medida en que esto amplía la cifra.

La PrEP que se utiliza actualmente consiste en la combinación de dos antirretrovirales en una sola pastilla, generalmente de color celeste. Yo la tomo desde hace seis meses. En junio, tras hacerme un test rutinario, declaré en Fundación Huésped que me hallaba frecuentemente expuesto a la transmisión de VIH e inicié con elles el tratamiento. Periódicamente, vuelvo a Huésped para testearme y obtener las pastillas que debo tomar a diario para asegurar la profilaxis. Pero no todo es tan sencillo.

La prevención combinada

La PrEP está contemplada dentro de lo que la Organización Panamericana para la Salud (OPS) llama “Estrategia de Prevención Combinada”. Su uso se recomienda junto al del preservativo y el test de VIH, entre otros, ya que la PrEP no protege por sí sola de otras infecciones de transmisión sexual, ni previene embarazos, ni es una cura para la infección por el VIH. Es decir que, idealmente, les usuaries de PrEP deberíamos considerar el uso de preservativo y, sobre todo, testearnos frecuentemente.

Aunque Argentina es uno de los países comprometidos con la Estrategia de Prevención Combinada, “muchas veces, somos las organizaciones de la sociedad civil, y no el Estado, las que trabajamos para facilitar el acceso a las distintas herramientas de prevención —biomédicas, comportamentales y estructurales— contempladas por la Estrategia de Prevención Combinada”, comenta Matías Muñoz de Ciclo Positivo. “También trabajamos para acompañar a las personas que tienen algún tipo de barrera en el acceso a las herramientas más escasas, como la PrEP”.

Ciclo Positivo

La asociación civil liderada por Matías tiene como objetivo mejorar el acceso de las personas LGBTIQ+ a la salud y la educación de calidad. “Desde Ciclo Positivo estamos trabajando en un diálogo constante con el Ministerio de Salud de la Nación para pensar campañas que lleguen a poblaciones clave e informen sobre los cuidados relacionados con la salud sexual en general y con cada una de las herramientas de la Estrategia de Prevención Combinada en particular”, señala Matías, quien recientemente anunció la gestación de una campaña de información sobre el uso de la PrEP.

“En el caso de esta herramienta en particular, mejorar el acceso implica bajarle el precio. Estos medicamentos, considerados de alto costo, en realidad son medicamentos de alto precio, que no es lo mismo. Para los laboratorios y las empresas multinacionales farmacéuticas su producción no tiene un costo elevado, pero son altísimos los precios que se le imponen al Estado para acceder a ellos y proveérnoslos”, explica Matías. “A veces, en los centros de salud no hay stock para nuevos solicitantes. Por eso, debemos contar con políticas públicas que garanticen el acceso a un precio justo”.

Gratis según la ley

Matías recuerda que la reciente Ley 27.675 de Respuesta integral al VIH, Hepatitis virales, Infecciones de transmisión sexual y Tuberculosis, de cuyo impulso Ciclo Positivo fue un actor fundamental, “hace que todas las herramientas de la prevención combinada tengan una cobertura del 100% independientemente del subsistema de salud del que la persona esté a cargo. Es decir que une debería poder acceder a todas las herramientas tanto si tiene algún tipo de cobertura médica como si no, incluso a la PrEP”.

“El problema es que esto en la práctica no pasa, por lo cual es importante que las personas puedan conocer sus derechos: a partir de conocerlos, pueden reclamar lo que les corresponde. La PrEP tiene que ser de acceso gratuito según la ley, al igual que otras herramientas como los preservativos, el test de VIH y la llamada ‘PEP’ (Profilaxis Posterior a la Exposición)”.

Un cambio posible

Para Matías, cambiar la situación actual en materia de acceso a las herramientas de la prevención combinada no solo es urgente sino también posible. La posición de Ciclo Positivo no es utópica; está basada en información verificada y antecedentes concretos en el plano internacional. “Son un montón las formas con las que se puede lograr que la situación cambie, un montón las políticas y los programas a aplicar, lo importante es saber que la prevención combinada no implica únicamente el consumo de PrEP y que las herramientas deben variar de acuerdo con la población y el territorio sobre los que se apliquen”, repone Matías.

“Obviamente, lo más importante es contar con voluntad política para que la situación pueda cambiar. De la voluntad política salen los presupuestos gracias a los cuales se pueden llevar a cabo programas que garanticen una mejora de los indicadores. Hay que pensar también en políticas de reducción de riesgos y daños”.

Por último, “hago énfasis en el hecho de que debe mejorarse el acceso a todas las herramientas de la Estrategia de Prevención Combinada, no solamente a la PrEP, y por supuesto también mejorar ampliamente el acceso a una Educación Sexual Integral (ESI) con miras a reducir los niveles de estigma y discriminación que pesan no solamente sobre las personas con VIH sino sobre les usuaries de las herramientas de prevención”.