Con una portada que exhibe modelos en blanco y negro y el título  “Carolina Herrera, 35 años de moda”, el libro que celebra el legado estético de María Carolina Pacanins Niño –la socialité nacida en Venezuela y devenida diseñadora en la escena neoyorquina de 1980–, admite entre sus páginas un retrato realizado por la dupla de holandeses Inez &Vinodh que exalta su delgada figura de 77 años con un vestido largo con polka dots en negro y blanco  y también una fotografía que le fuera tomada por Andy Warhol circa 1979. Suma textos de la experta en modas J. J. Martin y también los editoriales con ropas de la etiqueta Carolina Herrera en diversos medios que ilustran la evolución de sus siluetas y sus diseños: el paso de los vestidos de noche circa 1985 con hombros al descubierto, guantes y volados que exhibió Vogue, a la modelo Natalia Vodianova con una falda de línea A estilizada al estilo tomboy para W, a la modelo negra Tammi Williams en un  contexto futurista, a las  hermanas Serena y Venus Williams fotografiadas por Annie Leibovitz con vestidos largos a rayas en blanco y negro y a tono de los accesorios con sus dreadlocks, a las actrices Angelina Jolie, Sarah Jessica Parker y January Jones, en respectivas producciones ya con vestidos largos de satén rosa, una falda baloon color rojo sangre o  un vestido lady like con trama floral en azul y blanco y guantes al tono. En síntesis, las mujeres más emblemáticas del estilo norteamericano vistieron y visten prendas de Carolina Herrera. 
Otro gesto celebratorio para con la diseñadora, hija de un gobernador que estuvo casada con un marqués y se vinculó con la alta costura desde la adolescencia, cuando comenzó a vestirse con trajes de Lanvin y de Balenciaga, remite a la reedición de su mítico perfume de nardos. El lunes 20 por la mañana, Carolina Herrera de Baéz, la hija menor de Carolina H. que oficia de directora creativa de los perfumes, participó en Buenos Aires del ciclo de conversaciones sobre moda auspiciado por Mercedes Benz en el auditorio de la Usina del Arte. Entrevistada por la periodista Carla Rodríguez se refirió a sus comienzos en la firma familiar circa 1996 y sobre cómo fue desarrollar el perfume, su método para la creación de fragancias, los disparadores y las referencias. Aludió al relanzamiento y en una edición limitada del que fuera su primer perfume, con una fórmula de jazmines y de nardos cuyos efluvios representan los favoritos de su madre, cuando en su niñez iban juntas a comprar tales esencias a la tienda  Bloomingdale’s.  “Crear un perfume es como escribir el guión de una película” destacó la directora creativa y su cita no fue arbitraria, pues antes de sumarse a la firma familiar estudió cine y trabajó junto al fotógrafo Mario Testino. Cuando en su debut en la casa Herrera propuso proyectos rupturistas en relación al protocolo de moda de la maison, entre ellos un  documental para el que entrevistó a enólogos, a un aristócrata español que elogió el porte de las personas desarropadas, a un director de orquesta que elogió el olor de los viejos teatros, a un arquitecto que manifestó su disgusto por la belleza estandarizada, a un ebanista orgulloso de no perfumarse y también a un escalador y fotógrafo argentino que elogió el olor del polvo y que en conjunto representaron una apuesta risqué para las convenciones del marketing.  
En la entrevista celebrada en la Boca que reunió a 600 espectadores y se emitió en vivo por las redes sociales, la descendiente de la casa Herrera sin embargo se rigió casi a rajatabla por el discurso institucional de la firma: se refirió al proceso de desarrollo del packaging para el perfume Good Girl cuyo frasco tiene la forma de un zapato alto con un vertiginoso taco y develó que antes de la aprobación del modelo definitivo se hicieron doce prototipos. No vaciló en afirmar que: “Lo más  importante de una fragancia es el jugo, un perfume se globaliza más que la moda pero también perdura más en relación a las temporadas de la moda”.  Al mediodía y en una charla más casual organizada por el grupo Puig en un living con apariencia de discoteca con geometrías en  blanco y negro del Roof Garden del Hotel Alvear, Carolina se dispuso junto a la instalación con  siete frascos de cristal en tonos verde esmeralda, púrpura, rosa oscuro, turquesa y cyan, y que entre sus denominaciones admite al Neroli Boheme, Burning Rose y a Oud Couture que componen la novedosa línea de pócimas de Herrera Confidential. Entre sus singularidades, destacó que las fórmulas surgieron inicialmente para las y los consumidores de Oriente y que se inspiraron en sus modos de perfumarse sin distinción de géneros. De  ahí que la línea que podría considerarse a- gender. Los hombres de Oriente se perfuman con esencias de rosas mientras que las mujeres  mezclan otras que se perciben por capas  y que generan nuevos relieves, como si se tratara de indumentos.