Tres palabras escritas con tiza blanca en las escalinatas de la Facultad de Derecho levantaron polvareda en una semana en donde el poder judicial fue el centro de la escena social y política:  la leyenda que ocupaba todo el frente del edificio decía "reforma judicial transfeminista", una consigna que viene empujando con fuerza los límites de una estructura de justicia amurallada.

La intervención del espacio público se orquestó en una articulación entre el colectivo La lengua en la calle, La Red de Profesoras y Doctrina Penal Feminista en el marco del 25 de noviembre, “Día Internacional por la Eliminación de las Violencias por Razones de Género”. Con autorización de la Facultad, la pintada se realizó el domingo 26 para que el lunes estuviera lista: “Fue una pintada temporaria, lavable y con material ecológico” explica Toia Bonino, integrante de La lengua en la calle junto a Laura Bilbao, Lina Boselli, Luján Funes, Julia Masvernat y Bárbara Kaplan.

La acción tuvo una enorme repercusión en la redes sociales, especialmente porque los registros audiovisuales de los escalinatas pintadas también habían capturado un ensayo de Twerk que no era parte del plan: “Las escalinatas de la Facultad de Derecho son un espacio público donde muchos grupos van a ensayar coreografías y a entrenar deportes. Nos encontramos con un grupo de bailarinas contemporáneas, otro de twerking y otro de danza clásica” relata Toia en diálogo con las12.  La indignación era doble: manchar cemento y mostrar culos.

Manuel Adorni, economista y docente, fue uno de los indignados en twitter pidiendo que se identifique a los responsables y se los condene por vandalizar las escalinatas de la facultad. Subido de tono el enojo que ya es un clásico: patalear por el cemento pintado y que frente a los femicidios, los abusos sexuales o la desaparición de personas como Tehuel de la Torre, a nadie se le mueva un pelo.

Otro de los indignados fue Felix Lonigro, abogado y profesor de derecho constitucional que también salió a pedir rigor y castigo: "Han perpetrado un acto de obscenidad impropio para un ámbito universitario, lo cual constituye una contravención en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires”, fue una de sus declaraciones para demostrar su irritación. La palabra “obscenidad” ha sido en estos últimos días también un territorio de disputa: son obscenos los chats de telegram del grupo de jueces, ex funcionarios y empresarios de medios llamado “los huemules” y son obscenos los cuerpos con poca cantidad de ropa ensayando Twerking: “Si un conjunto de mujeres deciden mostrar su cuerpo sin responder a su criterio de sensualidad es obsceno. Hacer una pintada temporaria, lavable y con material ecológico en un edificio histórico es obsceno” dice Toia Bonino y agrega “algunos medios solo se encargaron de viralizar el video de las bailarinas twerk, que tanto los escandalizan. No vemos en el baile nada obsceno. Las alianzas feministas a veces son espontáneas. Por azar nos encontramos ese domingo en las escalinatas de la facultad de derecho”. Desde el colectivo artístico ponen en la mesa una pregunta ¿por qué no se detienen en los atropellos que comete la justicia que es lo que al final de cuentas invita a reflexionar esta intervención y si en denostar los culos?

La gráfica que acompañó la acción entre artistas y abogadas. Foto: Alejandra Grinschpun

Julia Masvernat, es integrante del colectivo, para ella la consigna “No aceptamos la violencia interpretativa del sistema judicial” que fue una de las que estuvo presente en la intervención, pone de manifiesto que el derecho y su ejercicio está plagado de interpretaciones sesgadas por los prejuicios de género y clase: “Queremos que el poder judicial se transforme en un espacio que incluya las necesidades y respete los derechos de las mujeres y personas LGBTTIQ+, una justicia que no juzgue la credibilidad de las mujeres en base a su reputación sexual, que no condene a las víctimas de violencia de género por defenderse de sus agresores o por considerarlas "malas madres" por no lograr proteger a sus hijos de las violencias patriarcales, que no encarcele mujeres por haber sufrido emergencias obstétricas, que que reconozca las familias diversas y que proteja a las mujeres de la violencia económica que implica el incumplimiento de la obligación alimentaria”, explica. Es allí donde despliega una complejidad y una urgencia la reforma judicial transfeminista. Se trata de transformaciones que tienen el objetivo de frenar la crecida de las lógicas patriarcales dentro de la justicia, en donde las reglas están hechas a imagen y semejanza de quienes custodian estas lógicas: los hombres y sus pactos.

Foto: Alejandra Grinschpun


El problema del culo

En el texto “Algunas claves somáticas para entender por qué el Twerk es revolucionario
”, escrito por Josefina Zuain hay algunas pistas sobre esta disciplina: “Para bailar Twerk hace falta des-higienizar la imagen. Esto requiere, implica y exige desprenderse de ciertas preocupaciones que hacen las cosas bastante densas pero en verdad son cuestiones muy superfluas. Me refiero específicamente a la textura de la piel, la celulitis, los pelos, los granos, los agujeros, el labio derecho, el labio izquierdo, los huevos o el ano”. Eso que algunos llaman obsceno es poner en escena que los culos no solo son los photoshopeados o los que solo sirven para saciar placeres masculinos.

Zuain también señala que muchas veces se dice “mové el culo” para llamar a la acción: “Si el culo es el elemento de la acción como totalidad es probable que no pase nada, es probable que no sepa qué hacer con él. El proceso de aprendizaje que propone el Twerk es también un proceso de desaprendizaje e implica una larga exploración, porque hemos aprendido a inmovilizar la cadera a lo largo de la vida” señala el artículo.

Marie Bardet en su libro “Perder la cara” (Cactus2021) también indaga filosa y poéticamente en las molestias que el culo puede causar y porque: “¡Es que el culo hace cortocircuito en la cabeza! El culo confunde, el culo es el jaque mental, mover (desde) el culo te hace perder la cabeza, y precisamente, así, ¿piensa? ¿Cómo se piensa con y desde el culo, perdiendo la cara en un placer anal que conecta ocn esa inervación sensible de su piel refinada que nada puede ver muy claro pero que sin embargo mucho va sabiendo?”, evidentemente el culo como terror masculino a perder la alcurnia del macho por ser penetrado o utilizado como argumento para definir la obsenidad pierde consistencia en este baile que esta vez casualmente se topó con una consigna feminista.

Foto: Alejandra Grinschpun


Y también autodefensa

​​Viviana Gonzalez tiene 52 años y fue parte del seleccionado argentino de lucha y hoy es profe de autodefensa feminista. Fue invitada por Lengua de la calle para dar una clase en las escalinatas donde estaba escrita la consigna: “Defenderse en sentido amplio implica saber cómo actuar ante el desamparo y la ineficiencia de la Justicia machista, las escasas herramientas que ofrece el sistema judicial frente a las violencias hace necesaria la autodefensa como una herramientas de protección” explica. Laura Bilbao, integrante del colectivo aclara una cuestión en relación a este punto: “La performance alude a la politización de nuestras subjetividades en lo cotidiano, no hace mención al concepto jurídico de legítima defensa ya que la posibilidad de defenderse sigue siendo privilegio de unos pocos. El patriarcado también se defiende para perpetuarse, señalando cualquier impulso de cambio como peligroso y amenazante” concluye.

La perfo sigue teniendo cola, en tiempos en donde vale hacerse algunas preguntas aunque a ciertos sectores los ponga de culo  ¿Cuánto de patriarcal hay en un lowfere? ¿Por qué los huemules son todos varones? ¿Qué tan revolucionario puede ser un baile? y ¿qué tan importante es la limpieza de una escalera frente a los transfemicidios de todos los días?