Puta: trapo cubierto en grasa que se encendía en reemplazo de una vela. Esa es la única acepción que le interesa para definir esa palabra a Melissa Febos, escritora estadounidense nacida en 1980 y autora de otros cuatro libros y ganadora de varios premios internacionales. En su último libro Nena hace un recorrido desde el siglo XVIII hasta la actualidad sobre qué significación fue teniendo la palabra “puta”.

Nena, su última novela publicada este año por Chai Editora, es un ensayo autobiográfico en el que intelectualiza, razona y pone en perspectiva de género experiencias que vivió de niña y de adolescente. Un libro que da cuenta, una vez más, cómo hemos callado, silenciado y ocultado diferentes situaciones por la culpa y la vergüenza que nos hace sentir el sistema patriarcal. Explica cómo aplica en esas situaciones lo que ella llama “consentimiento vacío”: la manera en que nosotras evitamos exponer a los tipos para no hacerles pasar un mal momento o no armar un escándalo en público o para no desilusionarlos. En definitiva, nos resulta más difícil decir que NO. Este “consentimiento vacío” está regido, por un lado, para cubrir nuestros cuerpos de posibles ataques violentos de los hombres y, por otro lado, cierta necesidad de cuidarlos de sus actos. A nosotras, las mujeres, nos hacen creer desde niñas que nuestro cuerpo no tiene ningún poder. Es un tema de crianza.

La autora enciende la llama de su intelecto y hace un recorrido de todas las “nenas” que fue: para la mirada de sus compañeras ella era grandota, alta, tetona. Para la mirada de sus compañeros varones era una potencia sexual. Y a la vez era “nenas” para los hombres entrados en edad.

Narra situaciones en las que se vio involucrada y que en su momento no pudo resolver ni leer claramente como puede hacerlo ahora en su adultez. Piensa sobre la discriminación doble que padecemos diariamente, a modo de zumbido detrás de la oreja: por no formar parte de los cánones estéticos hegemónicos y por ser mujeres. También nos cuenta en primera persona su placer por masturbarse, los diferentes acosos que vivenció, su ganarse la vida como trabajadora sexual, la asimetría de poder con los varones, las relaciones sexo afectivas con las chicas y cómo hizo siempre lo posible por ocultar sus grandes manos. Algo que modificó su historia fue cuando una de sus novias le dijo: que si ella tiene problemas con sus proporciones, no necesariamente lo tienen lxs demás.

Nos habla de una estética femenina en la que crecemos, nos desarrollamos y nos hacen creer que la femineidad tiene que ver con la sumisión, con ser aniñadas, preguntar, ceder y conciliar. Tenemos una gran dificultad para decir que NO y más en momentos en los que un varón nos desea sexualmente. Porque crecemos dentro de un sistema en el que todo el tiempo, de diferentes maneras, nos está marcando que no debemos cuestionar ni decepcionar a los demás.

El amor cura, tanto como la escritura. Ella reemplaza la palabra ‘trauma’ por ‘evento’. Casi que este libro Nena es un modo de redimir ese dolor, esas heridas que no sanan, porque pese a los años que pasaron el daño sigue estando. Febbos sabe bien sobre eso, tanto que siendo profesora en el Programa de Escritura de No Ficción de la Universidad de lowa, a sus alumnxs les hace escribir sobre la parte del cuerpo propio que les disgusta.

Este libro tiene el agregado de las entrevistas que le hace a muchas mujeres, a modo periodístico, sobre cómo vivencian su trabajo sexual y sobre el tema de los consentimientos. El ponerse a dialogar con ellas le permitió escuchar la historia de otras mujeres y a la vez, le resonó de otra manera la suya propia. Este ensayo muestra los diferentes hilos que nos constituyen y que nos hacen creer.

Un cuerpo que sobresale. Un cuerpo a disposición del otro que asume que tiene derecho a tocarlo, escupirlo, manosearlo, mirarlo. Cuerpos deseados. Odio y placer a la vez por querer algo del otro y no tenerlo. Poder. Asimetría. Sexo. Guita. Sexualidades. Disciplinamiento de los cuerpos. Cuerpos que a veces son y otras veces no, objetos de explotación y de entrega absoluta al otro. Dolor. Cuando lo familiar se vuelve extraño y cuando lo extraño se vuelve familiar. Cuerpos testigos.