Se la describe y promociona, con bombos y platillos, como la primera película de terror en obtener un galardón mayor en el Festival de Sundance, el Gran Premio del Jurado de la selección dramática. Lo cierto es que la ópera prima de Nikyatu Jusu –realizadora estadounidense de ascendencia sierraleonesa– no es exactamente eso, aunque los condimentos fantásticos están presentes desde el principio, y los tonos ominosos van invadiendo la historia y la vida de la protagonista. Aisha (Anna Diop) es una inmigrante senegalesa que dejó en Dakar a su pequeño hijo para hacerse la América, y al comienzo del relato acepta un trabajo de tiempo casi completo como niñera en la casa de Manhattan de un matrimonio de buen pasar económico. De allí el título, Nanny, aunque aquí no hay manos que mezan la cuna: Rose es una chiquita de unos 6 años avispada y simpática, aunque con cierta tendencia a las alergias y escaso apetito. O al menos eso es lo que su madre, interpretada por Michelle Monaghan, le dice a Aisha el primer día de trabajo, antes de ofrecerle una detallada carpeta con rutinas, horarios, teléfonos esenciales y recomendaciones de todo tipo.

En gran medida, la película de Jusu gira alrededor de las tensiones –primero ligeras, más tarde explosivas– que surgen entre la niñera y los patrones. El padre de Rose se la pasa viajando y a la madre casi no le queda tiempo libre luego de las extensas jornadas laborales, por lo que la chica y su cuidadora van desarrollando un vínculo cada vez más profundo. Rose empieza a comer bien, sobre todo cuando la insípida comida “saludable” es reemplazada por algunos platos sencillos pero sabrosos de la cocina senegalesa. En paralelo a ese centro dramático, el guion le regala a la protagonista algunos descansos, en particular luego de toparse con Malik, el portero del edificio donde trabaja, un hombre separado y padre de un hijo con quien inicia una relación. Durante una visita social conoce a la abuela del joven, autoproclamada vidente y especialista en folklore africano que le habla por primera vez de Mami Wata, una divinidad haitiana ligada al vudú que aquí es reconvertida en una especie de sirena que atrae a los humanos para advertirles de hechos trágicos y dolorosos.

No casualmente, Aisha viene teniendo unos sueños de lo más vívidos y terribles en los cuales una frondosa lluvia cae sobre su dormitorio, a veces condimentadas con la aparición de una araña bastante inquieta. El espectador podrá pensar, lógicamente, que las angustias oníricas están relacionadas con la distancia y la separación de su hijo, a quien no ve desde hace casi un año. Durante toda su segunda mitad, Nanny juega el juego de las ambigüedades: ¿son las pesadillas y sueños diurnos una materialización de los anhelos reprimidos o algo sobrenatural ha comenzado a invadir la vida de Aisha? Más allá de un cierre que parece diseñado para complacer las expectativas de un espectador afecto a las explicaciones racionales –y una coda luminosa absolutamente innecesaria–, durante gran parte de sus cien minutos la película de Nikyatu Jusu logra conjugar las tensiones culturales y de clase, la experiencia inmigratoria como camino poco terso y muchas veces espinoso, y algunos de los mecanismos del cine de terror contemporáneo.

NANNY 6 puntos

Estados Unidos, 2022

Dirección y guion: Nikyatu Jusu.

Duración: 99 minutos.

Intérpretes: Anna Diop, Michelle Monaghan, Sinqua Walls, Morgan Spector,

Rose Decker, Leslie Uggams.

Estreno en Prime Video.