En algunas ocasiones estuvo cerca, en otras lejos. Con el paso del tiempo y cuatro finales perdidas se transformó en una obsesión y una causa nacional. Ella es la Copa Davis, el trofeo que Argentina intentará conquistar por primera vez en su historia cuando, desde las 10 de hoy (hora de Argentina), Federico Delbonis (segunda raqueta) enfrente a Marin Cilic, líder de Croacia. Seguido de ese partido, Juan Martín Del Potro se medirá ante el segundo del equipo croata Ivo Karlovic. El dobles lo jugarán mañana (desde las 11) Leonardo Mayer y Guido Pella ante Franko Skugor e Ivan Dodig. El historial entre ambos países es favorable al conjunto nacional, que derrotó a los europeos en 2002, 2006 y 2012. Los antecedentes son para ilusionarse. 
Con relación a todas las series finales previas (1981, 2006, 2008 y 2011), ésta será distinta: el representativo que capitanea Daniel Orsanic arribó hasta esta instancia jugando todas las eliminatorias como visitante, sin grandes figuras, y conformó un equipo en el que todos tiran para el mismo lado. Se trata de un equipo que ha demostado su hambre de gloria en las llaves previas en octavos frente a Polonia en Gdansk (3-2); en cuartos frente a Italia en Pésaro (3-1); y se semifinales frente a Gran Bretaña en Glasgow (3-2). 
Con el buen clima que reina al interior del equipo, sería imposible pensar que dos jugadores no se dirijan la palabra como sí ocurrió en la primera final perdida en 1981 frente a Estados Unidos, cuando el representativo que entrenaba Carlos Junquet presentó en Cincinnati a dos de los mejores jugadores de su historia: Guillermo Vilas y José Luis Clerc. Ellos estaban distanciados y ni se hablaban dentro de la cancha, y aunque dieron batalla terminaron cayendo 3-1. 
Por si faltara un condimento, el equipo nacional contará ahora en Zagreb con una presencia estelar: Diego Armando Maradona, quien había estado presente en Moscú 2006, alentará también en esta ocasión. Todo el plantel argentino vio con muy buenos ojos su arribo. Comandará a sus compatriotas desde la tribuna hacia la búsqueda de la primera Ensaladera de Plata. Al astro se le sumará el optimismo de todos los simpatizantes argentinos que se trasladaron hasta la capital croata con la expectativa de que esta vez se les cumpla el sueño. Se estima que serán alrededor de 2.000 de los 15.000 que habrá en el estadio cubierto Arena Zagreb. 
De hecho, realizaron banderazos en la previa del esperado duelo, antes y después del sorteo. Con camisetas albicelestes y bombos y redoblantes, los fanáticos argentinos, los mismos que siguen al equipo desde hace casi una década y en cada eliminatoria, llegaron al Vatroslav Lisinski Concert Hall para alentar a los jugadores a un día de una nueva final. La ilusión reina, y está más que permitido tener motivos. 
En 2006, con Alberto Mancini como capitán, Argentina se instaló en Moscú, ciudad que albergó la serie final. De todos las eliminatorias, esta fue quizás la que más oportunidades hubo de coronarse. El equipo argentino tenía un as bajo la manga, a uno de los jugadores que mejores rendimientos lograba al jugar para su país, David Nalbandian, que por si fuera poco en esa temporada había alcanzado el mejor ranking de su carrera (3). El cordobés le ganó a Marat Safin y al Hombre de Hielo, Nikolay Davydenko. Pero en el punto decisivo, Mancini se inclinó por José Acasuso, quien tuvo una buena actuación ante Safin pero cayó por 7-6 (5) en el cuarto set. Fue 3-2 para los locales. 
La otra vez que el equipo nacional estuvo cerca de la coronación fue en la final del 2008 que se disputó en Mar del Plata. El escenario era más que propicio: Argentina por primera vez en su historia definiría de local. El rival era España, con todo lo que eso implica pero con una baja más que significativa, la de Rafael Nadal, en ese momento número uno del mundo. Aunque contaba con Nalbandian y Delpo entre sus filas, los europeos se impusieron por 3-1.  
Tres años después, en Sevilla, se verían las caras nuevamente, pero esta vez los españoles contaban con Nadal, y David Ferrer, dos jugadores temibles sobre polvo de ladrillo. El capitán argentino era Tito Vázquez, y determinó que los singlistas fueran Juan Mónaco y Del Potro. Ambos cayeron ante el ex número uno del mundo y ante el número cinco, la Pared Humana, respectivamente el primer día. Todo concluyó el domingo. De nuevo, 3-1 para los locales.
En la capital croata comenzará hoy una nueva historia. En la que Orsanic será recordado por los valores que le transmitió a sus jugadores, quienes con perfiles bajos alcanzaron la final. Conseguir la Davis marcaría un antes y un después en la historia del deporte argentino. Se saldaría la gran deuda del tenis. Que por más que sea un deporte en el que la felicidad dura 24 horas, la alegría de conseguir el tan ansiado objetivo sería eterna. Y ellos escribirían sus nombres en las páginas más gloriosas. 

Informe: Pedro Ruiz de Galarreta.