“Nuestra manera de luchar es compartir el fruto del trabajo con quienes más lo necesitan, porque creemos en un país y una sociedad más justa y solidaria”, dice Nahuel Levaggi, coordinador nacional de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), la organización que realizó este viernes un nuevo verdurazo y frutazo en Plaza Constitución, para reclamar políticas públicas para los pequeños productores agropecuarios. Con más de 15 mil kilos de frutas y verduras entregados durante este mediodía, la actividad buscó tanto visibilizar la necesidad de una ley de acceso a la tierra que les otorgue un amparo frente a los grandes propietarios que la concentran, como brindar a los consumidores un alivio ante la inflación.

Desde el centro de la plaza hasta la esquina se extiende una fila en diagonal. Uno tras otro, los consumidores se agolpan bajo la sombra que dan los escasos árboles de la plaza. Algunos llegaron a las 6 de la mañana. “Está demorado el camión, tengan paciencia”, les dice una de las responsables de la organización. A las 10 empiezan a bajar los primeros cajones de acelga, que algunos militantes acomodan bajo los gazebos. Poco después llegan los dos primeros camiones, repletos. Se arma el pasamanos de cajones con morrones, tomates, lechugas, berenjenas, zapallitos, naranjas y demás productos de la tierra que pasan de una mano a otra. Los más experimentados se acercan a prestar un hombro.

Levaggi es el primero al costado del camión. “Esta es otra jornada más de lucha, marcando desde el pueblo que produce para el que consume y necesita este 30 de diciembre, la necesidad de cambiar el modelo alimentario, que avance la ley de acceso a la tierra, el fomento a la agroecología y el acceso al agua. Estamos sufriendo una sequía tremenda y los pequeños productores estamos esperando respuestas. Hacemos la parte que nos toca a nosotros, y esperamos conciencia de los sectores privados y decisión política de quienes les toca dirigir en este momento para avanzar en el camino de la soberanía alimentaria”, dice el referente y también titular Mercado Central. El proyecto de ley de acceso a la tierra impulsado por la UTT fue presentado en 2016, aunque los productores aseguran que “no está en agenda de ningún gobierno”, por lo que aún no fue aprobado luego de haber ingresado tres veces a la Cámara Baja. Además de la ley, Levaggi asegura que “se necesita conducción política del poder Ejecutivo. Hay mucha tierra del Estado ociosa que podría estar en función de producir alimentos, beneficiando a familias que podrían acceder a la tierra propia y al pueblo que necesita que baje el precio de los alimentos, lo que implica aumentar las hectáreas de producción”.

La entrega de alimentos es constante. Personas que pasan, preguntan y se ponen en la fila; otras que están esperando desde temprano. Una pareja de adultos mayores, vecinos del barrio, se van cargados con una bolsa en cada mano que los hace caminar con dificultad. "Vimos la cola y nos arrimamos a preguntar. Pensamos que eran cooperativas que vendían más barato, pero están entregando. Les pregunté si eran marcianos, no es propio de esta sociedad”, señala él. “Es que en la tele no dijeron nada, a mí me lo pasó una amiga por whatsapp”, dice una chica desde la fila. Desconocen que se trata de un reclamo, pero infieren que tiene relación con la escalada de precios en los alimentos.

“Desde 2016 venimos reclamando por la ley de Acceso a la Tierra, algo que define nuestra situación, teniendo en cuenta que mas del 70 por ciento de quienes producimos los alimentos alquilamos la tierra. Es una herramienta que nos daría la posibilidad de acceder a créditos, no estamos pidiendo que nos regalen nada", señala Lucas Tedesco, referente de la UTT. Uno de los principales obstáculos, afirma, es la situación económica del país "atada a una deuda ilegítima que contrajo el macrismo". "Los sectores que endeudaron al país son los dueños del modelo agroindustrial: dueños de la tierra, las agroindustrias, las agroexportadoras. Fueron gobierno, endeudaron al país, y hoy estamos pagando con estos sectores que producen soja, generan divisa pero el costo es estar atados a un modelo productivo de destrucción, de dependencia y de extranjerización de la economía y de la tierra que además está concentrada: 1200 familias son dueñas del 45 por ciento de la tierra cultivable de nuestro país", asegura.

Tedesco afirma que "la política publica no es para nosotros. Es para el pueblo", ya que esta asegura alimentos producidos de forma sustentable, sin intermediarios y a precios populares. Frente a esto, existe "un modelo empresarial basado en la renta y la especulación", que expulsa a los campesinos de las tierras. "Esperamos que en el último año de este Gobierno haya algún gesto para empezar a construir algo de soberanía, y que se dé el reconocimiento que se merecen las familias que producen los alimentos de los argentinos. No puede ser que vivan en una casa de nylon, en condiciones de semi esclavitud y de autoexplotacion. Hay políticas publicas para los sectores concentrados pero no para nosotros", dice.

La iniciativa de la UTT convoca a consumidores particulares, pero también a quienes llevan adelante los comedores donde diariamente se alimentan cientos de familias. Jenny, del comedor Las semillitas del barrio Las tunas, de Tigre dice: “La municipalidad ayuda a 330 comedores, pero no alcanza y tenemos que buscar estas oportunidades. Yo voy una vez al mes al mercado central, con un colectivo que pone la UTT para la gente del barrio. Pero cuando se acaba tenemos que ir al comercio y la diferencia es enorme". No es la primera vez que viene, ya van varios verdurazos a los que asiste, gracias a otras agrupaciones que gestionan el transporte. “Hemos pedido ayuda a la fundación Gestionar Esperanzas, que nos pone la movilidad. Cargamos todo en el camioncito y nos lleva”, dice.

Por su parte, Zulma Molloja, de la UTT de La Plata explica la problemática de quienes alquilan: "Tenemos un contrato de dos a tres años, luego del cual el dueño nos echa a una tierra pelada donde no existen caminos, escuelas, salitas públicas. Tenemos que caminar de lugar en lugar con nuestras familias y eso es triste porque somos el verdadero campo que alimenta". Los costos también influyen en las condiciones de vida, con alquileres de más de 40 mil pesos que aumentan semestralmente e insumos que "están por las nubes". "Además vienen temporales, fuertes vientos, tormentas que arrasan con nuestra producción, nuestras viviendas. Porque tampoco tenemos una vivienda de material, sino que vivimos en casillas de madera que se incendian. Por eso queremos que avance el proyecto para vivir dignamente, y también porque se están vendiendo y parcelando las tierras para vivienda y nuestras producciones se están quedando más a la orilla", señala.

Mientras acomoda los tomates en la bolsa, Patricia, una jubilada del barrio dice que no le alcanza con lo que cobra, ya que "con mil pesos no llego a cocinar". Muestra lo que lleva y dice: "Estoy feliz, todo es de muy buena calidad. Hoy voy a hacer mucho jugo para mis nietos”.

Informe: Diego Castro Romero