El hambre, la ruptura social, la pérdida de los Derechos Humanos, el consenso en una coalición amplia y las cuentas públicas en rojo son apenas algunos de los desafíos más urgentes que tiene por delante el nuevo presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en su tercer mandato al frente del país, que asumió este domingo 1º de enero en medio de una masiva movilización en apoyo. 

Por AM750, el exsecretario de Derechos Humanos del Gobierno de Dilma Rouseff, Paulo Maldos, y el analista internacional, Santiago Martín Gallo, explicaron cuál será la agenda de los primeros 100 días de gobierno que se viene en el país vecino tras un cambio en la gestión de 180 grados luego del fin de la era del ultraderechista Jair Bolsonaro, que huyó a los Estados Unidos y no estuvo presente en la ceremonia de traspaso de mando.

Los primeros pasos de Lula Presidente

Para el analista Santiago Martín Gallo, los primeros pasos de gobierno ya fueron dados este mismo domingo. “Ya fueron firmadas las primeras medidas ayer”, explicó. Y dijo: “Hay una línea muy clara”.

En este punto, Gallo destacó la creación de nuevos ministerios, como el de Pueblos Originarios o el de la Mujer. De todos modos, señaló: “La prioridad número uno es el hambre. La pobreza que no puede esperar”.

“Eso precisa la implementación de Bolsa Familia", indicó el analista, en alusión el exitoso programa social impulsado por Da Silva en sus primeras gestiones, que permitió la salida de la pobreza de millones de brasileños. "También el programa de aceleración de crecimiento con inversión en la construcción. Brasil estaba en una situación caótica. Ahora se puede comenzar a construir una nueva realidad para que podamos retomar una etapa de crecimiento y protección social”, apuntó.

Las cuentas públicas

Por otro lado, Gallo explicó que Bolsonaro deja la presidencia con un país muy parecido al de Mauricio Macri después de cuatro años de gestión en Argentina: “Dejó una tierra arrasada. Absolutamente sin dinero para la educación, salud o para la salud mental”.

“Hubo un diagnóstico durante 60 días sobre la realidad y el panorama es absolutamente caótico. Pero Brasil tiene un capital humano y tecnológico que le permite volver a poner, en poco tiempo, al pobre en el presupuesto”, dijo en tono esperanzador.

Primero, el hambre

En este contexto, Gallo apuntó: “El hambre no puede esperar. El mercado puede esperar. Después de la tierra arrasada hubo y hay mecanismos para reconstruir la democracia”.

“Creo que vamos bien. Creo que vamos a ocupar la primera línea en la economía mundial. Los recursos públicos van a ser invertidos en las personas. Van a ser inductoras de crecimiento”, comentó.

Sobre este punto también se expresó Maldos: “El gran desafío va a ser recuperar el empleo, el trabajo, los sueldos, la lucha contra el hambre. Hay más de 30 millones de personas en situación de absoluta pobreza y hambre”.

Derechos Humanos, la otra clave 

Para el exsecretario de Derechos Humanos, la agenda social también se deberá resolver en el corto plazo: “Un gran desafío es la reconstrucción del país. Hubo una gran destrucción de las políticas públicas”, dijo.

Luego, agregó: “Hubo muchas decisiones del Gobierno anterior que destruyeron derechos, el ambiente, derechos de las mujeres, de jóvenes. Muchas decisiones que causaron mucho mal en la población más joven”.

La fractura social

En este punto se instala un desafío menos visible, pero que azota a Brasil desde los cimientos, y tiene que ver con la enorme fractura social que dejó el Gobierno de Jair Bolsonaro.

“Aquí tuvimos algo distinto, que fue la extrema derecha. En otros países son más los conservadores, las oligarquías tradicionales las que gobiernan. Aquí tuvimos con Bolsonaro a un grupo nazi en el poder”, explicó Maldos.

Y continuó: “Tienen base social. En Brasil tenemos el desafío de cómo reconstruir las relaciones en la propia sociedad. Son miles de núcleos nazis que están en Brasil. Ese es un desafío grande”.

Un frente amplio para un parlamento dividido

Otro desafío Lula lo tendrá más cerca, en su propio gabinete. Así lo explicó Maldos: “Desde la propia construcción de la lista de Lula y Geraldo Alckmin ya dan una señal de este frente amplio. El conjunto de ministros es un reflejo de eso”.

En este punto, señaló que integran el gobierno desde sectores de izquierda e indígenas hasta representantes históricos del PT y funcionarios de la derecha y centro derecha.

“Es una construcción para viabilizar los desafíos como el enfrentamiento del hambre, el medioambiente, los sueldos. Y anular los decretos de Bolsonaro que eran un retroceso en cuanto a los Derechos Humanos”, señaló.

El futuro de Bolsonaro

Finalmente, si bien no tiene que ver con un desafío propio del Gobierno, durante los primeros días de gestión se tendrá que ver cómo se resuelve el futuro político y judicial del expresidente Bolsonaro, que no formó parte de la ceremonia de traspaso y está de viaje en Estados Unidos.

“Bolsonaro huyó, como una señal de no soportar su derrota. Por otro lado, con un gran miedo a ser preso, porque tiene un montón de causas en las que responder. Hay más de 160 procesos en su contra en el Parlamento. También en la Justicia, en la Policía Federal”, señaló el exfuncionario Maldos.

Y finalizó: “Salió en la prensa que fue un consejo de sus abogados. Que sería mejor estar fuera del país para no tener el riesgo de hoy mismo ir a prisión. Tiene una carga simbólica. Incluso ir a Orlando, Estados Unidos. Es una visión de que sus principales apoyadores son de ahí”.